Cuando llegue tu olvido
Si por casualidad, como si nada
te olvidas algún día de que existo,
llevo un pañuelo en el bolsillo, listo,
por si llega a nublarse mi mirada.
Y entonces como cáustica humorada
seré un hombre que llora -¡habrase visto!-
por el agrio desaire que imprevisto
me da tu desmemoria descarada.
Tan injusta será la primavera
encendiendo en su beso, traicionera,
la rama gris para olvidarla luego;
cuando el asma impiadoso del otoño
se desvanezca en mí, pobre retoño,
y no me quede nada de tu fuego.
Marcelo Galliano