El amor tiene instinto de francotirador / Janina Sfectu. Por Pilar Gorricho del Castillo

El amor tiene instinto de francotirador

Janina Sfectu

El amor tiene instinto de francotirador

Correcciones: Txisco Mandomán Xego y Jesús Ruiz Álvarez
Ilustración de portada: Raúl Sáenz Miguel
Texto contraportada: Janina Sfectu
Prólogo: María del Pilar Gorricho del Castillo
Maquetación: Editura Agol 2018
Impresión:SC Mega Print SRL
ISBN: 978-606-8715-15-5-821.135-1

 

Janina Sfetcu ( Rumania 1976) es una poeta de una sensibilidad inusitada que ha editado un poemario en rumano que lleva por titulo «în mijlocul unui ţipăt» (en medio de un grito) de editorial Agol, y «Algodón de azúcar y jazz» de la misma editorial en 2016.

Es miembro del colectivo artístico “ El hombre que fue jueves” y participa en recitales poéticos y actividades artísticas asiduamente.

Es para mí un auténtico privilegio haber sido una de las primeras personas en tener acceso al tercer poemario de Janina Sfectu, en el que despliega todo su ser en un lenguaje que sublima la poesía dejando al descubierto cómo es posible fundirse con la palabra y alcanzar altas cotas líricas. Su título, El amor tiene instinto de francotirador, ya es muy significativo de aquello que nos espera tras cruzar el umbral del alma de la autora, pues, como dijese Stendhal, «El amor es una maravillosa flor, pero es necesario tener el valor de ir a buscarla al borde de un horrible precipicio».

Y esto es lo que hace la poeta, la mujer, la madre: encaramarse a lo despejado y, con unas elaboradas y brillantes metáforas, desgranarnos a lo largo de sus poemas este descubrimiento, como la estrecha y fecunda relación que se establece entre amor, erotismo, poesía y lo sagrado:

(«Ese amor amargo como el pozo del silencio o bohemias pupilas/ miradas vagabundas descubren cómo la noche aflora/ más alta que el vuelo, más honda que la vida»).

La poesía sustenta y une, en su forma de expresarse, estas sensaciones, convirtiéndolas en parte y origen de su lenguaje; y Janina Sfectu juega con las emociones y las verdades que su cosmos le revela sin perder su génesis individual en pos de lo impostado, como ella misma nos revela en este poema de una cadencia y belleza magníficas:

(«Nos confundimos el uno con el otro / viviendo el presente del prójimo / el nuestro se enreda entre humo de cigarrillos / proyectado en paredes recién pintadas / con frases que negamos decir / con las estaciones cronológicamente colgadas en álbumes de fotos / la felicidad escondida bajo su solapa / nosotros queriendo escapar del rectángulo 15×20/ Cuando la verdad se devora / el silencio se eleva a la altura del pecho»)

A lo largo del libro la poeta se fusiona con la naturaleza en un «yo lírico» que desea aprender a volar a pesar de que para ello deba hipotecar sus alas. El silencio reflexivo; los cantos; lo irremisiblemente opuesto, tanto en la naturaleza humana como en la vida cotidiana; lo transitorio de la pasión amorosa; la dualidad alma-cuerpo; el misterio del vínculo de dos seres por el amor y la contingencia del hombre unida a su inmortalidad, todo ello se resuelve en la experimentación de la angustia existencial, de la caducidad de la vida. De esta combinación nace un compendio de poemas metafísicos en los que Janina Sfectu conversa con lo absoluto en total armonía:

Janina Sfetcu

De mi caja torácica brotan hojas azules / cuando paseo por los bosques / Podría ser un árbol; si lo consigo / quisiera ser el árbol de la vida / en tu desierto. La simetría de la corona y la raíz / sería la perfección de la subsistencia.

Decía Cesar Vallejo que un poema es una entidad vital mucho más organizada que un ser orgánico en la naturaleza. «Si a un poema se le mutila un verso, una palabra, una letra, un signo ortográfico, muere». Y hago referencia a este hecho para adentrarme en la lograda sintaxis de Janina Sfectu, donde cada palabra se aposenta y fertiliza con la mesura requerida por un léxico brillante. La condensación, una marcada tendencia al uso de imágenes y un fuerte componente emotivo y sensual, capaz de captar un momento íntimo que pasa inadvertido a la mirada habitual, son algunos de sus atributos. De esta manera Janina Sfectu elabora en sus poemas la arquitectura de los senderos esculpidos por la fuerza del pensamiento en lo infinito de todo lo inabarcable. Porque no es la subjetividad poética lo que importa, sino ese hallazgo que habla de una comunicación con el universo:

«Hemos de mirarnos desnudos, mutilando los miedos»

Un poeta es un cazador de voces y precisa para ello de una sensibilidad bien educada. Su tarea es la de mirar al mundo atendiendo sus resonancias y reverberaciones estéticas. El trabajo del poeta no es otro que convertir el no-ser en ser-poético escuchando el eco del universo.

Con este objeto Janina Sfectu realiza un viaje introspectivo deshaciendo cadenas, dando cobijo a sus fantasmas como parte de esa sombra aceptada, fundiéndose con las olas, con ese frío que aflora en muchos de sus poemas. Lo gélido como punto de anclaje, que a buen seguro refleja la impronta de su infancia en su Rumania natal.

Durante todo el recorrido por el poemario construye figuras literarias de gran belleza sublimando lo cotidiano

Hoy los náufragos viven en mí / Hoy detrás de mí vive un universo de huellas») y nos revela cómo para ella la poesía es un hábitat y tiene un efecto placebo en el que cobra especial importancia el término entre lo trascendental y el realismo.

La poeta no quiere escribir poesía: quiere serla. Quiere ser piel y ritmo, secuencia de ficción hecha de realidades a la que dota de cicatrices en una corriente por la cual vamos siendo arrastrados cuando penetramos en su universo; un universo este, el de Janina Sfectu, donde no se agota el caudal de la magia que los lugares comunes enaltece.

(«Me hallaba a un poema del cielo… y volví… volví para aprender a ser poesía»)

A la par que en el «yo lírico», Sfectu se desenvuelve en el «yo poético», y prioriza, aconseja, medita y nos hace meditar sobre la vida con mayúsculas, la muerte, el tiempo, la juventud, etcétera, sin dejar de lado aquello que puede considerase más mundano, como es la tecnología y el uso ególatra y desmedido de las redes sociales que domestican al hombre.

En tiempos tan materialistas como los que corren, el escritor Francisco Brines afirmó que «el milagro de la poesía es que es útil y que nos enseña a vivir mejor». No da dinero, pero permite «tocar al que somos y al que podríamos haber sido, y permite incluso abrazar al contrario», y este viaje interior por el mundo de Janina Sfectu que os invito fehacientemente a realizar es buena muestra de ello. En él encontraréis un alma que construye tropos literarios con la veteranía y la ecuanimidad de quien ha derribado el muro de lo superfluo y se ha quedado con aquello que de verdad importa: la vida y una obra poética donde no se espera a que salga rugiendo el poema, pues ella misma es el poema.

Janina Sfetcu

(«¿Qué mundo es este?, donde los enfermos curan a los sanos/ donde las calles te llevan a ninguna parte/ el ego es nuestro dueño/ el frío la manta que nos abriga»)

El acto de la palabra poética es un acto creativo; es una palabra particular, fuera del circuito de la comunicación, que, tomada en su materialidad, deja de ser un medio para ser un fin en sí misma. Así Sartre, emparentándola con la música y con la pintura, dirá sobre este arte que el poeta «no se sirve de las palabras, sino que las sirve».

Pero ¿qué sería del lenguaje del poema sin ese lector que lo hace suyo?

Este poemario es para ser vivido y leído como un palimpsesto que, más allá de lo simbólico, sabe dónde hallarse, en ese hacer de la praxis y la poiesis, práctica y creación.

Muchas gracias por haberme hecho partícipe de tu saber que sabe sin saberse en la belleza de sentir, en este poemario que recomiendo a los amantes de la palabra sin ambages ni condicionamientos.

A los amantes de esa poesía que nace de la génesis de la extensa cicatriz que va dejando la experiencia unida al verbo, en un alarde poético de altura.

María del Pilar Gorricho del Castillo.

pilargorricho

Pilar Gorricho del Castillo, nació en Logroño (La Rioja ) España el día diez de marzo de 1961. Poeta clásica en sus composiciones ha editado tres poemarios y participado en diversas antologías clásicas y de verso libre. Los retazos de mi alma es su primer poemario en Girasoles de asfalto combina el verso clásico con la rima blanca o libre. Y el vacío de los plenilunios todo escrito en verso libre. Cuenta con diversos reconocimientos poéticos. Escribe por satisfacción personal y según sus propia frase: “ No escribo poesía para vivir, la escribo para no morir”.

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