La ira de los mansos
Imaginemos a un publicista de 39 años llamado Lázaro. Su vida no podría ser calificada de feliz, porque varios factores se alían con eficacia para erosionarla: el snobismo desdeñoso que muestra hacia él su familia política, la decadencia que advierte en la relación sexual y sentimental con su esposa, el temperamento insufrible de su jefe… Pero la puntilla que ha venido a desmoronar su existencia es el accidente que lo ha dejado en estado de coma en la UCI de un hospital. Curiosamente, y aunque nadie lo sospecha observando sus ojos cerrados y sus constantes vitales bajo mínimos, Lázaro es capaz de escuchar todo lo que está ocurriendo a su alrededor.
De esa manera tan poco ortodoxa va a enterarse de los tejemanejes de sus cuñadas, del odio africano que le dedica su suegra, de las singulares aficiones de algunas enfermeras y de otros detalles mucho más inquietantes relacionados con su hijo, con médicos que se suman a prácticas ilegales o con al accidente que lo ha postrado en cama. Del mismo modo, leeremos con admiración el candoroso monólogo que un niño llamado Jesús pronuncia ante Lázaro, en el que tendrán un tierno protagonista los componentes de La patrulla canina.
El versátil y siempre eficaz Víctor M. Mirete nos ofrece en este relato una historia terrible y humorística, fluida e interesante, en la que las constantes variaciones del rumbo narrativo aseguran en todo momento la amenidad de la novela, que Malbec Ediciones publica con buen criterio, añadiéndole unos anexos jocosos que actúan como eficaz epílogo. Un buen antídoto contra el aburrimiento.
Rubén Castillo