¿Un Semental?
A través de la línea telefónica una voz masculina sonó tosca y angustiada:
-Quiero, quiero…-balbuceó, para finalmente terminar la frase atropelladamente -quiero cita urgente con un semental.
Tras un embarazoso silencio-en el cual se me pasó por la cabeza que yo querría lo mismo-, auricular tapado, para que no oyese la carcajada, le aclaré a él o… ¿me aclaré yo?
-Creo que se ha equivocado al marcar. Ha llamado usted a un Centro de Salud.
-Es lo que me ha dicho mi médico; que llame a este teléfono y pida cita para un semental.
(Pausa, perplejidad, neuronas a tope intentando hallar explicación y… ¡Ya!)
-Querrá usted decir que quiere una cita para la U. S. Mental. (Unidad de Salud Mental) ¿No es eso?
-Eso es lo que he dicho. Lo que pone en er papé.
Al día siguiente, a primera hora, apareció el robusto señor muy apurado.
– ¡Ah! ¿Es usted? – pregunté sin hallar palabras, como si todas hubiesen huido del diccionario quedando tan en blanco, como yo.
-Necesito que me haga dos sexorales…grandes; dos grandes- remató.
Al borde de la lipotimia, me esforcé por controlar mi lenguaje no verbal, manteniendo los ojos dentro de las órbitas, tragando saliva… glup, y tras una dramática pausa de silencio, para intentar reflexionar, conseguí interpretar, al fin, la petición del angustiado paciente.
– ¿Quiere usted decir que necesita dos recetas de Seroxat, en envases grandes?
-Sí, sí, eso he dicho. Es m’urgente, se m’acabao y yo sin sexorá no soy hombre pa ná, pa ná
– ¡Uff! – me limpié la adrenalina…, digo el sudor de la frente y dediqué una maldición gitana al listillo que se le ocurrió llamar Seroxat a un antidepresivo-ansiolítico. Nombre que se presta a confusión, lapsus linguae o acto follido …, digo fallido.
Bastante tenemos los sanitarios para traducir triciclones por triglicéridos, colestrón por colesterol y mil palabros más, para que nos pidan, también, sexo oral. El colmo.
*Anécdota real.
Catalina Ortega Díaz