No eran de arena sus ojos
No eran
de arena
sus ojos,
ni rompían olas
de saliva
en su boca.
No eran carne
temblor
sus rodillas;
no tacones
rotos
sus labios
morados
de tierra
húmeda.
No era la luna
reventando
su sexo,
ni fueron
sus uñas,
que arañaban,
obsesas,
mis
huidas.
Lo único
que fue
era su risa
(y estas ganas
locas de que se quedara
desordenando
mi vida).
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta web en la sección
«Tacones de Azúcar»