206- Campo de juego. Por Antusas
- 2 noviembre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, carcel, relatos
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Tengo siempre la sensación de que el tiempo corre más que el momento en el que estamos, porque siempre adelantamos el momento del futuro que tenemos, aparentemente lejos, y cuando queremos vivirlo ya es parte del pasado, de nuestra historia.
Ayer disfrutaba en el patio del colegio, corriendo tras la pelota soñando en convertirme de joven en un gran jugador, famoso, trasladándome de un lugar a otro en un espectacular coche deportivo. Echando marcha atrás, no precisamente la del deportivo, sólo emanan historias repetidas de penaltis y expulsiones y constantes pinchazos en un circuito cerrado.
Hoy he salido de la prisión después de varios años por haberle robado a otro ladrón, pero éste de guante blanco. Lo había hecho emulando a Robin Hood, lo que me hizo ver y comprender que los héroes no son para ser de carne y hueso.
Con mis colegas enarbolaba la bandera del amor, el trabajo y la paz, enteramente roja adornada de iconos que bien podían competir con los de conocidas multinacionales, en cuanto a su grado de conocimiento en encuestas, juegos y tests del susodicho conocimiento. Esos colegas doblegaron en su mayoría las rodillas rindiéndose ante enmascaradas corrientes progresistas, mientras yo me cocinaba un marrón negro como el tizón en el que me había metido siguiendo las doctrinas de otro color.
Ahora de nuevo en la libertad, aunque vigilada, hago repaso a mi historia y consigo entrar en aquel patio del colegio, en el que corro tras la pelota en un partido soñando ser un crack. Durante el transcurso del encuentro el escenario se iba haciendo más grande, hasta convertirse en un colosal coliseo casi cubierto, en el que miles de seguidores de mi equipo nos animaban sin parar con banderas rojas, que portaban esos conocidos símbolos con los que nos habían adoctrinado con consignas y directrices mayúsculas.
Necesitábamos deshacer el empate para derrotar al equipo contrario, que incomprensiblemente no tenía seguidores; sus jugadores iban inmaculados con sus atuendos totalmente blancos, sin mancha alguna a pesar de que se cayeran sobre el verde prado, que constituía el campo de juego. Estábamos jugando como visitantes y todo el público nos apoyaba.
A medida que el juego avanzaba advertía como el árbitro y sus asistentes nos señalaban más faltas, no siendo muchas de ellas motivo alguno de sanción. En un momento determinado del juego ya bastante avanzado, observo como desde el banquillo del equipo contrario el que aparentemente debía ser el entrenador hacía señales al árbitro, indicándole con sus dedos envueltos en guantes blancos el número de mi dorsal. Su cara me era muy familiar y sin darme tiempo para terminar de recordarla, sin haber tocado la pelota o tenido contacto con algún jugador contrario, me encuentro frente a mis ojos una cartulina roja y al árbitro con una gran sonrisa de oreja a oreja, gritando con alevosía penalti contra mi equipo.
Quise protestar por esa decisión y ya sólo recuerdo una tremenda encerrona en aquel estadio, donde los miles de aficionados salían fuertemente escoltados por uniformados con garrote en mano, como el que me apartó en un gran sueño y del que despierto adolorido en todo el cuerpo en un banco del patio del colegio.
Despierto del sueño, el banco no podía ser más incomodo y por eso me dolía todo el cuerpo, había sido un aviso o presagio del futuro que me deparaba mi nueva condición de hombre libre, de momento vigilado; de momento será un decir, porque el futuro se ha delatado y no tengo que esperar a que se aparezca.
Todo sigue igual, el juego del terreno, un escenario en el que el más fuerte, siempre el mismo, a sus anchas, marca las estrecheces mínimas necesarias para ir atravesando por el desierto el sino, el de cada uno, que es como el de todos, y no en coche deportivo o todo terreno, todos apretujados en un furgón como el que me había conducido a la cárcel.
Enrevesado? Bueno, hay que darle al coco de vez en cuando. Me gusta el relato, mucha suerte… Besitos.
La puntuación la equivoqué, por supuesto 5.
Enrevesado? Bueno, hay que darle al coco de vez en cuando. Me gusta el relato, mucha suerte… Besitos.
Joder, algo mas revesado , tienes que leer dos veces algun parrafo pero es denso y surrealista. como tu.
ALE. SALUDOS.
¿Un equipo vestido de blanco? ¿Inmaculado? ¿Que no se mancha? ¿Que le ayuda el árbitro? ¿Al que la gente no aplaude? Pues no se me ocurre nada. Nada de nada. Suerte.
A este cándido idealista, las realidades de la vida le pusieron los pies en la tierra. La redacción de algunos párrafos, como el último, me resultó un poco confusa; es más prudente no complicarse tanto para explicar las cosas, por mucho que la mayor parte del relato transcurra como un sueño.
Que metas muchos goles a los malos en la vida, Antusas
Al final el futbol son 11 contra 11 y equipos más grandes han caído. Hasta la victoria SIEMPRE y suerte.