La piel de nuestro cuerpo, extendida, ocupa dos metros cuadrados. Hoy podría extender todas las pieles ausentes de carne. Estirarlas hasta el tormento y conseguir, por cada una, más de dos metros cuadrados de lágrimas. Hoy necesitaría mamar la calma chicha de los diluvios, ultrajar los silencios…
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