Que torpeza la tuya,
utilizar los ojos para oír…
La máxima no es una medida…
Te dije que yo no era una.
Te repetí hasta agotar
mis cuerdas y mis precipicios
que yo era muchas
(muchas más que ninguna).
Pero tú te empeñaste
en ver solamente
a la dulce mujer
de vientre liso,
en lugar de presagiar
que allí dentro,
cerca del mar del ombligo,
es donde fabrico
el veneno.
Y te quedaste tumbado
en mi arena,
haciendo caso omiso
de mis ruegos
para que te fueras,
antes de que me brotaran las
estrellas envenenadas.
Así que ahora
no llores,
no digas que he cambiado.
Solo te permito decir
que a esta
(que soy yo)
no la conoces.
Y a veces,
ni
yo.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azúcar»
Blog de la autora
Matrioska, dicen los rusos… Saludos
Gracias, José, un abrazo inmenso en este domingo feliz por vuestras palabras.
Hay tantas mujeres en una mujer…
Sí, querida Elena y, lo mejor: las mujeres somos nuestros secretos 🙂 . Gracias por leerme, querida amiga. Un abrazo inmenso.
Torpeza máxima. Usar los ojos para oir y no para escucharte.
Un abrazo.
Cuántas veces nos pasa eso!!!!! querida Amelia…
por ello hay que luchar siempre por el amor de calidad. Hay que ser egoístas para tenerlo. Gracias por tu comentario, querida. Un abrazo de domingo.