El desaliento de las musas. Por Rodolfo Puig Barber
—Bluugb. ¡Qué poca sustancia! Medusa que no has de engullir, déjala vivir. —Ignoraba que los meros tuvieseis pensamientos tan profundos. —¿…! Y yo que las medusas bajaseis a tanta profundidad. —Porque no soy una medusa, querido mero, sino una musa. —¿Musa, musa…? ¿Una musa! —Si. Las musas, cándido amigo, somos…