De pequeña,
cuando jugaba a indios y a vaqueros con mis hermanos
(esos hombresniños con vello en la voz),
siempre,
siempre,
siempre,
me ponían de cajera del banco al que atracaban…
Y yo me enfadaba.
Lloraba incluso.
Os cuento la escena:
Yolanda, con los brazos en jarra y los mocos luchando por quedarse dentro,
diciendo que ni muerta es la cajera,
que se pongan ellos,
que a mí me van más los arcos y las flechas.
Y ellos (los tres) riéndose a carcajadas,
fumándose mis gritos y mis
lágrimas,
implacables en su victoria
(o machistas, que suena más claro):
¿Acaso has visto en alguna película
me decían mientras rozaban con sus dedos las pistolas,
que las mujeres
atraquen los bancos?
Así que hoy,
cuando el juez ha dictado sentencia y yo me he levantado,
he lanzado, implacable,
mi dedo índice mientras acusaba a mis hermanos que lloraban
(por fin)
en la sala,
horrorizados por mi comportamiento.
Los he señalado y me he dirigido
(sonriendo)
al juez:
Alego,
he susurrado mientras chupaba,
una a una,
las palabras,
que haber robado
del banco un millón de euros
no tiene nada que ver con
ser una golfa,
ni una vulgar
ladrona,
sino que se debe
a un trauma
de la infancia.
yolandaqueporfin es indio
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Ayyy aquellos juegos de la infancia de los ochenta….cuando se jugaba a buenos y a malos…o a indios y a vaqueros como las pelis de los sábado tarde que terminaban con la llegada del séptimo de caballeria
Espero, Yolanda, que la última escena sea metafórica y no hayas atracado un banco de verdad.
Yo tuve la suerte de tener una hermana mayor y un hermano cuatro años más pequeño, así que las que manejábamos el cotarro éramos nosotras.
De todas formas, no nos quejemos: creo que la infancia, incluso de cajera de banco, es una de las etapas más felices e inspiradoras de nuestra vida.
Un beso.