155- Viernes. Por Anaxío de Eu
- 28 octubre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, mudo, relatos
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– ¡Mudo!, ¡Mudo!, ¡Mudo!- Gritaban unas niñas de entre 6 y 10 años y salían corriendo.
Quino, pronunciaba la vocal “a” de una forma desgarrada, profunda y alta. Gritaba y salía tras ellas.
Eran poco más de las 7 de la mañana de un viernes. Ese repetitivo sueño le había despertado, pero ya no merecía la pena seguir durmiendo. A las 7:15 era la hora en la que el despertador sonaba y había que levantarse. Una duchita, a vestirse y bajar a desayunar.
Hoy tocaba taller de manos, o lo que es lo mismo, coger chinchetas e intentar pegarlas lo más fielmente posible a un dibujo en un cartón. No le disgustaba, pero tampoco era una de las cosas que más le apasionaran.
Quino, pese al sueño, estaba contento: hoy era el día en el que podía irse de la residencia, él solito, para ir a ver a su madre. La residencia estaba a 70 km de la casa de su madre. Un buen paseo, coger autobús, metro, trenes… su aventura de todos los viernes, que ansiaba desde el mismo sábado. Un recorrido que siempre tenía parada “obligada” en el mismo corazón de Madrid, la estación de Sol.
Afeitado, perfumado y con esa pequeña obsesión que le atormentaba (él lo sabía) de que alguna prenda de ropa le faltaba en su armario (¿pequeños fantasmas?), se despidió de dos monitores con una expresión ambigua.
Pese a conocerse perfectamente los 100 metros que distaba la puerta de salida de la residencia a la parada de autobús, tropezó 3 veces. Palpó, más o menos bien, lo que él vislumbraba como lateral de la marquesina y supo que ahora sólo le quedaba esperar. Hoy se había levantado con dos nubes en los ojos, era un mal día para su visión pero no le estropearía el paseo tan ansiado.
Se subió al autobús y se sentó junto al conductor. Ya eran amigos. Quino le contaba su misma pena:
– Claro, como aprendí a hablar tan tarde…en el colegio no entendía nada. Un profesor se puso conmigo por las tardes y gracias a él y al empeño de mis padres comencé a hablar con 7 años. Lo de leer fue mucho más tarde. ¡Cuánto me hubiera gustado estudiar! ¡Cuánto me gusta hablar! Cuánto me gusta leer…- decía con voz decadente en ritmo- Me gusta aprender, pero la vida no me dejó.
– Pero Quino, ¡aún no es tarde!- le comentaba semana tras semana el conductor, parecía déjà vu pactado.
– ¿¿¿Qué dices???- No le había entendido nada.
– Que aún no es tarde, que estudies – subió aún más el tono el conductor.
– Ah! No. Ahora veo mal, no puedo leer. Pero el pasado es pasado y punto, no hay que pensarlo. Siempre me lo dice mi madre. Ya está. Ahora dibujo, pero lo que dibujo, me lo quitan…como la ropa.- Quino volvía a sus fantasmas.
– Esta es tu parada. Ten cuidado. Hasta la semana que viene.- Se despidió el conductor
Llegó a su andén, montó en su tren y se bajó tres paradas antes de su destino: Sol. Quino estaba contento, tenía una hora para andar por la gran ciudad, para él increíble y distinta, aunque la “viera” cada viernes, de cada semana. Pese a los tropiezos, alguna caída y su mal parecido sonambulismo, disfrutaba como un niño de ese paseo semanal.
Bajarse en Sol era algo grandioso. Estaba en pleno centro de Madrid. Y él solo. Se sentía como uno más de toda aquella gente que iba y venía. Se sentía independiente, autónomo, seguro, fuerte. Se sentía feliz. Primero pisaba la losa que pone a O el kilometraje de las carreteras de España y miraba hacia la fachada de Real Casa de Correos. Él tenía su propia visión de lo que significaba / albergaba ese edificio. Se imaginaba ser uno de aquellos hombres, para él “de negocios e importantes, trajeados y con mando”. Entablaba conversación con alguien, si le dejaban. Después, bajaba por la Carrera de Los Jerónimos, para estar junto a los leones del Congreso, con la esperanza de ver a algún político y decirle lo que él pensaba y todas las cosas que se podían hacer (además de lo que hacían mal)… ¡Ay si él pudiera cambiar las cosas! – pensaba-.
Con la visita a la puerta del Congreso, su paseo terminaba y daba media vuelta. A la hora, cual reloj, volvía a estar en el andén. Tomó su tren y se bajó en su parada. Sólo le quedaba un paseo hasta su casa. Las preguntas de su madre, que no contestaría. Una lista de la compra, como tarea. Y esa noche, dormiría plácidamente en su cama.
Durante el fin de semana recibiría más de una reprimenda de su madre por no parar de hablar, como siempre, pero con lo que le había costado aprender ni nada ni nadie tenía potestad de mandarle callar. Hacerlo, podían, otra cosa es que él callara. No lo haría jamás.
* * * * *
– ¿¿¿Antonio???
– Antonio, es tu madre, te paso el teléfono.
– Dime mamá. ¿Qué pasa? ¿No ha llegado a casa Quino?
– No hijo. Estoy preocupada. Me han llamado de la residencia a las 12:00 que había marchado y son las 17:00.
– Pero mamá, ¿cuándo ha llegado a las 17:00? Nunca. Siempre llega a las 18:00. No te preocupes que estará de camino.
– Si es que ve mal y oye peor.
– Que no te preocupes, que estará bien. Hazme caso.
* * * * *
1 de febrero de 1940. Eran las 6 de la mañana. Era jueves. Adela se puso de parto de forma inesperada. Antonio llamó corriendo a la partera para que viniera a ayudarles. Era demasiado pronto, no estaba en fecha.
2 de febrero de 1940. Eran las 12 de la mañana. Era viernes. Nació Quino. Adela no aguantó más y dio su último suspiro. Metieron a Quino entre algodones porque así se decidió. No sabemos si le llegaba bien el oxígeno y si eso fue bueno o malo.
1 de febrero de 1943. Eloísa llevaba tres días en casa. Quino estaba contento, ya tenía mamá.
2 de febrero de 1945. Era viernes. Quino tenía 5 años. No sabía hablar, pero quería hacerlo. Se agobiaba porque sólo le salía una “a” profunda, desgarrada y alta, muy alta.
Te dejo mis estrellas y mis deseos de suerte.
Entiendo que Adela murió al nacer Quino. Y que Eloisa cuidó de él como una madre. Y entiendo poco más.
Suerte.
Pobre hombre. Medio ciego y casi mudo. ¡Si hasta le parecía grandioso bajarse en la Puerta del Sol!. Supongo que no lo haría durante los más de cinco años que ha estado en obras (idea del alacalde la tuneladora) porque su integridad personal corría un gran riesgo. Suerte.
Estimado Bonsái,
Muchas gracias por leer mi relato y dejar tus impresiones.
Un abrazo y mucha suerte
Anaxío de Eu:
Tu cuento me ha gustado. Y te voy a explicar porque:
Tratas un tema delicado viéndolo desde el punto de vista del afectado. Un individuo que tiene muchos problemas, pero que sabe disfrutar de lo que posee, que sabe sacar jugo a lo que tiene.
En cuanto a la redacción eso ya es diferente. Creo que debes leer una y otra vez el texto. Al comienzo sobre todo hay reiteración de vocablos. Tienes que tratar de evitarlos. Ya sea formando la oración de otra manera o buscando sinónimos.
Nos dejas con la duda de qué le ha sucedido al personaje. No es un final abierto. Es que le falta el final. Creo que te has perdido en explicaciones de lo que le sucedió. No está mal darlas, pero podrías haber intercalado esta información en el relato. Haciendo un cuento no lineal.
Hay que corregir muchas cosas, pero hay madera, hay calidad, tienes lo necesario. Te falta dedicarle tiempo, esfuerzo, trabajo. Estudia, aprende de las críticas y lee el relato unos cuantos días después de haberlo escrito. Te sorprenderán los defectos que encontrarás.
Después de pasar la idea a papel, viene la etapa tediosa pero imprescindible de las correcciones. Debes hacerlo más de mil veces si es necesario.
Tu historia puede ser estupenda.
Va mi enhorabuena, pues por algo se empieza y tú has comenzado con una idea correcta.
Un abrazo.
Muchas gracias estimado Don Juan, gracias por sus estrellas…
«Por doquiera me distraigo
con su agradable recuerdo,
y si un instante le pierdo,
en su recuerdo recaigo.»
Un abrazo
¡Oh, Anaxío de Eu! Gracias por tu comentario.
He vuelto a pasar por aquí para prender brillantes puntas en tus estrellas (la espada pudo herir, mas no debe matar).
Saludos de este personaje que salió de páginas antiguas con el propósito de distraer… y de recuperar un poco la literaria memoria de su hacedor Zorrilla.
que la espada los corte bien… ¡Vive Dios!
Osaré a tutearte ( otra vez gamba meteré, quizás no
Ay amigo…hieres bien.
Sabiéndolo a duras penas, osé a dar al «send».
Sin previa revisión
E impune creí vérmelas
¡Ah, cruel!
Ay, amigo…dices bien
La tarde, sombría es si de invierno viernes es.
Querido Don Juan, aclamo
para que puedas leer
este texto pueril -al final creo, o no creo-
parí con dolor posterior de una vez
Ay, amigo…rimas bien
Y buen letrado y buen amado
Si es que Don Juan es un título
que llevas muy pero que muy bien.
A Dios, a ti, a tus palabras…
a mis números, sangre y vida
Pues leí que os gustaba la dialéctica a tres manos…
¡aquí os vengo yo a ver, Anaxío de Eu!
Enternecedor relato el vuestro, ¡a fe mía! Remueve y conmueve.
Mi espada osa daros consejo sangriento:
¡Quitad, por Dios, esos números, rivales de cualquier letra! Y guardaos, os suplico, de esas 4-cuatro “tarde-tardes” repetidas, que hieren como mi acero. Os siento capaz de hacer una mejor madera de vuestro árbol si podáis algunas ramas y cuidáis las nuevas hojas.
Me acogió vieja bodega y un alma de carrusel…
Allí vaga don Juan Tenorio
para quien quiera algo de él.
Me paso de nuevo por el rincón de mi amigo Anaxío de Eu para invitarle a La vieja bodega y pedirle que se meta en la dirección que allí he colgado hoy.
Nos tomamos una cervecita o lo que te apetezca, y luego la cuelgas tu aquí si te apetece.
Un abrazo
Estimado asesino de Morfeo,
No sabes cómo me alegran tus palabras…
Has cogido al vuelo el relato (hay varias líneas e interpretaciones, bajo las tres directrices centrales que explicaba a Lovecraft).
Como he dicho, me alegra mucho tu comentario, sobre todo, porque con los dos anteriores me he dado cuenta de que, quizás, no había estado a la altura de la situación por errores gramaticales y ortográficos(que cuanto menos duelen al verse uno mismo preso de sus propias limitaciones o malas elecciones -quizás más esto último, me gustaría creer-).
Muchísimas gracias asesino de Morfeo, por tu tiempo, por haber leído esas líneas, por comentarlas y por el ánimo. MUCHAS GRACIAS.
Un abrazo y, por supuesto, mucha suerte.
Anaxío de Eu
Hola Dies,
Al igual que le comentaba a Lovecraft, quería agradecerte tu lectura, tiempo y consejo.
Bien es cierto que conozco los dictámenes de la RAE, pero con todo el texto completo y la numerología en letras, lo cambié porque no me gustaba a la vista…
En fin, está claro que, definitivamente, a veces no sabemos porqué hacemos tal o cual cosa, simplemente la hacemos pensando que el subjetivismo prima sobre el objetivismo y las reglas… mal hecho, sí señor.
Muchas gracias Dies y muchísima suerte para tí también.
Un abrazo
Anaxío de Eu
Estimado Lovecraft,
Lo primero de todo, agradecer enormemente tus comentarios, apreciaciones y consejos. Desde la sinceridad: muchas gracias.
Lo que comentas del esquematismo, tienes toda la razón en lo que apuntas. Sobre las tres interrogaciones,decirte que al escribir imagino el texto pronunciado por el personaje. Desde mi ignorancia (que es infinita ;-)), entendía que era una buena fórmula para enfatizar la pregunta y dotarla de la entonación correspondiente. Me documentaré sobre ello. Gracias
Comentas también la estructura,(me apena no haber llegado a mi objetivo por tu comentario) decirte que mi intención era mostrar en pinceladas momentos de uno o varios viernes. Todos parte importante que conforman la vida del personaje principal (por hecho o mención).
La historia tiene tres perspectivas:
1.- La voz en off que intenta mostrar el mejor día de la semana para Quino (un discapacitado, como bien apuntas).
2.- La preocupación de su madre, una persona bastante mayor, que no entiende ni entenderá nunca qué es lo que pasa y a dónde va los viernes su hijo.
3.- La tercera parte, que yo imaginaba de una forma telegráfica, trata de situar el nacimiento de Quino (un viernes), dejar en el aire una idea de que quizás su discapacidad fue fruto de una acción errónea (ponerlo entre algodones), y situar a su madre: madrastra al fin y al cabo, pero que le considera su hijo con todas las de la ley.
Lo dicho, muchas gracias por leerme, emplear tu tiempo y ayudarme a mejorar.
Un abrazo y mucha suerte, Lovecraft 🙂
pd: cuando termine todo esto me gustaría enviarte mi blog de cuentos, para ver qué opinas… no sé si se publicará la relación de pseudónimoos con la de nombres reales. Espero que sí.
Yo te agradezco el fuerte soplo de sencillez y la sonrisa que me has regalado. El principio de tu relato, de una gran fuerza, me encogió las tripas y me temí otra historia de niños maltratados por una sociedad que se ensaña con los discapacitados psíquicos o físicos.
Verás, a mi me parece que tu relato está dividido en tres partes: en la primera nos pones en contacto con Quino y su realidad y vemos que, como cada «quisqui» no le termina de gustar su rutina y sueña con un viaje feliz. Y lo tiene todas las semanas, encontrando la amabilidad del conductor y una aventura excitante amparado en su propia autoestima.
La llamada de teléfono, en mi segunda parte del relato, nos muestra una madre y una familia que le espera con preocupación y con cariño…cosa que a más de uno de los «capacitados» le podría dar mucha envidia.
En la tercera parte, pones en conocimiento del lector las circunstancias del nacimiento de Quino y te cargas, de un plumazo, el mito de la malvada madrastra. En fin, que yo ya no se si escribes bién o no pero a mi no me has dejado confuso.
Despues de leerte, tengo una sonrisa en la cara y un poco más de fe en la humanidad (ésto no se si es lo que llaman lugar común por aquí, se lo preguntaré a Lovecraft).
Un abrazo y suerte.
Hola, Anaxío de Eu.
Me permito añadir un consejillo más: no pongas los números con números en un texto literario. La RAE, en general recomienda hacerlo en letras, aunque sea tedioso.
Información más completa, aquí: http://lema.rae.es/dpd/srv/search?id=QHaq7I8KrD6FQAyXTS
El relato de un día en la rutina diaria de Quino, a quien suponemos con algún tipo de discapacidad. Creo que está escrito con honestidad, poca sensiblería y algo más de tino que otros relatos con temática similar.
La estructura me parece algo confusa y deja las escenas cortadas a medio: no sabemos en qué acaba el paseo de Quino, ni siquiera la conversación telefónica entre su madre y su hermano aclara nada al respecto (además, parece que está metida con calzador) y los telegráficos párrafos finales añaden aun más confusión al texto; dan la impresión de intentar despistarnos sobre lo que ha ocurrido con Quino, y se detiene en detalles que explican una condición que de todas formas ya sospechábamos desde el principio del relato.
Repetir los signos de interrogación (¿¿¿???) está bien para los diálogos de un cómic, pero en un cuento son innecesarios.
Significaba/albergaba: utiliza uno u otro, o los dos si lo consideras necesario (cambiando la redacción, claro) pero evita este tipo de esquematismos.
Suerte Anaxío.