Me apartas el pelo
con los dedos
(esos mismos
que me ayudan a
volar)
y me lo recoges
con un lápiz que
hay sobre la
mesa.
Así me
costará menos
comerte,
me dices sonriendo,
como un
punto y seguido
antes de volver
a escribir tu deseo
sobre mi piel.
Después,
paseas por mi lomo,
como si fuera un
día de domingo con
lluvia
(mi espalda, tu cama)
y te sientas en el
borde de
mi boca,
a fumarte esos
besos que aún
me quedan por
liarte.
Antes de irte,
me abrazas hasta
doler y,
sabiendo que no
te dejaré volver,
te agarras a mis
rizos.
Allí,
casi muriéndote
de agonía,
me susurras jadeante:
Así me
costará más
olvidarte.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Me encantan esas escenas cotidianas de lo íntimo del amor, su frescura y ese hilo de palabras por el que haces que nos deslicemos.
Gracias de nuevo, Yolanda.
Qué bonito, qué apasionado, qué romántico, qué real, qué fresco y qué sencillo —pero solo en apariencia— .
Me ha encantado.