Clara, no cojas el teléfono… Por Yolanda Sáenz de Tejada

Yolanda Saénz de Tejada

 

A todas las madres que tienen hijas

(y digo madres porque ellas son el ejemplo),

para que abran los ojos y no permitan que sean propiedad privada.

 

Y a todas las mujeres que luchan por la dignidad y la vida de otras mujeres.

 

Clara,

delante del espejo

y de sus dudas,

se tira de la

falda hasta

casi romperla.

Clara,

sobre los tacones

rojos,

parece una diosa

libre.

 

Bip,

suena su teléfono

cruzándole

por los ojos

un ramillete

de ahogos.

 

Bip,

vuelve a sonar

a los cinco minutos.

 

Clara,

la diosa,

esta noche

no sale con su chico;

va con sus amigas

al cine.

La falda

duerme

en el suelo

cuando suena

el tercer mensaje.

 

Menos mal

que me he cambiado,

piensa

cuando descubre

a Daniel

(su novio)

esperándola en

la puerta

para ver

con quién va

y cómo se ha vestido.

 

No has contestado

mis mensajes,

le escupe

en sus ojos

pintados de verde

mientras le aprieta

el brazo

y el aire.

 

Pero él

me controla

porque me quiere,

le dirá más tarde

a sus amigas

con el

labio

partido.

 

Yolanda Saénz de Tejada

Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azúcar»

Blog de la autora

3 comentarios:

  1. Una secuencia completa, sencillamente genial, para expresar esos conceptos obsoletos y dañinos que debemos erradicar de la mente femenina.

    Un besazo querida

  2. Tengo el tiempo muy encogido, Yolanda, pero no puedo dejar de comentar tu poema. No solo porque ese nombre me toca, también por lo bien que nos cuentas esa «deformación educacional» que nos hace confundir amor con posesión y violencia.

    Besitos, guapa.

  3. Y la tristeza que provoca que aún hoy en día alguien escupa en los ojos pintados de verde de nuestras hijas.
    Os recuerdo, por otra parte, que ese igualamiento entre los conceptos de amor y posesión no es exclusivo de este tipo de relaciones. También la paternidad-maternidad se vive a veces de ese modo. Un recordatorio que tampoco nos viene mal porner sobre la mesa.
    Besos siempre

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