«La Aurora». Bougereau
Quisiera conocer del viento,
su arrebatada voz, su garganta
y sus tres añoranzas
fundidas en un solo cuerpo.
Llega el amanecer
y después de haber dormido
con la muerte imaginada
escribe en mi piel
la belleza de la soledad.
Soy, de su nacer, el tiempo ajeno,
desvelado y fugaz
que acude sin pausa
con el amor en las manos abiertas
como quien espera
los retazos de un poema futuro.
Destino forjado entre aquel ayer
y hoy germinados sin pecado
en todo lo que aún
queda por decir.
Mónica López Bordón
LA SOMBRA ME ABRAZABA CÁLIDA Y LLENA,
yo, simplemente, abría los ojos
dibujando los bosques primaverales, lejanos,
todo aquello que no era de nadie,
que nunca sonreía, que no estaba,
ni siquiera era verso ni imaginación perdida.
¡Qué se yo!, era amor la mirada,
la ternura del viento,
amor la sinfonía invisible
del silencio que allí acompañaba,
de todo lo que estaba a mi lado sin estarlo:
cosa sin importancia ni intento alguno,
sólo azul, o reflejo de algún mar
que no era blanco,
ni paloma siquiera,
ni dibujo sencillo que fuera un recuerdo,
o algo que quisiera soñar y naciera imposible.
La sombra me abrazaba cálida y llena,
yo, simplemente, abría los ojos.