Que el silencio no rompa mi paz.
Que mi rabia no apague mis vidas.
Que mis gritos no sequen tu sangre.
Deja que calle, para que tú me oigas.
Deja que me vaya, para que sepas que existo.
Deja que no esté, para que tú seas.
Que tu noche no se quede sin luz.
Cuando tú no la tengas,
te robaré una estrella;
el firmamento no lo notará
pero tú, podrás seguir soñando.
Mati Morata Sánchez
Colaboradora de esta Web en la sección
«Miradas con MatiZ»
Foto: Joaquín Zamora
Blog de la autora