Me enloquecen las historias de la noche,
quizás porque yo soy alondra y me he perdido muchas.
Pero cuando alguien me las cuenta, las vivo y, al final, resulta que he tenido muchas 🙂
Aquí va una de mis favoritas que seguro, será piel de muchos.
Arrastrarme como una perra,
pero sin dueño
Te invito a
mi boca,
te hubiera dicho
aquella noche
insana,
cuando nos presentaron.
Te invito a
una copa,
me dijiste antes
de que todos
se fueran.
Y se fueron.
Y yo acepté.
Y a partir de ahí,
de esa copa,
de tu: te comería
entera cuando te ríes,
y de esa mano
tuya excitando
mis musas y
mi lengua,
vegeté
cerca de ti.
Qué expiación
para mi carne
que no volvieras
a llamarme.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Hasta con un supuesto final no feliz sabes ver el lado positivo de las cosas.
Un poema lleno de vida, Yolanda.
Un abrazo.