Ella
se pliega
dentro de tu boca.
Domina el verbo y
sabe que hay palabras
que laceran y
que tú,
el hombre
que la excitaba,
has desangrado
casi todas.
Conoce,
también,
que un silencio tuyo
(sólo uno más)
le bastaría
para abofetearte
y enviarte al infierno.
¿Tan pronto has olvidado que su cuerpo es tu panal?
¿Tan pronto, ella, que tu lengua era su miel…?
La palabra volver
nunca
os gustó
a ninguno.
Pobres
desgraciados
del olvido.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»