Ella se aferra a
su pelo,
inunda con besos
su cuello y
—con riesgo
de morir
de amor—
se separa de su boca.
Él fabrica
algodones de azúcar
con sus pecas,
teje sílabas de
futuro con su lengua y
—con riesgo
de morir
de amor—
se cose
con violencia
el corazón.
Son las doce
de la mañana
en un camping
del norte de España y,
turbada por la
escena,
me siento a contemplar
como una joven
pareja
se despide.
Llega la hora…
oigo que dice él
mientras se seca las
lágrimas
con el borde
de su camiseta azul
—tan gastada,
y tan besada—.
Se alejan abrazados
y me quedo a
solas
con la luz.
Adoro a los hombres
de camisetas
tan usadas
y me muero
(sin remedio)
por los que
lloran de amor.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azúcar»
(de: «Poemas desde mi ombligo», de Huerga y Fierro)