A “mis divinas”,
que con-jugaron
conmigo
este poema
Tipos de saliva:
La que te comerías
a chorros,
o la que te dejarías
como brillo de
labios.
Saliva
con esencia de
tabaco
(esa me gusta
menos) o
con flores de
excitación;
directa,
sin propósito de
enmienda,
a reventarme
el corazón.
Saliva prestada
para jugar
a ser mayor y,
de camino,
abrir
tus manos y
mi sexo.
Saliva
que sabe a
lujuria,
a placer,
a-mar.
A sidra
agitada
(ambas mejoran
cuando las agitas)
o a soledad.
También
a besos caducos o
a codicia de
volar.
Saliva que no sabe,
porque los besos
más mezclados
aún están por llegar.
O tu saliva,
que me sabe a
veneno y
a cristal,
que me apuñala
ardiente;
lava encendida,
tu saliva
me rompe
como víctima
inocente.
Por supuesto,
la saliva
de protocolo
(ese beso
con lengua
que nunca
debiste dar)
y la de sin
razón.
Ambas
las dejaremos
en este poema;
por cortesía y
por error.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»