«Historias que no debo contar»
Mi mundo en un cable
Es por ti que cada noche, mis dedos, cansados de pintorrear palabras huecas, se colocan sus anillos de zafiro en la oscuridad. Y en medio de un destello mágico, sin violines ni testigos, danzan sobre las teclas que me acercan a ti. No sé quién inventó este mundo cableado a miles de kilómetros de ausencia, donde los sueños, como único equipaje, viajan escondidos entre las letras y vuelven cargados de un perfume etéreo que flota invisible a mi alrededor.
Tengo miedo. Miedo a que nos falle este chisme, a que me mientas, a que tus ojos cambien de color y yo no pueda verlos. Tengo miedo al silencio, al diablo cibernético, a las meigas que se enredan entre los fusibles de nuestra historia. Tengo miedo a perderte; miedo a que un día se nos vaya la luz y yo no sepa dónde buscarte.
Mercedes Alfaya
Un día sin luz y todo son ausencias. Que bien descrita esa dependencia en este mundo virtual.
Besicos
Cierto, Luisa. Nos movemos en un mundo virtual donde se supone que hay alguien al otro lado, y eso es magia, porque llegamos a muchos lugares y conectamos con muchas personas.
Sin embargo, llega un momento en el que puede ocurrir (me ha ocurrido) que contactas con alguien, sigues su blog, le envías comentarios…, compones una amistad de forma cibernética (casi sin datos personales) y un día desaparece y ya no vuelves a saber de esa persona. Es a eso a lo que yo llamo que «se nos apague la luz». También se refería el escrito a una historia de amor (como ocurre a veces) donde solo se maneja la «química», cuando también existe la «física».
Bueno, besos cibernéticos y de los otros (porque nosotras ya nos conocemos y sabemos que somos de carne y hueso (o eso dicen, jeje).