Tristeza
Y yo que te pensaba perdida en el pasado
como un recuerdo opaco, difuso y rezagado,
mezclada a la distancia con una vaga pena
cual una foto ajada y olvidada en la arena.
Te apareces ahora, te metes cual intrusa,
tan solapadamente, y entre la luz difusa
de la noche te asomas, me demuestras lo bella
que es tu mirada clara –tus pupilas de estrella-.
Yo te observo exaltado manoteando en la brisa,
tú te quedas sonriendo sin temor y sin prisa,
mis dedos en el aire se empapan en la nada,
al rato quiebro en llanto con la palma mojada.
Y al instante te esfumas, comprendo que ya es tarde,
y en el umbral me siento mirando como arde
ese lucero triste –sólo por un momento
me dejó ver tu rostro y el dolor que yo siento–.
Me duermo entre el rocío y el rayo de la luna,
luego la aurora llega –rojiza, me importuna–;
los cantares tan tristes de la alondra se pierden
entre las voces huecas que ladran y no muerden
–ese bullicio ajeno tan distante y helado–.
Y a algunas de esas caras que pasan a mi lado,
entre esa bocanada de vida que se aborta,
de ti yo quiero hablarles, pero a nadie le importa.
Marcelo Galliano
Argentina
Bello…