Va a resultar que al final,
los mejores manjares no son los más hermosos
(que diga, sabrosos).
No siento
tener que reprimir
mi desvergüenza
tan esperada
(tantos meses acumulando
el deseo más animal
para vivirlo
contigo…);
ni siento el olvido,
que se instalará,
como una carnosidad,
en el último
hueso
de mi esqueleto.
No,
no es eso
lo que más siento.
Tampoco
los viajes
enganchados
a nuestro
sexo,
seduciéndonos
hasta el amanecer
(con toda la tregua
del infierno).
No.
Lo que más siento
es no comerte
la boca
dulcemente,
mientras
me hablas
de música y
de filosofía.
Eso,
tan sencillo,
querido,
es lo más complicado
(que no imposible)
de encontrar
en otro.
El resto,
es pan
comido.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
En la sencillez está la felicidad; en la naturalidad, el amor. Así es.
Un beso fuerte.