A veces, tanto quererte me agota
Yo sé que me besas
como el demonio
a su ángel.
Lo sé.
También
reconozco que
me incendias
las flores
del mal
cuando me
nadas
–y te quedas
dentro,
tan quietecito y
flotando…–.
Lo sé.
Y cuando duermo
a tu lado,
tus abrazos
me acribillan
el presente
–y las pecas,
y la carne,
y la boca si
me la muerdo
fuerte
para no gritar
que te quiero–.
Pero también
sé
(sobre todo hoy
que no me has
enviado ni un
mensaje)
que si
no anido a
tu lado,
amándote como
una posesa,
eres el
témpano que
implora mis
gemidos para
derretirse.
Y eso,
que
se me
contagió
tu frío.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora
Los ángeles y los demonios se buscan y se necesitan; unos no existirían sin los otros.
Un beso, guapa.