PE-Nº2- Reality AVE. Por Gorrión

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Estación Joaquín Sorolla. AVE Valencia-Madrid. En el asiento de enfrente una joven que no conozco. Traje de chaqueta sobrio, complementos escogidos, ojos claros tirando a verdes y maneras de colegio británico. Prototipo de las nuevas hornadas de ejecutivos. Al lado otra pasajera también sola, una dama instalada en su espléndida vejez, pañuelo Hermès y cabello castaño recogido en un moño. Ésta da los buenos días, extrae del bolso una novela de Gala y nos olvida. El tren arranca dulcemente.

La chica teclea en su iPad, concentrada, a veces se detiene y estudia el infinito. De pronto cruza la atmósfera el himno rock “We are de champions” brotando de su porta-folios. Mira la pantalla del móvil, sonríe, deja el Ipad y se acurruca en posición fetal. Es evidente que se siente feliz con quien le llama, incluso hablando a distancia. Lo que continúa es un repertorio de la más empalagosa confitería sentimental. Sus palabras recorren todo el vagón, no le importa.

Entre otras pasteladas nos enteramos de que su vida ha dado un vuelco mágico desde que conoció a su potro, que anoche la había llevado a rozar el paraíso y que está más bueno que los profiteroles con chocolate. A menudo le llama “pichurri”, y cerrando los ojos, “tarzán”. El palique surca mares así de cálidos cuando, de sopetón, se pone rígida. Suelta, a voz en grito: «¡Ése que llamas cretino es un buen compañero! ¡Sólo un buen compañero! ¿Vale?». La del moño abre unos ojos como huevos, y el resto, además, las orejas. Enrojecida y jadeante, la joven corta la llamada y recupera la tablet. Ya no es la misma: mirada líquida, mentón trémulo.

A la altura de Cuenca coge el móvil. Plegamos periódicos, Gala enterrado en el fondo del bolso, la película sin espectadores. Conversación que dura treinta kilómetros. Reproches, malos modos. La cosa se pone fea. «¡Esto me pasa por tonta, por contártelo todo!». Al colgar se derrumba. Lágrimas en torrentera. La otra se vuelve como para ofrecerle el pañuelo Hermès y quizá aconsejarle que mande a pastar al novio. Y me mira desafiante. Sospecho que acaban de meterme en el mismo talego que al pichurri y el gremio masculino entero. Sinceramente creo que no lo merezco.

Un rato para cuchicheos entre la audiencia. Todos de acuerdo en que el novio, de puro celoso, es un perfecto gilipollas.

“Queen” de nuevo al micrófono. La última oportunidad, pensamos. Ella duda, finalmente contesta. Los del bar corren hacia sus asientos, su vecina me vuelve a mirar, como preguntándome qué más se nos puede ocurrir a los hombres para hacer sufrir a las mujeres. Cara a la ventana la joven habla contenida mientras se enjuga la nariz con el dorso de la mano. Va creciéndose ante un interlocutor que no debe tener ni medio asalto. Gesticula, colérica. «¡Pero, cómo he de decirte que a mí ese tío no me interesa nada! ¡Iremos juntos a la maldita reunión y punto!». Lo que imaginábamos, un petimetre obsesivo. Suenan otros móviles que no se contestan. Tensión máxima. Nadie come, ni habla, ni lee. Ni respira.

Con Madrid cerca parece que la situación mejora a oídos vista. El amor se abre camino como un ariete poderoso. «Claro que te perdono, potro mío, pero me duele montonazo que no te fíes de mí». Su vecina luce una mueca de disgusto, ella no habría indultado tan rápido al potro. La chica ronronea, coqueta. «Tú sabes que sí, bobo». Y rubrica. «Besazo. De los míos. Muero por volver a verte». Desde el fondo surge un conato de aplauso. Gestos de satisfacción. La dama de hierro me dedica un reojo frío, con el orgullo de la raza que prefiere morir con las botas puestas.

Llegados al destino la chica se yergue como una pértiga. No consigo callarme: «Recuerdos al potro». Ni me responde, la muy antipática.

Quiero finalizar descargando mi conciencia. Le comunico al potro, allá donde esté, que su novia se la está pegando con un mocetón rubiales que la esperaba el pasado doce de mayo en la estación de Atocha. Por lo que vi, esos dos tenían de “sólo buenos compañeros” lo que yo de rey Baltasar.

No hay de qué.

 

 

13 comentarios

  1. Biznaga o paloma mensajera, da igual. ¿Verdad qué en algunos viajes nos gustaría llevar una grabadora para registrar las chorradas que sueltan algunos sin importarles que les escuchen? Doy fe de que si yo hubiera podido hacerlo en más de un desplazamiento, poseería un material de valor incalculable para amenizar tardes de domingo con los amigos, arrasar en mis grupos de wasapps o simplemente como recurso personal anti estrés. Nada más desengrasante que una carcajada a tiempo ante ciertas melonadas, y abunda tanto la falta de sentido del ridículo… ¿A que sí?

  2. Frater, gracias a ti por leerme. He intentado una historia oxigenante, ajena al lagrimeo habitual en este tipo de temas románticos. Ni mejor ni peor, sencillamente es otro enfoque.

  3. A la tía Julia. Decía en otro comentario que el tema de este cuento se presta en la medida que sepamos tomárnoslo con humor. Personalmente soporto infinitamente peor los vecinos de butaca de cine que comen palomitas, se ríen sin venir a cuento, me «explican» la peli, revientan bolas de chicle, repiten los diálogos de los actores, hablan de sus amigos comunes o todo junto. No sería la primera vez que me levanto y me cambio de butaca. Mucho cutrerío suelto por el mundo.

  4. Deucalión, las señoras que se ponen tacones para andar por casa o tienen complejo de pigmeas o practican la venganza contra el vecino de abajo, trompetista aficionado en sus horas libres domésticas. Te pido prestado mochuelo como mi próximo seudónimo, tiene un componente de nocturnidad y misterio muy molón.
    Freya, viajar significa siempre incomodidad y a menudo sufrimientos, entre los que soportar cretinos desconocidos como compañeros no es el menos frecuente. Tan frecuente como que si todos cogiéramos un boli y anotáramos en una libreta las veces que un vecino de cabina, vagón o autocar nos ha echado a perder unas vacaciones o un simple fin de semana, llenaríamos algunas páginas. Al final lo más pragmático es tomárselo con humor, aunque sea muy difícil mientras nos está sucediendo.
    Gracias a ambos/as.

    • Todo tuyo mi «mochuelo»; eso sí, te aviso de que suele ir unido a unas considerables ojeras 😉
      Suerte para el lunes 🙂

  5. Felicidades, Gorrión. Has logrado un relato divertido, en un tema que no se presta fácilmente a ello. Simpatía, buen humor, agilidad, frescura… y estupendamente escrito. Un saludo.

  6. Gorrión:
    Muy divertida y real tu historia. Me he divertido al leerla. Gracias por el aire fresco que nos has brindado.

  7. Gorrión, gorrión… De parte de esta paloma mensajera creo que tu relato es muy, muy bueno. Yo vi en directo algo parecido en un puerto lejano hace algunos años. Creo que lo has recreado perfectamente, como si lo estuviéramos viendo. Me ha divertido y gustado a partes iguales. Enhorabuena pajarillo.

  8. Muchas gracias a Deucalión y Freya, dios y diosa mitológicos. A Freya por la inmediata aportación de un comentario a mi relato. A Deucalión, además, felicidades por el pulso demostrado en una historia intimista escrita con delicadeza en el fondo y oficio en la forma. Ambos coinciden en que se han divertido con mi relato reconciliador. Me bastaba con una sonrisa, pero así es mejor.
    Estamos esperando la resolución del premio del público y la lista del jurado. Amenicemos esa espera y escribamos, leamos, comentemos y hasta discutamos, siempre con honestidad y respeto, cuentos y poemas basados en esta idea que da tanto de sí. A escribir se aprende escribiendo (aunque sea bien). Se nos hará más liviana la espera. Bastan un par de ratos para textos de página y media o poemas de 30 versos.

    Ánimo y suerte.

    • Gracias por esas felicitaciones que recibo y toman forma de bumerán 🙂
      Te tengo envidia, Gorrión; «un par de ratos»… Algunos necesitamos unos cuantos ratos más 😉
      Un abrazo.

  9. Hola Gorrión, aquí mochuelo; quiero decirte, antes de irme a la cama, que me alegra mucho tener ya un vecino en el piso de arriba (aunque una vecina, para cuando no me quede sal, tampoco estaría mal). Eso sí, hasta las ocho de la mañana, por favor, no hagas mucho ruido… (ahora casi que me alegro de que no seas mujer).

    Me he divertido mucho, y tus descripciones son buenísimas; ves cada personaje y te imaginas cada una de las situaciones.

    Te deseo mucha suerte, vecino.

    • Quería matizar que me refiero a la posibilidad de unos tacones… Uno habla sabiendo de qué y luego…

  10. Divertido, me ha hecho reir a gusto Gorrión, por lo real que es, no es la primera historia que se vive viajando y en directo.Genial la ambientación.Enhorabuena.

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