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162- Los días como este me recuerdan a mi abuelo. Por Tatie Herst

En realidad no era mi verdadero abuelo, en el sentido biológico de la palabra abuelo. Era el novio de mi abuela, “su pareja”.

El caso es que cuando yo nací él ya estaba ahí, así que para mi siempre fue mi abuelo. Vi al de verdad en un par de ocasiones, bodas y bautizos, pero supongo que eso no es suficiente para ganarse el título de abuelo.

El mío tenía barba y bigote, cuando era pequeña pensaba que debía ser algo asqueroso besar a un hombre con barba. Es curioso porque muchos de los hombres que han pasado por mi vida adulta han tenido barba, bigote, perilla…diría que hoy por hoy los hombres de barba siempre llaman mi atención. Me parece un rasgo de lo más atractivo en un hombre.

Mi abuelo era del Atleti, tal vez eso explique muchas cosas. Me habría gustado que hubiera visto como Simeone ganaba la copa como entrenador. Seguro que se habría levantado del sofá con la cerveza en la mano y rodeado del humo de sus Fortuna y habría bailoteado mientras abrazaba a mi abuela.

A veces podía ser un auténtico pelmazo. No era esa clase de abuelo que te dice todo el rato lo que no le gusta, eso lo dejaba reservado a mi abuela. Mi abuelo llevaba a cabo una desarrollada táctica pasivo-agresiva que se reducía a tres palabras:

“Hay que joderse”

Si mi hermano aparecía con un nuevo pendiente en la oreja

“Hay que joderse”

Si mi abuela le llevaba el Cola Cao a la cama a mi tío de 40 años

“Hay que joderse”

Si ganaba el PP

“Hay que joderse”

Era su forma de sintetizar la queja, su forma de enfrentarse a las cosas que no entendía o en las que no creía.

Las críticas abiertas o los insultos eran celosamente guardados para uso exclusivo del fútbol. Así que el “Hay que joderse” se convertía en el comodín universal para cualquier tipo de tema que no incluyera colchoneros, polacos o culés.

Tenía un reloj de pulsera, de esos plateados que tienen todos los abuelos. El suyo pesaba una tonelada, siempre pensé que la muñeca la tenía que tener como el brazo de un tenista de tanto cargar con él arriba y abajo. Tocarse el pelo, lavarse los dientes, comer, atusarse el bigote. Casi como sesiones de gimnasio, pero lo siguió llevando hasta el final, cuando ya había encogido y las dos operaciones le habían transformado en doblador de Darth Vader.

El reloj se lo había regalado mi abuela. Se querían mucho, creo que los dos tenían la pieza de puzle que al otro le hacía falta.

Él era chofer de autobuses, y ella comandanta de un hotel. En una época en la que aún se hablaba con timidez de derechos, ellos encontraron la forma de sortear matrimonio e hijos para poder estar juntos, un juntos de más de 30 años. Mi abuela se ha empezado a encoger también desde que él se fue.

Mi abuelo Miguel, que es como le conocí desde el principio, era un hombre de gustos sencillos. De Mahou 5 estrellas, sopas de cebollas, El País los domingos y bocadillos de atún en el sofá cuando había partido.

Tenía claras 3 cosas: que era socialista, del Atleti y que el coche mejor fabricado nunca era el Seat Ibiza.

Rojo con dos líneas grises a los lados. Lo tenía impoluto, se cabreaba cuando entrábamos con los zapatos llenos de barro o cuando las migas de la merienda caían en el asiento de atrás. Para él el coche era una cuestión de principios. El coche era un símbolo, algo cercano a su idea de ser hombre, como el peine que llevaba siempre en la cartera y que le valía indistintamente para bigote, pelo, barba o patillas.

Supongo que le habría gustado casarse con mi abuela, pero que después de tantos años ya no les hizo falta. No les habría cambiado.

En días como estos me acuerdo de él, o tal vez sea el olor a After Shave Herbissimo que llevaba puesto ese señor que pasó por mi lado, el que tenía cara de abuelo.

4 Comentarios a “162- Los días como este me recuerdan a mi abuelo. Por Tatie Herst”

  1. Hóskar-Wild is back dice:

    Si era del Atleti, además de El País supongo que tb sería suscriptor de la Farola, y las cinco estrellas las bebería a morro. No entiendo la diferencia que hace entre los polacos y los culés. Suerte

  2. Sol dice:

    Hay que joderse!!!
    En un día como el de hoy, frío, lluvioso, en el que regreso a casa con una melancolía tremenda, doy con este maravilloso relato.
    Que belleza.Directo al corazón

  3. Lovecraft dice:

    Un merecido, sincero y cálido homenaje de una nieta a su abuelo, el de verdad.

    Estoy seguro de que la frase «Mi abuelo era del Atleti, tal vez eso explique muchas cosas» podría ser adoptada como lema por un buen puñado de colchoneros.

    P. D.: Cuando dijiste «comandanta» creo que querías decir «gobernanta».

    ¿No irás a ganar el certamen? ¡Hay que joderse!

  4. El asesino de Morfeo dice:

    Yo también quiero que se me recuerde con ese cariño, si alguna vez mis hijos me hacen abuelo (no tienen la menor prisa, los muy cabrones).
    Honradamente, no creo que ganes el certamen pero ya tienes un trocito de mi corazón…¡Maldita sea, he vuelto a ponerme cursi!

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