106- Alipio en el País de los Maravillosos Móviles Inteligentes. Por Nuak
- 21 octubre, 2012 -
- Finalistas del certamen, Finalistas del público, Ganadores, Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, alipio, móviles, realtos, smartphone
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«España, líder europeo en usuarios de smartphones»
[publicado en diversas webs el 4 de junio de 2012]
Me despierta un mugido: cambié el tono de la alarma anoche, es lo más parecido a una estancia en casa rural que podré disfrutar este verano. No está nada mal, ha sido agradable amanecer imaginándome en una pradera pirenaica; la ilusión ha durado unos dulces instantes, hasta que he tomado conciencia del calor pegajoso que reina en mi habitación. Y digo «mi habitación» porque he dejado de ocupar al completo el piso que heredé hace dos años del abuelo Alipio. Desde el mes pasado vive conmigo Luis, mi antiguo compañero de facultad. Él tenía insalvables problemas de convivencia con el novio de su madre y yo necesitaba afrontar en compañía el enésimo incremento de la tarifa eléctrica. O Luis, o velas. Regreso a mis bucólicas fantasías con el dulce trinar que acompaña al tweet que envío quejándome por la subida del IVA. La bocina de un repartidor me devuelve a mi realidad mediterránea.
Alipio me legó su piso en la calle Calatrava, en pleno barrio del Carmen, y me niego a venderlo. Antes lo alquilo y emigro a un país con trabajo. Treinta años atrás heredé ya su nombre, pues mi padre decidió continuar nuestra saga alipia, que se remonta al tatarabuelo, mucho antes de que los Sánchez nos descontextualizásemos de nuestro terruño salmantino. Ahora me parecen un peaje justo las burlas en torno a mi nombre en el cole a cambio de un piso de adulto. En cualquier caso, llevo toda la vida procurando que la gente me llame «Ali», que resulta más digerible. Tampoco creo que mi nombre sea la razón de que esté en paro desde que cancelaron mi beca de investigación, la verdad. Eso se lo achaco más a Mariano que a Alipio.
Puse la alarma temprano, a las 9. Aunque no me sirva de mucho madrugar, aprovecho que de domingo a miércoles no hay follón nocturno en la calle para levantarme antes. Pillo a Luis saliendo por la puerta, me dice con un pie en la escalera que llega tarde —trabaja en un espacio de coworking, no sé muy bien qué hacen. Él, tampoco—. Saco una madalena de la bolsa gigante del superdescuento y me la zampo. Reviso los 20 tweets recibidos desde que me he levantado. Alguien me ha contestado defendiendo la subida del IVA. Que se joda.
Los miércoles me concedo un pequeño gusto: celebro el ecuador semanal bajando la calle hasta la plaza del Doctor Collado, donde sorbo un café solo con vistas a la Lonja, el edificio más emblemático de Valencia por más que la gente se llene la boca con la Ciudad de las Ciencias (y las Deudas). Antes, con la beca, derrochaba en cañitas afterwork rápidas en el Café Lisboa. Ahora, en cambio, paladeo su café con fruición, me imbuyo de sus aromas exóticos, me relamo de puro placer organoléptico. Parece que con mi miserable desempleo sin prestación he aprendido a valorar las pequeñas cosas… me hallo sumergido en estos pensamientos de abuelo cuando a una mesa más allá del olivo que me da sombra se sienta una tipa guapa. Bien guapa. La radiografío unos segundos: melena negra con corte folk, ojos tope expresivos, labios abundantes.
Regreso a mi smartphone. Antes de leer la prensa envío un whatsapp a mi grupo de amigos informándoles de mis estupendas vistas: «buenorra con Lonja al fondo». Sus respuestas amenizan mi lectura de los titulares de la mañana. Luis, Carlos y Pep reclaman una foto. Y la quieren ya.
«Tipo majo en la terraza del Lisboa. Guapete, pero demasiado enamorado de su móvil. Un friki», escribe ella a su grupo de amigas.
Mientras intercalo las noticias del diario Levante con las opiniones de mis colegas sobre la foto de la buenorra, pienso cómo podría entrarle sin espantarla (las propuestas que recibo vía whatsapp la espantarían).
«No, no, paso. Yo ni me levanto ni le digo nada», zanja ella la conversación con sus amigas. No le gusta mucho el chat telefónico, así que corta y cierra los ojos.
Se ha puesto a tomar el sol. Esa ni se ha dado cuenta de que existo. Lástima. Quién sabe, quizá me la encuentre alguna noche en la web de citas. Eso me recuerda que quedé con una para tomar algo en la zona del Cedro. No sé qué día. Consulto mi agenda en gmail. ¡Anda, se me pasó, habíamos quedado para ayer! Bueno, pues eso que me ahorré. Espero que sea de perdón fácil y que no dinamite mi reputación en la web por haberla dejado plantada.
Cuando la buenorra se cansa, le pega el último trago a su café con leche —ahora que pienso, hace más pinta de beberse un café de medio litro en Starbucks… supongo que habrá elegido el indie Lisboa debido a su terraza soleada— y se va. La estará esperando el novio con el cupé en marcha en alguna calle cercana. Juraría que me ha echado una mirada al doblar la esquina, aunque se gasta gafas de espejo. ¡Qué más da, tía al olvido, no pienso ir al Starbucks a forzar un encuentro casual!
Me queda medio café solo, qué bien huele, y la sección de deportes por leer. Se planta en el centro de la plaza el flipado que toca la guitarra todas las mañanas (todos los miércoles por la mañana, al menos. Y los viernes, que es cuando atravieso la plaza camino del Mercado Central, donde acompaño a mi madre a hacer sus compras, que también son las mías). Apenas me obsequia con cinco minutos de riffs desafinados porque no se sienta nadie en la terraza y se habrá percatado de que aquí el menda nunca le deja nada en la gorra. Al rato pasa de largo un vendedor de rosas. Llegas tarde, amigo.
En cuanto me alcanza el olor a shawarma del libanés contiguo decido que es hora de subir a casa y preparar uno de mis clásicos-básicos: espaguetis con atún y tomate. Estoy harto de ese plato que comencé a cocinar en mis años universitarios, pero sacia y sale barato. He buscado recetas parecidas en una aplicación para ineptos del fogón, el problema es que nada más empiezo a leerlas ya me parecen complicadas. Mi madre, que a sus sesenta se ha quedado anticuada, me llama desde su teléfono fijo, como toda la vida y a diario. He comido temprano, así que me pilla frito en el sofá: intercambiamos tres frases y sigo durmiendo.
Despierto cabreado, las siestas en verano me sientan fatal. Hago sonar el spoti, a ver si me espabilo. Meriendo algunas cucharadas de helado con cookies (vamos, vainilla con galletas machacadas, no hay más). El festival en Bilbao empieza en dos días y aún no sé qué hacer. Me llega la pasta para el bus y el abono y dormiría en casa de una amiga, aunque no debería tirar de ahorros si no tengo curro ni se le espera. En fin, voy a instalar la aplicación del festi, me ayudará a decidir.
«¿Os habéis dado cuenta de que charlamos como cotorras vía whatsapp pero hace semanas que no nos vemos los jetos?», pregunta Carlos. ¡Bah!, siempre ha sido un exagerado. Si nos vimos en un concierto en la WahWah, no hará ni dos semanas de eso.
Todavía tengo que mirar mis alertas laborales. Antes he de respirar hondo, llenar los pulmones de ánimo: las búsquedas suelen ser de lo más deprimente en los últimos meses. Casi que prefiero fregar antes un poco. Eso sí, primero de todo, un repaso al timeline en twitter. ¡Joder, ya está oscureciendo! Deben de ser casi las 10. El cabrito de Luis se habrá quedado de tapeo con los del coworking. Me viene a la cabeza el agosto pasado en el Arenal Sound con Lupe. Cómo nos reíamos juntos, cómo la quería. No, no tiene sentido irme a ningún festival este verano, acabaría muerto de pena. Me lío un cigarro, desde que opté por la confección artesanal fumo más, con eso de que sale tan barato… Una lata de birra de la nevera, a ver si me animo a ligar un rato online, que llevo siete meses intentando olvidar a Lupe.
Vuelvo a tener sueño y aún no he mirado las alertas de mierda. Me voy adormeciendo tumbado boca arriba. Hace un calor de tres pares. Se me van mezclando las ideas hasta el absurdo, se abre paso el sueño, interrumpido por el pitido amortiguado de mi bandeja de entrada. Debe de ser la retahíla de ofertas que recibo pasada la medianoche, fantásticos viajes a destinos alucinantes por precios de saldo, caprichos que no me puedo permitir ni en sueños. Pero tengo un smartphone, mi smartphone. ¿Qué más se puede pedir? Pues eso.
El relato fluye desde una aparente sencillez, que con frecuencia resulta de un trabajo más exhaustivo que cuentos barrocos repletos de adjetivos.
Reflejas bien la rutina, entretienes y mantienes el interÉs sin necesidad de recurrir a grandes sucesos, y eso tambiên es difÎcil.Es màs fàcil recurrir a las tragedias, los abuelitos, la muerte. Y ademÀs no hay ninguna falta ortogrÃfica, algo que no puede decirse de todos los relatos presentados a este concurso.
Enhorabuena y suerte
sort
Estimada Lamari:
creí entender que criticaba ciertas iniciativas que banalizan grandes obras revistiéndolas de tecno-modernidad hueca y me tomé la libertad de interpretar que las criticaba por banales, por lo que volví a tomarme la libertad de asociar su crítica a la de Pérez Reverte, que arremetía contra la estupidez moderna. De hecho, usted emplea dos veces la palabra «estúpido» para calificar tales iniciativas. Así que me parece que estamos de acuerdo 🙂 Gracias por haberme leído hasta el final, eso es siempre una gran alegría para quien escribe. Y gracias también por las estrellitas que iluminan la cara del pobre Alipio.
Señor o señora Nuak tengo la impresión que usted no ha captado mi mensaje o es que yo no he captado el suyo?.Leído su relato hago un poco de crítica a ese nuevo invento que tarde o temprano traerá dolores de cabeza.Crítica con sentido de humor, que bastantes penas tenemos que soportar día a día con el panorama que tenemos.Ahora si usted quiere que le responda de forma muy sería, porque a usted no le vayan las estupideces allá que voy.
Mire, de antemano le diré que no puedo analizar su texto de forma ortotipográfica, no estoy cualificada para ello, decirle que me ha parecido que refleja bastante bien lo que dice el señor o señora Wild.Que es ameno en su lectura porque no te hace huir del texto hasta que llega a su punto y final, que además tiene su punto divertido.Que espero tenga suerte y le voten como se merece.Yo le dí bastantes estrellitas, sé que quién verdaderamente lo pondrá en su lugar será el jurado.Ánimo
Lamari, pones buenos ejemplos de lo que Pérez Reverte calificó el otro día como lo más insoportable del mundo: la estupidez. Aunque pienso que hay cosas peores y que lo mejor que puede hacerse frente a la estupidez es ignorarla. Gracias por leerme y por tu extenso comentario.
Gracias Hóskar por tu comentario. Yo escojo teatro, cine y conciertos.
Gracias Stiva por tu comentario
Parece ser, porque lo he leído por ahí, que ha salido una nueva edición del libro “Crítica de la razón pura” para los nuevos estudiantes de filosofía adecuado a ese nuevo lenguaje de esa “obra capital” Whatsapp.Las palabras y las frases serán sustituidas por emoticonos y la “k” de kiero y el “x” de ” porque” desaparecerán de su rico vocabulario.Según el profesor de una Universitat que ha creado esta versión de Kant, “Para el fenómeno, que es lo que percibimos, la experiencia sensible, hemos usado el dibujito del delfín”.
Otra multinacional de la mensajería revela en primera plana que sacará otro pack con caritas de Belmez, a esta idea se enfrenta las mismas caras porque dicen que no se ha pactado nada sobre los derechos de imagen.Sigue la polémica porque tampoco está de acuerdo la asociación de empresarios de pinturas antimoho.De momento tendremos que apañarnos con esas caritas estúpidas y ese ” jajajaja” más estúpido aún.
La Iliada parece que ya está editando su nueva versión que atraerá a estos tipos de lectores…”Helena^__^Kisses”, esto no lo voy a traducir porque me van a sensurar, pero es muy fuerte, muy fuerte.Helena de Troya no merece tal bochorno porque en ” Juicio a una Zorra ” lo dejó bien clarito.
Bibliografía:Mundotoday, períodico de gran tirada online
Lamari le dice…
Felicidades por este trabajo
La nada cotidiana especiada con la impersonalidad tecnológica, Alipio encerrado en su mundo sin intención de salir de él, ¿para qué, si tiene su móvil «inteligente»?.
Buen relato: bien estructurado, léxico rico y acertado, con gancho.
Suerte.
Vamos caminando con pasos de gigante hacia un mundo absurdo en donde muchos nos convertimos en fósiles porque preferimos hablar cara a cara o escuchar una voz a utilizar el lenguaje podrido (como los que están a punto de admitirlo) y corrupto de los sms y los guasap. La vida es teatro, en directo. Los sms y demás compañeros tednológicos son cine; cada cual que escoja. Suerte.
Genial, inteligente y bien escrito.
No tengo nada claro que el Alipio narrador no esté también acoplado a las nuevas tecnologías como la cadena al retrete. Viéndote manejar los emblemas tecnológicos das la impresión de ser un atleta bien acabado en esto de consumir megabits. Buen relato, escrito con mucha precisión y abundancia de tecnicismos lo que, a mi juicio, refuerza la propia ironía del relato. Bien descrita la diaria rutina de estos tipos. Aunque a mí no me queda tan obvio que para ellos sea rutinaria esta nueva función social.
Suerte Alipio
Nuak:
Una buena ironía de la vida en tecnología. Pues parece vivir dentro de la tecnología, más que aprovechándose de ella.
Si lees mi relato sabrás de alguien que pasa de tecnología. Te espero en Terapia musical.
Suerte.
Un abrazo.
GRacias, Lotte. También es parecido al circo: payasete de vida triste que arranca alguna sonrisa.
Es lo del chiste: «Doctor, no levanto cabeza. Hablo solo, de repente me río… Qué tengo. Un smartphone.»
Es como un monólogo de esos que están tan de moda, pero bien escrito, con buenos cambios de escena y reflejo de esta generación algo estúpida que nos ha tocado vivir. También en lo del trabajo (más bien la falta de é) es tristemente actual.
Mucha suerte.
gracias. A Alipio le va más la cocina sencilla. Dentro de unos años se apuntará a un curso de cocina, pero él aún no lo sabe (aunque haya quien piense que es omnisciente)
Miércoles de nuevo. Hoy llueve, así que he cambiado la terraza por una de las mesitas pegadas al ventanal que da a la plaza del Collado. Bueno, os dejo, que tengo unos tweets por revisar.
Saludos desde el Lisboa
Muy bien. ¿Por cierto a Alipio le gusta el gulash? Suerte
Totalmente de acuerdo con Cachorro Pichulita. Es un giro totalmente válido, de un narrador homodiegético a otro. Y además, diferenciado mediante el uso de cursiva.
A mi me ha encantado cómo relatas la sociedad en la que vivimos, enganchada a la tecnología sobre todas las cosas. Enhorabuena.
aparte de que se haga la picha un lío con los narradores y de que no respete la más elemental y sagrada estructura de un relato, la nuak esa se lo ha inventado todo. Yo nunca me he sentado en ese café.
Alipio
Gracias, Imna. La GB marcará un antes y un después 🙂
!Juntos podemos!
Gracias, Lectora. Desde luego que un smartphone permite viajar en muchos sentidos, así que en el caso de Alipio es una herramienta de ocio muy rentable (bueno, eso creo por lo que sé de él)
hola, Aria
como dice Cachorro Pichulita, hay un cambio de narrador y está en cursiva. Puede gustar más o menos que un texto se salga del más puro academicismo narrativo, pero te aseguro que alguien que pule los textos que escribe no introduce un efecto así por error.
El relato pretende reflejar la rutina diaria de una persona en cuya vida no pasa nada destacable. Por eso en el desenlace tampoco pasa nada trágico en sí, aunque todo el relato narra una tragedia social presente (falta de oportunidades y conformismo). Volvemos a lo mismo: quien tiene vocación escritora no se pasa la vida escribiendo constreñido por fórmulas académicas. Y, por supuesto, esa «desviación» puede gustar o no al lector. Para gustos los colores y, para debatir, estos comentarios.
saludos
Coincido contigo, Cachorro. Es un buen relato.
Saramago – por ponerle nombre otro ejemplo de lo que «ARIA» consideraría un fallo gordo – escribe con su particular manera de usar/no_usar los signos de puntuación en sus libros y logró el Nobel de Literatura.
Ahí lo dejo…
Salu2
Buen relato, enhorabuena.
No estoy de acuerdo con las críticas al cambio de narrador. Incluso viene avisado con un procedimiento paratextual: la letra cursiva. Vamos, que el autor nos lo ofrece «mascadito». Vargas Llosa empleó en alguna ocasión un punto de vista cambiante que algunos han llamado «líquido» y nadie le dijo que estuviera cometiendo un «fallo grave».
Saludos
Chico, te superas diariamente. Me ha encantado tu redacción y el vocabulario empleado. Engancha…, aunque ciertamente el contenido me suena mucho. La tecnología nos tiene atrapados, debe ser por la compañía que nos hace. Tienes futuro con la pluma, no desistas nunca. Un saludo de tu compi de la generación bibliocafe
Pero… está narrado en primera persona. El narrador ES el protagonista. Son detalles que deben cuadrar, no sé si me explico. Ahí te dejo unas estrellitas para ti.
Pero tengo un smartphone, mi smartphone. ¿Qué más se puede pedir? Pues eso.
Pues eso, que mientras no se tenga algo más ilusionante habrá que conformarse con el smarphone, triste pero real como la vida misma actualmente.
Me ha gustado el relato. Suerte
Fallo muy gordo. El punto de vista de primera persona pasa inexplicablemente a omnisciente. ¿Cómo puede saber el contenido del mail de la guapa vecina de mesa?
Acción lenta. No hay nudo y por tanto no hay desenlace.
De todas formas suerte.
Mis felicitaciones. Le he dado la máxima puntuación.
Suerte
Me gusta mucho como escribes, es puro reflejo de la realidad virtual en la que vivimos. Enhorabuena!
Los Alipios son los Gollums tecnológicos de la Tierra, les basta con su tessshooorooo para la conexión sin comunicación
Es una pena que la tipografía que han elegido los señores diseñadores para esta página sea un autentico desastre, no se ve nada y no se puede disfrutar de la lectura. ¡Que vuelvan las letras romanas, ya!
Muy bueno, no me sorprende, no esperaba menos
Chissà chissà chissà
La vida sin smartphone ???
Gracias, Odisea. Deberías presentarte a jurado de certámenes, sin duda 😉
freshquíssshhhimo
Suerte Nuak, Alipio se merece el premio!
Muy bien escrito y resuelto.
Un saludo
Pues para estar en el paro ¡vaya ajetreo que se trae! No me extraña que no haga caso a las alarmas de trabajo, si es que debe estar agotaoooo..
Me ha encantado. Fresco. Irónico. Bien redactado. ¿Qué más se puede pedir?
Suerte!
Pues sí, suerte hace falta para destacar entre 262 relatos. Cinco lectores ya son una alegría. Gracias por vuestros comentarios.
el Alipio que conozco es más de partidita de dominó que de smartphone
Gracias. El nombre se lo debo al padre de un buen amigo 🙂
Me alegra haber resultado creíble. Gracias
Gracias. El protagonista no sabe lo que escribe la chica de la terraza. De hecho, su segundo whatsapp viene seguido de esta reflexión de Alipio: Se ha puesto a tomar el sol. Esa ni se ha dado cuenta de que existo.
Bien escrito. Suerte.
Buena descripción de un personaje atrapado, muy acorde el «idioma» que utilizas y se lee con agrado. Sólo me ha rechinado que el narrador/protagonista sepa lo que escribe la «buenorra». Cuéntame qué app consigue eso para cuando libere mi smartphone de la caja en la que sigue recluido. ¡Suerte!
Este mundo virtual por algún motivo me evoca «I’m a Barbie Girl in a Barbie World». ¡Por Cástor y pólux! Espero no entrar en él jamás. Me ha gustado tu relato, y si Alipio existe, dale una colleja de mi parte, a ver si espabila. Suerte
No sólo existe tal nombre, sino que además hay todo un santo para festejarlo (San Alipio de Tagaste, buen amigo de San Agustín). De lo que se entera uno cuando su curiosidad se ve espoleada. Al cuento, que es lo que importa: has escrito una sátira muy divertida sobre otro monótono día en la vida de un joven perteneciente a la Generación Y. El relato no podía terminar de mejor manera, con una frase que resume como pocas lo que buena parte de nuestra juventud considera hoy «el sentido de la vida»: «Pero tengo un smartphone […]. ¿Qué más se puede pedir?»
Que la tecnología te acompañe hasta el éxito
¡No sabes como me alegro de vivir en la prehistoria!…eso sí, tiene la desventaja de que me pierdo en los relatos que incluyen la tecnología de artefactos del diablo. No dudo que el tuyo está perfectamente escrito, pero me agobia la posibilidad de vivir un día como el de Alipio. Eso si, me has culturizado porque ya se lo que significa organoléptico, palabra que me ha encantado y de la que no tenía ni zorra idea.
Mucha suerte y, cuando te canses de los móviles, refugiate en el obsoleto pais de los nostálgicos. Allí se liga cara a cara y la piel de los humanos se puede tocar con las manos.