Tu corazón,
eso es.
Aprovecho que duermes y
te lo arranco.
Llevo días
esperando este
momento,
incluso he hecho
un curso de
cirugía emocional
para no
hacerte daño.
Lo peso y
lo huelo,
Lo muerdo y
lo lamo y,
con el fuego
de mis piernas,
lo aplasto.
Ahora que
ya te conozco,
estoy
lista para
operar.
Te has despertado
abrazado a
mí,
mordiéndome la
oreja y la
nariz.
Diciéndome eso
que nunca antes
había oído:
hueles a
fruta de mar,
a ortiga
de saliva
y a miel,
a semen bendito
de mujer.
La operación ha
sido un éxito,
y eso
que te acabo
de conocer.
Cuando termine
contigo,
operaré a
ese de la barra
que me pone
a cien.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azúcar»