Fueron doscientos metros junto a ti caminados
y fue la sombra tenue que en la tarde de invierno
-adornada por risas de tus labios tan tiernos-
le donaron las ramas al asfalto mojado.
Y fue, por un momento, más bella y candorosa
la ajena Buenos Aires y también más brillante,
el sepia de mi alma, incluso, en un instante
mutó por los matices de tu boca de rosa.
¡Ay de esa rauda esquina -Cabildo y Juramento-!
¿Sabrán esas baldosas del milagro profundo
que provocan tus ojos -irresistible daño-?
¿Acaso esas paredes entienden el lamento
de quien con sólo verte reconoció otro mundo?
Pasó tan sólo un día, te juro: ¡ya te extraño!
Marcelo Galliano
Argentina