La vida, que ojalá pueda decir: Mi vida… Por Yolanda Sáenz de Tejada

La vida, que ojalá pueda decir: Mi vida…   No hay nadie en la aldea. Nunca lo pienso cuando subo sola; pero, si tuviera algún inconveniente, tendría que caminar al menos trescientos metros para llegar hasta Cati, una mujer que vive sola (magnífica paradoja para pedir auxilio).   Siempre he…

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Tú eres mi verso favorito; por eso te invito… Por Yolanda Sáenz de Tejada

  Tú eres mi verso favorito; por eso te invito…   No son las flores de mi vestido (largo hasta la luna), ni las uñas pintadas de montañas. Ni siquiera es el beso que me he encontrado esta mañana dormido en el lavabo.   Son las ganas de vivirme, mi…

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Tú me enseñaste a pecar. Por Yolanda Sáenz de Tejada

  Tú me enseñaste a pecar. Bendito seas.   Le robaron una tarde a la vida. Lo hicieron con desvergüenza y canallas, sabiéndose triunfadores y románticamente obscenos.   Abiertos y sinceros; totalmente prohibidos.   La tarde se dejó, solícita y ardiente, y ellos le abrieron las piernas y el tiempo;…

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