131- Noctívago. Por Greta Magrat
- 25 octubre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, deseo, relatos
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Cuatro años atrás, en su casa, una hora antes de la presentación de su libro, que ya se presagiaba cómo un éxito de ventas, Desiree ajustaba los pliegues de su vestido ante el espejo, elegante y espectacular… Él disfrutaba su sensualidad; era su máxima, la perfección, se podría decir que la había modelado a su antojo, siendo ella su obra. Incluso decidió bautizarla con otro nombre, y Desiree le pareció perfecto… Sus dos deseos se aunaban, musa y escritura, aunque este último se le resistía; la escritura no siempre permanecía cercana a él y ello le llevaba a realizarse preguntas; ¿podría poseer, moldear a su gusto esa inspiración, su otro deseo? Una sonrisa malévola se apoderó de su gesto. Mientras, seguía observándola. Miró el reloj, se acercó y acarició sus hombros, le agradó la imagen reflejada de ambos frente al espejo, la del éxito. Nada le hizo presentir que aquella noche los sucesos cambiarían el curso de su vida…
Ahora solo le queda el recuerdo enganchado a sus letras pasadas, desde entonces sus días son todos iguales y el insomnio voluntario al que se somete solo genera en él locuras transitorias que le hacen perder la conexión con la realidad. Sus intentos por escribir son infructuosos. Reaparecía en sus sueños cada día para que no olvidara…
Amanecía, otro día más que empezaba, otro que se fue. Se levantó de la silla tras la vigilia nocturna, el sueño se iba destilando por su cuerpo a pequeños impulsos. Había estado buscando la idea como quien curiosea el interior de un baúl olvidado; pensaba abandonar ante el hecho de correr tras esas letras que huían de sus pensamientos. Aquel papel en blanco era la prueba de su crimen.
Incapaz de pronunciarse bajo el yugo del miedo que se apoderaba de su voluntad, el tiempo hacía su recorrido hacia atrás y la liturgia lo desplazaba hacia el sueño. Por un momento solo deseó gritar al amanecer irreverente que se despegaba de su camino. Se recostó en la cama aún vestido, sus ojos se dejaban llevar hacia el sueño, buscó un punto fijo en el techo agrisado y resquebrajado de aquella habitación, doliente testigo de encuentros en el olvido.
–¡No quiero dormir! –gritó en el silencio. Nadie le escuchó.
Desde que su necesidad de escribir se instaló en él…, la deseó tanto. ¿No fue suficiente?, ¿qué exigencia inmoral lleva a uno a matar a quien le da lo que más desea?, estaba cegado por los influjos hechiceros de su éxito… Se levantó de la cama, la luz le deslumbraba, vagabundo encerrado entre paredes, así se sentía. Aquel secuestro propio de un loco era su obra…
–¿Dónde estas?... –clavó sus rodillas en el suelo, dejando caer sus lágrimas en un último ejercicio histriónico–. Apiádate de mí, te echo de menos, es injusto que me abandones –este acto de contrición llegaba tarde…
Agotado y desfallecido en aquel suelo de mosaico sin brillo, su dolor se hizo profundo; conocía su pecado y la condena era la renuncia al sueño. Revivía en ellos el placer doloroso de su pérdida, se cerraron sus ojos y volvió a sentirla, tan real. El deseo de sus labios húmedos, la inquietud casi adolescente de perderse en el mapa del placer, de recorrer sus zonas prohibidas, lo relegaban a la torpeza de aquel rito iniciático de sensaciones y sentidos que de nuevo se apoderaba de él. El juego impostor nada le ofrecía que no suplicara.
La impotencia de sentirse sometido como un esclavo lascivo que renuncia a su identidad; de ahí partió el problema aquella noche, donde Desiree, altiva y con gesto de supremacía, generosa en sus atributos, lo dejó varado a las puertas del deseo, desafiándolo.
–Dilo…, susúrralo, me necesitas y yo sin ti no existo, será otro efervescente placer que te dará el poder de poseerme…–Solicitó su atención.
–¿Te quedarás esta vez? –tenía un irrefrenable deseo de poseerla, y sin embargo se sentía aturdido ante la felicidad que le daba verla de nuevo. El sueño se adentró en el pasado y las rejas se abrieron de nuevo llevándolo directamente al día que todo acabó–. Soy el dueño de la palabra, ¿entiendes?, he surcado páginas de historias increíbles y aventuras. Mi imaginación me lleva a ser el único poseedor de la magia. Podría seguir mi camino sin ti… Te prostituyes por y para mí –le increpó desde su ego.
Ella se sonrío desafiante y le recordó…
–Olvidas que la inspiración vuela libre. Vendo mi cuerpo a quien me place a cambio de anhelos, es el justo pago, lo cual no me hace prostituta de ningún ser humano y su ego. ¿O acaso no te estás arrastrando ante mí?, soy dádiva de deseos, me visitas irremediablemente cuando el sueño se afinca en ti y tus ojos se cierran involuntariamente. ¿Lo dirás?, sabes que es la única manera de mantenerme a tu lado –le volvió a solicitar.
Él acercó su boca a la suya como acto de poder, lo quería todo.
–Deja que te posea, quédate conmigo para siempre, ya no habrá más sueños, solo seremos tu y yo.
Los ojos de ella brillaban y lo observaban, a la vez que susurraba en su oído:
–Dilo y destilaré en ti la savia de mi cuerpo, serás el más grande, cae ante mí y seré parte de ti.
Frente a frente acaricia su cuello, suavemente lo cerca con sus manos y lo aprieta con la fuerza de quien no aprecia lo que tiene, con la soberbia del autor encumbrado…
–Ahora tu provocación se torna liberación para mí, yo seré el único dueño de mi inspiración ¿entiendes?… –le recriminó.
La sorpresa se apoderó de ella y sus pupilas dilatadas le suplicaron que no lo hiciera. No hubo oportunidad, sus palabras enmudecieron a la vez que el último estertor la hizo humana, Desiree yacía en el suelo…
Su peor pesadilla, confundir el deseo con la inspiración que emanaba de ella, se hizo realidad. Abatido por el esfuerzo, entre lágrimas reconoció su error, había matado a Desiree. Quedó a sus pies la musa de sus palabras y, con ello, su obra. La sensación primaria de carencia de libertad le llegó de aquellos grilletes que apretaban sus muñecas. No hubo presentación esa noche, ni más libros. Poner a prueba a su musa no fue más que ponerse a prueba a sí mismo.
Abrió los ojos y volvió al presente. Desde el frío suelo observó el techo de nuevo y las sombras que se proyectaban desde aquella enrejada ventana que era su condena, la cárcel de sus delirios… La sentencia: asesinato, no había vuelta atrás. Ante la impotencia tras aquel sueño, solo tuvo la capacidad de destilar un pequeño hilo de voz que se asemejaba a ese susurro solicitado tiempo atrás… Arrastró sus pies, pesados, hacia el escritorio, y en el folio en blanco solo acertó a escribir dos palabras, las mismas que se repetía a diario…
–Te deseo.
Greta:
No quería que esto acabara sin despedirme de ti. Me ha gustado conocerte, que tengas mucha suerte en todo y sigue escribiendo, por supuesto.
hay tras las palabras que nos relata un alma que transmite ternura. Desde una sensibilidad a flor de piel, nos arrastras con tu relato haciéndonos cómplices. Una vez más me descubro
para reconocer que tu palabra me hace soñar, siempre
Difícilmente podemos lograr ser los dueños y señores de nuestra inspiración. En tu relato reflejas perfectamente ese sentimiento de impotenciadel escritor cuando la musa inspiradora desaparece.
No basta con desearla cuando se muestra esquiva.
Me ha gustado mucho tu relato. Te deseo suerte.
Como aficionado a esto de crear historias tomo nota, siempre respetar musas y personajes. Muy buen relato, somos, como escritores, lo que nuestra inspiración; no hemos de creernos sus amos.
Reconozco que me ha encantado la definición de la musa Desiree… Vuela libre; vende su cuerpo a quien le place a cambio de anhelos; dádiva de deseos; fantasma que aparece cuando se difumina la línea que separa la viigilia del sueño. Siempre caprichosa. Eternamente mujer. Suerte
Confundir pasión con letra, es quemarse en una hoguera de forma voluntaria, tiene sus riegos, tú lo explicas con intensidad narrativa, hasta la obsesión y la aniquilación.
Felicitaciones y mucha suerte, no te fallan las Musas, nooo.
zorte
Yo digo Greta lo mismo que el señor plumilla mayor del reino( no se lo tome a mal Love , pero es el que más sabe de este tema.Venga, no ponga esa cara, que es así y le respetan sus opiniones porque sabe tela marinera).Le decía Greta que cuánto más leo, más miedo me da opinar porque yo ni escribo, ni se me ocurría viendo este panorama.Mis musos no me abandonan, ni me dan opción a cogerlos por el cuello y ahogarlos, directamente me ven y salen corriendo.Yo le diría algo muy simple que se dice por la andalucía de mi alma y que es una frase más cortita que mis entendederas.¡¡¡viva la mare que te parió!!!
Le dejo bastantes estrellas
La Noctí_vaga de las letras…lamari
Hoy se cumplen 70 años del estreno de Casablanca, amigos, vamos a celebrarlo al café de Rick,
“presiento que este es el comienzo de una hermosa amistad”. Dies, Morfeo, Bonsái, Rioja, Sol, Isótopo, Lovecraft, don Juan… Y tú también. Todos juntos a conmemorarlo sin guión preconcebido (como Casablanca y como la vida misma). Volveremos a oír “tócala Sam, déjame recordar… Tócala Sam, toca…”
Si no pudierais venir, me ha dicho Rick que no os preocupéis, que “siempre tendremos París”.
Tararará, tararará… El tiempo pasará…
Greta Magrat:
Un relato bien llevado.
Expresas el delirio, la adicción o la esclavitud, que significa escribir.
Un abrazo.
Estupendo, estupendo. Me ha gustado muchisimo.Besos
Grieta:
Es la tercera vez que intento escribir el comentario y se me va, se me borra… Alguien lo maneja por mí (¿serán las musas?) bueno, como iba diciendo tu comentario tiene varias lecturas: relación escritor-musa, endiosamiento del escritor que triunfa y la literaturización de la vida, con la consiguiente confusión entre realidad y ficción. Sí, me ha gustado y lluvia de estrellas para
Grieta:
Tiene muchas lecturas
Me parece un relato muy bueno, la forma, el ritmo, la cadencia…Original la relación escritor musa, más que musa inspiradora, parece amante, una amante cansada de un engreido escritor. Interesante desde la primera línea.
Te deseo mucha Suerte.
Impresionante!!
La tensión que te mantiene en vilo todo el relato, una relación muy complicada y un original enfoque el que has dado a tu historia.
La forma de contarlo, genial!
¡Mucha Suerte!
Esta relación del escritor con su musa, acaba casi como un crimen de género, la mató porque era suya. Y al leerte recordé una historia de Paul Auster en su novela ‘El libro de las ilusiones’
Mucha Suerte.
A Valle Inclán le gustaba más nochiérnago.
El relato es tan trascendente que cualquier comentario lo contaminaría.
Suerte.
Me encanta el título de tu relato (¿sabes que hay una especie de murciélago cuyo nombre científico es Lasionycteris noctivagans?). El escritor esclavizado por su propia inspiración. Un punto de vista interesante sobre un problema al que tarde o temprano se enfrenta cualquier escritor.
Yo también «Te deseo»…suerte