Esperarte debería ser pecado
La recogió
en el aeropuerto.
Él llego tarde,
como siempre.
Ella esperaba
plantada en el
aire,
regada por la
trémula duda de
si quedarse
o no…
El reloj
segó las doce
mientras a ella
le crecían salamandras
y soledades
en los zapatos.
Pronto,
empezaría a llover.
Y justo,
cuando estaba
casi sepultada
por el césped
y las lágrimas
brotaban entre
sus pechos,
él apareció.
Corriendo,
sudando perdón.
Lo siento,
princesa,
demasiado tráfico…
(en tu corazón,
pensó ella).
Le cogió,
sonriendo,
su maleta
de charol
mientras ella
se sacudía,
hastiada,
el jardín
de la falda.
(En el pelo,
se dejó una flor.)
Fue el último
día de abril,
justo antes
de que ella
decidiera no volver,
jamás,
a quedarse,
sembrada así.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta web en la sección
Bonita manera de decir adiós a quien poco se merece. Abrazos.
Muchas gracias, Carmen, el adiós les tiene que llegar a los que en nombre del amor, no aman 🙂 . Un abrazo enorme y gracias por leerme.
Resulta triste sacudirse el jardín de la falda, pero a veces es lo más sano. Solo así crecerán nuevas flores.
Muchos besos, poeta.
Gracias, Elena, por hacerlo bello…
Un besazo, gran mujer.
El jardín de la falda y la decepción del alma ..
Me ha encantado este poema, Yolanda. Un abrazo.
Gracias, Amelia, por disfrutarlo y por decírmelo.
Cuando lo escribía veía tan claramente a esa chica… por eso quise que saliera de esa plantación, porque ella me encantó a mí 🙂
un abrazo inmenso.