29- Waterloo Punto 1815. Por Lovecraft
- 3 octubre, 2012 -
- Finalistas del público, Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, Napoleón, relatos, SocialNet
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En la suite 612 de La Belle Alliance, un dubitativo Napoleón Bonaparte tamborileaba con los dedos sobre el touchpad de su portátil de última generación. El parpadeo del cursor en el último campo del formulario ejercía sobre el general un efecto casi hipnótico:
«Introduce tu contraseña».
Aquella solicitud era una clara invitación a finalizar su registro. Tras unos minutos de indecisión, se le iluminó el semblante y tecleó nervioso la palabra de paso escogida. La elección se le antojó una ocurrencia muy atinada, dado el inminente acontecimiento histórico del que sería principal protagonista:
«Waterloo.1815».
El emperador francés pulsó sobre el botón «Regístrate» y omitió con prisas las primeras pantallas de opciones, que le parecieron superfluas, hasta llegar a la ventana inicial, donde recibió el saludo estándar para los nuevos usuarios:
«Bienvenido a SocialNet, Napo_Bonaparte. ¿Qué estás pensando?».
Para inaugurar la cuenta recién creada, eligió como primer estado una sentencia que llevaba tiempo madurando:
«Il y a des empires, des royaumes, le monde entier ou rien de rien entre un batalle gagnée et un bataille perdue».
El Mariscal Ney, al que gustaba alardear de sus conocimientos informáticos («nivel de usuario avanzado», informaba con petulancia a sus interlocutores), convenció al emperador de la utilidad estratégica de este tipo de herramientas. Siguiendo sus indicaciones, Bonaparte localizó la sección «Personas que quizá conozcas» y se aplicó a enviar solicitudes de amistad a todos los usuarios que figuraban en el interminable listado. Allí aparecían, junto a cientos de desconocidos, el propio Michel Ney y su conmilitón el mariscal Emmanuel de Grouchy, Antoine Drouot, el general Maurice Étienne, É. A. C. J. Mortier, Dominique Vandamme, el también general Georges Mounton (a la sazón conde de Lobau) y hasta el mismísimo Fabrizio del Dongo junto al miserable sargento Thenardier. Napoleón no hizo distinciones entre unos y otros, sino que se dedicó con frenesí a activar el enlace «Añadir a mis amigos» hasta que agotó una onomástica que parecía interminable.
Su actividad era tan absorbente que al principio no se percató del cambio, pero enseguida advirtió que, a la izquierda de la pantalla, bajo el epígrafe «Amigos», el número de estos iba aumentando de forma imparable. Media hora más tarde, no menos de 120.000 prosélitos habían aceptado su solicitud de amistad, entre generales, oficiales de diferente rango, cazadores, pontoneros, dragones, granaderos, húsares, artilleros, voltigeurs y miembros dela Vieja Guardia Imperial (muchos de ellos galardonados por él mismo, en anteriores campañas, con la Legión de Honor).
Napoleón decidió que ese era el momento de compartir el primer comentario en su muro. Una encendida arenga a todos sus seguidores sería el mejor acicate para enfrentarse con honor y fiera determinación a los ejércitos que la Séptima Coaliciónhabía reunido para rechazar a l’Armée du Nord:
«Napo_Bonaparte. Amados hijos de la Francia eterna: puede que los enemigos nos superen en número, pero os aseguro que aun así tenemos noventa probabilidades sobre cien a nuestro favor. Ese petimetre inglés ha jugado ya su suerte y el resultado está a nuestro favor. Él es un mal comandante, sus tropas son unas malas tropas y derrotarlas será tan fácil como degustar una ración de chocolate con churros madrileños».
El discurso consiguió enseguida su efecto alentador. La primera señal sólo fue un tímido «A Jean-Baptiste Drouet le gusta esto», pero dos minutos más tarde, tras actualizar la página, a éste se le habían unido el general conde Édouard J. B. Milhaud con el Cuarto Cuerpo de Caballería, Jerónimo Bonaparte comandando una división del Cuerpo de Reille, los veteranos de Quiot al completo y 85.000 personas más. Una adhesión tan cuantiosa levantó sobremanera el ánimo del emperador.
Hacía tiempo que El Comandante en Jefe de las Tropas Revolucionarias fingía padecer una úlcera gástrica que le obligaba a mantener su mano derecha oculta sobre el vientre, con el objeto de mitigar los supuestos dolores que aquella patología le provocaba. En realidad, esta falsa dolencia no era más que un subterfugio para disimular, escondido en el hueco del puño, un pendrive donde almacenaba numerosa información de interés táctico junto a bastante otra de carácter personal. Napoleón insertó el aparatito en el primer puerto USB libre y comenzó a subir fotos a un álbum recién creado, con intenciones claramente propagandísticas.
El primer upload fue una de sus imágenes predilectas, captada por el fotógrafo de cámara, Jacques-Louis David. Se trataba de un retrato ecuestre donde El Salvador de la República y de la Patria aparecía cruzando el paso alpino de Saint-Bernard (en su versión de Belvedere, que como todo entendido sabía era la única que nunca precisó de retoque digital alguno).
Siguieron a aquella varios cientos de «jotapegés» donde fue etiquetando con meticulosidad a todos sus adeptos. Pero no fue del todo sincero. Bajo la foto que Meissonier le tomara años atrás junto a su alto mando tras la derrota en la batalla de Laon, incluyó un comentario engañoso que rezaba: «De vuelta a París, victoriosos, después de darles lo suyo a esos “guiris” de patillas largas y piel encarnada». Y en otra de las muchas instantáneas en las que el afamado Appiani plasmó al otrora general de brigada, primer cónsul y rey de Italia, Napoléon manipuló el siguiente comentario: «Apoteosis de Bonaparte. Celebrando la aplastante victoria en Waterloo con una monumental “fiestuki”. ¡Vive l’Empereur!».
Lo siguiente fue convocar unos cuantos eventos falsos con los que pretendía dirigir los movimientos de sus tropas y confundir al mismo tiempo a los mandos enemigos:
«Napo_Bonaparte te invita a un “macrobotellón” en las aldeas de Quatre Bras y Ligny el próximo 16 de junio a eso de las 13:00 a.m. Habrá armagnac y Saint-Nectaire a tutti pleni (más de lo primero que de lo segundo)».
Ignorantes pero animados por las falsas expectativas, las alas derecha e izquierda del ejército francés avanzaron hacia los objetivos señalados, convencidos de que aquella marcha se convertiría en un paseo militar. El amanecer del día 17, sin embargo, sorprendió al estratega con un puñado de desalentadoras notificaciones:
«Ney_Miguelón. Mierda de party. Ni coñac ni la madre que lo parió. Un puñado de hooligans británicos ocupaban ya la arena de la “celebreision”. Nos aplicamos a conciencia para desalojar el escenario. Inteligencia asegura que trasladan su fiesta a otra explanada, entre el castillo de Hougoumont y los huertos dela Haye Sainte».
«Manu_Grouchy. Ligny es una madriguera de bárbaros del norte. ¡Qué fuerte me parece! Huyen como cobardes pero amenazan con volver más borrachos todavía».
Al emperador no le desalentó este momentáneo fracaso. Evaluó con rapidez la situación y convocó un nuevo evento que, a su juicio, habría de ser decisivo. Mientras el mariscal de Grouchy terminaba de despachar a los prusianos puestos en fuga, él concentraría al resto del ejército con todas sus reservas en la vertiente meridional del Mount Sant-Jean, donde esperaba aniquilar a los regimientos aliados:
«Napo_Bonaparte. Gran fiesta definitiva y fin de temporada en las verdes campiñas al sur de Waterloo. Se garantiza diversión sin límites (y copioso botín) hasta altas horas de la madrugada».
Aquella noche la pasó en vela, pendiente de la pantalla del ordenador. Intranquilo ante la ausencia de noticias, no fue hasta bien avanzado el mediodía del 18 de junio cuando sus peores sospechas empezaron a confirmarse. Un aluvión de comentarios le demostró que las cosas por fin no resultaron como había planeado:
«Conde_D_Erlon. Desastre total. Un gentlemen inglés galopando en uniforme de paisano nos ha corrido a gorrazos blandiendo un paraguas mugriento».
«Pierre Cambronne. ¡Merde!… La Garde meurt, elle ne se rend pas!».
«SocialNet. Lo sentimos. Todas la fotos de su álbum han sido denunciadas por Mariscal_de_Campo_von_Blücher y 117.000 prusianos más».
Napoleón comprobó horrorizado como su contador de amigos disminuía de forma vertiginosa. El primero en desertar fue el general de división Bourmont, lo que no le cogió de sorpresa, pero en poco menos de dos minutos el total de sus partidarios se había reducido a tan solo cuatro incondicionales.
Una burbuja amarilla de advertencia saltó en el área de notificación anunciando que acababa de recibir un nuevo correo electrónico:
«El departamento de soporte de SocialNet ha recopilado numerosas evidencias de que Ud. está vulnerando las normas de uso de este servicio.Por motivos de seguridad, su cuenta será auditada por nuestros técnicos.Si desea continuar utilizándola, por favor,póngase en contacto con el administrador».
Napoleón comenzó a mesarse la barba de cuatro días en un gesto de resignada desesperación, mientras valoraba la conveniencia de responder a este último mensaje. Las elucubraciones del que fuera Gran Tribuno del Poder Popular se vieron interrumpidas por otro bip del altavoz. Esta vez fueron dos los avisos recibidos al mismo tiempo:
«Tienes un mensaje privado».
«Has recibido una invitación a un evento».
El privado, cuyo autor se identificaba bajo un sospechoso seudónimo, resultaba bastante explícito:
«Joseph Bottle. Enterados de lo tuyo en esos infectos barrizales de la Bélgica valona. Julie y yo estamos pensando cambiar de aires durante una temporada. Saltaremos al otro lado del charco. Nos recomiendan una larga estancia en un precioso pueblo del condado de Laurens, allá en Carolina del Sur. Waterloo creo que se llama. ¿Quieres que te saquemos un pasaje, brother?».
La lectura del mensaje terminó por exasperarle. Nunca había confiado en las habilidades políticas de su hermano mayor, pero aquella decisión precipitada le pareció una traición en toda regla. La decepción le obligó a cambiar su estado en SocialNet por una frase lapidaria:
«El talento no es hereditario».
Al fondo, hacía rato que la radio de galena repetía machaconamente el estribillo de un popular tema musical con el que, varios años atrás, un desconocido conjunto musical sueco ganó un reputado festival de canción pop europea:
«Waterloo, I was defeated, you won the war…
Waterloo, finally facing my Waterloo».
El advenedizo de Ajaccio se precipitó sobre el portátil para consultar el contenido del segundo mensaje:
«Duke_Wellington te invita a un evento. Disfruta de unas vacaciones pagadas en Saint Helena Warrior’s Rest, un lujoso resort en una paradisíaca isla del Atlántico Sur. Loyal and Unshakeable!!! Participar. Tal vez asista. Rechazar».
Su mano, crispada sobre el ratón, inició un movimiento nervioso de vaivén entre las tres opciones disponibles. Una gota de sudor que resbaló desde su sien derecha hacia la barbilla terminó precipitándose sobre el dispositivo señalador. El estímulo activó algún tipo de resorte oculto y el corso derrotado hizo clic sobre la primera de las alternativas. Se retiró de un salto hacia el centro de la habitación, sujetó la cabeza entre sus manos y comenzó a girar como un perturbado, buscando algún objeto sobre el que descargar toda aquella ira acumulada. Todavía confuso, se acercó hacia la radio, que seguía emitiendo la misma melodía:
«My my
At Waterloo Napoleon did surrender
Oh yeah».
De un puntapié destrozó el aparato, cuyos restos quedaron esparcidos sobre la moqueta de la estancia. Enel escritorio le esperaba la factura de la hostería con el importe de los servicios recibidos. Bonaparte cogió su pluma y rubricó: «Francia, el ejército, Josefina». Después de soltar la estilográfica, se desplomó con violencia encima de la chaise longe. Su puño, oculto bajo la guerrera, apretaba con fuerza el pendrive que, ahora sí, le dolía cada vez con más insistencia.
Don Juan:
Me daré una vuelta por la bodega a ver lo que se cuece por allí.
Vieja pared, casa nueva…
Morfeo y Lovecraft, ¿buscando váis otra cueva?
¿O montáis inmobiliaria para alojar quince estrellas?
¡No dejéis tan solitaria
la que fue mejor bodega!
Gracias Nuak, Pedro Blasco Tena y Don Juan por visitar de nuevo mi humilde morada (primera residencia, porque ahora tengo unas cuantas casas más que atender; ¡qué locura!)
Enhorabuena por el premio! Muy merecido.
Un abrazo.
Felicidades, Lovecraft, por el premio. Merecido.
Sacha y Patagon: gracias a ambos por las felicitaciones.
Sacha, eres muy perspicaz; me calaste desde el principio, pero no me quedaba más remedio que silbar mientras disimulaba mirando para otro lado.
Dilecto Ángel de Letras:
Tu reseña es excelente
y recordar a la gente
que contigo algo aprendió
no es detalle muy frecuente
en este mundo escritor.
Y veo en tu acompañante
de plumas de las que vuelan
que dejó algo en la tuya:
un buen premio y buena escuela.
Honor, Love de Pega (magnífica sonrisa arranca).
Mi mejor admiración.
Por fin se confirman mis sospechas, Mr. Bierce, el talento es muy difícil de ocultar. En la anterior edición del certamen tu comentario a mi relato,»Para Elisa», fue tan generoso y halagador que de alguna manera compensó la incomprensión de los demás.
Repito la enhorabuena.
felicidades por tu premio
Gracias Thomas Guhó. Enhorabuena igualmente por estar entre los finalistas. Ya te dije lo que opinaba de tu relato: otra genialidad.
Saludos
Bueno, Lovecraft, felicidades por el premio. «Waterloo…» me parece un ejercicio estético magnífico, atrevido, que desborda espontaneidad, frescura y humor. Mi «gold medal» es para ti.
Un abrazo.
Gracias, pequeño arbolito, por las felicitaciones. Ha sido todo un placer coincidir contigo en la bodega.
Pigmalión, me abrumas con esos agasajos. ¿Experiencia en concursos? Alguna tengo, pero en perderlos… Jaja. Lo de la charla sí te lo puedo garantizar. Nos veremos en Murcia, si no pasa nada.
Lovecraft.
MUCHAS FELICIDADES POR TU PREMIO!!!!!
UN BESO.
¿Monstruo? ¿Maestro? Curioso caso de dislexia, Lotte Goodwin. Muchas gracias por las felicitaciones, y lo mismo digo. Recuerda que te dije que veía tu relato entre los finalistas. Nos veremos en Murcia, si los robots no lo impiden (que diría Asesino)
Enhorabuena, Maestro,te lo mereces.
Si la cena fuera sábado (¡oído organizadores!), iría y tendríamos la oportunidad de conocernos e intercambiar experiencias. Seguro que aprendería mucho de ti, que por tus comentarios veo que tienes experiencia en concursos y a los que somos nuevos en esto nos vendría muy bien y, cómo no, tener la oportunidad de charlar con un hombre de corazón, además de buen escritor.
Estimados Sacha y Asesino: mil gracias por las felicitaciones. Enhorabuena a ti también, Sacha, por tu selección. Estabas entre mis favoritos desde que leí tu relato por primera vez. Asesino: me temo que el monóculo no me pegaría nada: soy bastante más informal de lo que crees. Cuando se caiga la última máscara y veas mi careto me darás la razón
Un abrazo a ambos
Enhorabuena, monstruo. A ver si nos podemos ver en la entrega de premios.
Un abrazo.
Ahora si, ya es oficial. Enhorabuena, maestro.
Un abrazo y vete colocándo el monóculo para asistir al evento con la distinción y el gracejo que te caracteriza.
Enhorabuena, sire.
Soy humano al fin y al cabo, Dies, y aunque os cueste creerlo también me equivoco. ¿Nervioso? Hay pocas cosas ya que me pongan nervioso, salvo la relaciones humanas, el miedo al folio en blanco, la incertidumbre en la que esta crisis nos tiene metidos, los exámenes, las obligaciones laborales, los conductores imprudentes, la gente maleducada, los acueductos, las calzadas, la educación, el circo y todas esas cosas buenas que han hecho por nosotros los romanos…
Desvarío
Te veo feliz con tu premio, Maestro. Hasta vas regalando tildes (dos de más en tu último mensaje). ¡Qué relax! ¿O son por nervios esperando la lista de finalistas? ¿No querrás llevarte todos los premios, verdad?
¿Nos vemos en el chat?
Dilecto Don Juan:
Honor a tí, que sin perseguir interés alguno nos has deleitado con el ingenio de tu verso y nos has divertido con la agudeza de tus apreciaciones. Otro que también dejará huella en esta edición del certámen.
No te vayas todavía,
No te vayas por favor…
Napoleón dijo en Egipto: “Soldados, pensad que desde lo alto de estas pirámides cuarenta siglos os contemplan”.
Hace días dejé en la bodega este recuerdo que no sé si te ha llegado: “Y visitó el palacete de un imperial Lovecraft, cuya espada atravesaba insolente las fronteras de la ucronía”.
Hacia ti, hacedor de un nuevo Bonaparte, se dirigen esta noche los ojos que leen y las manos que aplauden. Mas no desvelaré secretos por voces muy mal guardados.
Honor, Lovecraft. Y no será el último.
Si tienes tiempo y ganas, pásate por La vieja bodega.
¡Fiesta!
La «inútil» sombra de Don Juan siempre será bien recibida en este rincón. No son necesarias tus disculpas; lo importante es la intención. Suerte para vos en todo lo que os propongáis.
Gracias Jazzmina por tu visita y por tu voto. Suerte
Dilecto Lovecraft:
Excelente artículo el que recomendáis (sin doble intención, ¿no es cierto?). Mas me temo que caerá en muchos sacos rotos, pues la soberbia corroe y ciega. Gracias de todos modos. Siempre habrá alguien que comprenda y atienda. Quien tenga ojos… que lea.
Saludos y perdonad si no os doy mi voto, que sombra inútil soy aquí.
Voto por este relato
La verdad, se me había olvidado, Lovecraft. Muy de vez en poco me paso por aquí y, de pronto, acabo de acordarme de mis lectores a quienes, como mínimo, debo el haber dedicado su tiempo a mi relato. Y en tu caso, hasta dos veces. Por tanto, no hay cuestión. Con mi voto te deseo suerte. No voy a comentarte más acerca de los porqués. Tras los doscientos y pico comentarios, me temo que lo que yo pudiera añadir sería poco entretenido. Así que, cuando no hay novedades, lo mejor es callarse.
Lo dicho, suerte, Lovecraft.
Gracias por tu voto, Rulfo. Estoy convencido de que te veré entre los finalistas del jurado. Espero no equivocarme.
Voto por este relato
Enhorabuena, Lovecraft. Creo que sólo por el aporte de datos históricos, los conocimientos de ofimática y las traducciones al francés te mereces mi voto. Amén de por haberte leído y comentado el cien por cien de los relatos. Aunque creo que no lo vas a necesitar.
Felicidades
Aljibe, futur@ finalista del premio del jurado: gracias por tu voto
Voto por este relato
Salto por encima de tu muro, Esfarcies, para darte las gracias por el voto.
Saludos
Voto por este relato
Al final casi se me olvidaba dar las gracias a Avril por su voto. Pues eso, que muchas gracias.
¡Ay, que triste vida!
El recuento va tan claramente a favor de nuestro querido Maestro que yo no sufrí por dejar sólo votos a los que por tema, estilo, color y música me gustan más que Waterloo. Pero cada día miro, por, si se aupase algún otro hasta su altura, echar rápidamente mi garbanzo a la perola. Relájate un poco, Lovecraft, que correr es de cobardes.
Y ahora, humo negro mediante: en cuanto a esa confesión lacrimógena que se te ha escapado a cuenta de la soledad causada por los robots, Asesino, no te preocupes, que haremos como que no hemos oído nada. Habrá sorpresas, o no, detrás de otras máscaras, quizá incluso de la Morfeo, su Asesino o el Espíritu del Asesino. Como estaremos en carnaval, las veremos caer con regocijo, una tras otra; pero cuando nos quedemos desnuditos como bebés, yo pido que las críticas sigan siendo tan constantes y sinceras como han sido las de Sacha, Hóskar, Lamari y el propio Lovecraft, cuyos salones guardamos en su ausencia. Con ironía o cachondeo, cínicas o burlescas, atormentadas y desesperadas (por favor, por favor, por favor), pero sea en palacios, bodegas o corrales, auténticas. El puntito ya nos lo iremos cogiendo unos a otros y, además, los más tímidos siempre pueden optar por lo privado. O venir sólo a comer, beber y bailar. Bueno, hala, que ya limpio el cenicero de plata (¿sería un cenicero?) y me voy por donde he venido. Un abrazo, maestro.
¡Bravo, bravo! Van cayendo las máscaras a medida que se acerca el día en el que las ansias de protagonismo de algunos quedarán satisfechas, mientras que otros tendrán que retirarse a sus cuarteles de invierno con la certeza de que lo que escriben, otro año más, es carne de papelera. Es cierto que tildé de cuchipandi, de aprendices de juntaletras y de inclasificables (aunque pudiera aportar docenas de calificativos que mi educación retiene) a algunos contertulios, aunque tengo claro que no todos lo son, y ahora, tras unos días de silencio, se les revuelven las tripas porque no saben hacia donde dirigir sus dardos, con la rabia contenida del que no encuentra lo que busca, aunque lo tengan delante de sus narices. No despertéis a la fiera dormida. Os está mirando de soslayo. Está ahí mismo, a vuestro lado, sonriendo ante la demostración diaria de la estupidez humana.
Pasaba por aquí y…
Ven «pacá», escritor maldito, fomentador de mundos oscuros, nigromantes y heréticos. Guardian del secreto del lenguaje de las ocas disfrazado de informático. Sentémonos en el umbral de La Belle Alliance para echarnos un pito (al menos yo, no se si tu fumas), veamos pasar los cadáveres de brujos adivinadores y echémosles flores a su paso.
Tengo ciertos remordimientos: no me gusta engañar a los amigos, y el espíritu del Asesino no es tan generoso, ni tan buena gente como hace traslucir tu comentario en la bodega. Simplemente es vago y solo malgasta energía cuando el tema o la persona le interesa. Hace mucho tiempo que no persigue que hablen de el, sino con el, y mucho más tiempo que solo se defiende cara a cara, viendo los ojos del contrario, aunque solo sea en su imaginación. Por lo demás el Asesino se conoce y hay pocos insultos que le puedan hacer que no se haya hecho a el mismo; así que suele sonreír y olvidarlos al momento, más que nada por comodidad.
Otra cosa es cuando atacan a sus amigos. Y en este certamen ha habido ataques gratuitos e indiscriminados que le han jodido…más bien que le han molestado, porque tampoco eran más que pequeñas puyas malintencionadas que no podías rebatir, ya que no había una dirección a donde pedir explicaciones y ni siquiera estaba muy claro que fuera a ellos a quien iban dirigidas.
Mira por donde, el día ocho de enero me encuentro un regalo de Reyes que se me había caído detrás del sillón. Al abrir el paquete me encuentro en su interior que la «cuchipandi» se ha convertido en una pandilla de «inclasificables» junta letras y que nuestro cítrico crítico reclamaba un espacio de CONTERTULIO en esta mesa de locos, aportando como presente (Que digo yo..) un hermoso escrito que deja ver, por fin, los ojos de alguien a quien merece la pena mirar. Los rastros de rencor que pudieran quedar me los borró el conocimiento de que, el pobre (Que dicen en mi pueblo…) pasa hambre, al parecer de más de un tipo de carne, y eso, amigo mío, agria el caracter del más «pintao»… ¡Si lo sabré yo!
En cuanto a Lamari.. a esa loca genial no hay que tenerle nada en cuenta. No es más que una entrañable pirada que llegó a acusarnos de frikis que bebían egovino, mientras se marcaba una sevillana con el clavel clavado en la cabeza, que ya tiene guasa la cosa (Que diría ella). El caso es que, por «H» o por «B» está dispuesta a quitarse la máscara, cuchicheando con nosotros «sus» intenciones sospechosas.
Pero no te preocupes; los dos se emocionaron cual pipiolos románticos con El beso en el lago Cocibolca, y todo aquello lo dijeron para disimular la novela de Corin Tellado que leen cuando nadie los vigila o la lagrimilla que de vez en cuando se les escapa. Son buenos chicos.
Bueno, ya te dejo algo que corregir para que te quites el mono. Entremos a la suite 612 para echar un trago de ese egovino y celebrar que eres uno de los favoritos de los lectores…¿Como irá el recuento?
¡Señores, hagan sus apuestas!