213- Eliminar De Mis Amigos. Por Lara Cox
- 2 noviembre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, amigos, relatos
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Sin saber que hacer me siento frente a mi computadora y permanezco inmóvil durante un momento de bronca y decepción. Me siento tan perdida y desolada como imagino debe sentirse un naufrago recientemente llegado a una isla desierta. Ya puedo sentir la angustia bloqueando mi garganta y las lágrimas que no llego a derrarmar quemándome los ojos.
¿Cómo se lo digo? Fernanda es una de mis mejores amigas desde hace diez años. O eso se suponía. Me acabo de dar cuenta de que sólo desperdicié mi tiempo revoloteando alrededor de ella, dándole mi amistad. Ahora sé que nunca entregó nada a cambio, y que lo que entregó fue porque yo la obligué a darlo. Y sé que debo decírselo inmediatamente. Llevo reprimiendo demasiado… por demasiado tiempo.
El dolor que siento apenas me permite moverme.
Súbitamente el protector de pantalla de la computadora se activa y me golpea con una foto muy especial. Es una foto mía con Fernanda, Dalia y Celeste cuando celebramos el día del amigo en ese resto-bar del centro que tanto nos gusta.
No puedo evitar pensar en la tarde en que la conocí. Éramos tan chicas. Yo estaba obsesionada con una Sitcom norteamericana muy famosa sobre un muy unido grupo de amigos neoyorquinos. A ella también le encantaba ese show. Nos conocimos en un foro sobre esa serie del cual participábamos ávidamente. Intercambiando emails, nos enteramos que ambas vivíamos en la misma ciudad y, finalmente, decidimos conocernos en persona. Fuimos a tomar un café, cosa que siempre hacían los amigos de la tele, y así nació una amistad que duraría diez años llenos de interminables cafés, cenas, risas y llantos.
Pero hoy me dí cuenta de que todo ese tiempo sólo forcé una amistad que nunca le interesó realmente. Noté, no por vez primera pero sí más que nunca, su egoísmo y su frialdad. Simplemente me cansé de justificarla. Me harté de ver agua donde hay arena debido a mi abrumante sed de amistad, de decirme a mi misma “Ella es así. La tengo que aceptar como es”.
Hoy descubrí, de repente, lo sola que estoy, incluso teniéndola de amiga.
Ahora veo que tener su amistad se parece demasiado a no tenerla.
Por fin veo aquello que no había querido ver hasta ahora porque me resultaba demasiado doloroso para aceptar… que nunca compartimos una amistad autentica, que nunca fui especial para ella, que ella me considera meramente una conocida con la cual pasar el rato. Y el descubrimiento me golpea como un yunque en la cabeza. Pero es un hecho que no puedo, no debo, no quiero continuar ignorando.
Porque una verdadera amistad implica más que cafés y cenas, e incluso más que risas y lágrimas. Al menos para mí.
Una verdadera amiga asiste al funeral de tu padre, aunque sea muy deprimente.
Una verdadera amiga te llama por teléfono, jamás te dice que no la llames tanto porque le molesta.
Una verdadera amiga quiere que la visites al hospital cuando la cigüeña acaba de arribar, y nunca aceptaría que la visites recién cuando la criatura tiene cinco días de nacido. Y, cuando por fin podés ir a ver al retoño, una verdadera amiga no te hace rogar antes de permitirte sostenerlo. Y nunca te prohibiría volver a visitar al bebé por un mes. Y a una verdadera amiga jamás se le ocurriría siquiera corregirte cuando te autodenominás la “Tía” de la criatura.
Fue esa la gota que finalmente rebalsó el vaso. Después de diez años de aceptarla como es ya no puedo tolerar ni uno más de sus desaires.
Puede parecer una tontería, a ella ciertamente le parece, pero ser tía de ese pequeño y poder ser parte de su vida significaba el mundo para mí. Y Fernanda lo sabe bien. Sabe que estoy viviendo el peor año de mi vida. Ese bebé era la única luz en medio de tanta oscuridad porque me daba, al menos, la ilusión de ser tía. Y era además mi única oportunidad de serlo ya que, al ser hija única, jamás tendré sobrinos de sangre.
¿Cómo decirle que hoy noté lo poquito que significa la amistad para ella?
¿Cómo decirle que se me agotó la paciencia, que me cansé de intentar, en vano, de enseñarle lo que es una autentica amistad?
¿Cómo decirle que hoy me dí cuenta de que ella puede cambiar, pero no quiere? No quiere cambiar simplemente porque no ve falta alguna en sus propias acciones. Considera “normal” actitudes como tener un bebé y no permitir visitas a sus amigos; jamás llamarme y molestarse cuando la llamo… Para ella nada de eso es raro. La rara soy yo por intentar atravesar las paredes de hielo que pone alrededor de si misma.
¿Cómo decírselo? No lo sé.
Creo que lo mejor no decirle nada en absoluto, demostrarle lo que pienso sin palabras, sin peleas ni gritos. Sin que nadie diga cosas que lamentaría por toda la vida.
Decidida, ingreso al Facebook, entro en la página de Fernanda Casas, posiciono la flechita del mouse sobre el botón que dice “Amigos” y luego hago click sobre las palabras “Eliminar de mis amigos”. Inmediatamente aparece el cartelito diciendo “Se ha quitado a Fernanda Casas de tus amigos”. Entonces, con un dolor abrumante en el alma, hago click en el botón “Aceptar” y la página cambia a la versión accesible para el mundo entero, lo cual me parece apropiado considerando que para ella sólo soy otra persona en este planeta inmenso y cruel.
Me quedo mirando el monitor con un gusto muy amargo en la boca. Es el gusto amargo de saber a ciencia cierta que a ella ni siquiera la pondrá un poquito triste perder mi amistad ni hará intento alguno por recuperarla.
Pero sé que voy a estar bien y sé que tomé la decisión correcta.
Después de todo, nunca fue amiga la persona que se pierde para siempre sólo con unos pocos clicks.
Gracias por los lindos comentarios!
Y, es verdad, una amiga no desaparece nunca de tu corazon. Eso es cierto. Pero puede desaparecer de tu vida, podes cortar toda relacion con ella, especialmente si siempre se trato de una amistad de un solo lado, si el lazo nunca fue tan fuerte.
Para el que tenga curiosidad: en la vida real pasaron 13 meses desde el momento descrito en el relato y la verdadera «Fernanda» jamás intento remediar la situacion, parece que no le importó nada.
HICISTE LO CORRECTO LARA . NO HAY QUE FORZAR LAS RELACIONES HUMANAS. ES DOLOROSO, PERO AL FINAL SE VIVE EN PAZ. ME ENCANTÓ TU RELATO. Y SEGURAMENTE DIOS PONDRÁ EN TU CAMINO A LAS PERSONAS QUE TE MEREZCAN. UN BESO. TE QUIERO MUCHO.
Ojalá que fuera tan sencillo eliminar las amigas o los problemas de esa forma, a golpe de ratón. Mucho me temo que vamos camino de ello pero por fortuna aún quedan unos cuantos años. La papelera de reciclaje puede esperar. Suerte.
Hola Lara soy la mari.Pasaba por aquí camino de una botellona donde beben orujo con una lagartija dentro.Me voy a quitar este gorro tan ridículo que parezco «la bruja avería» ( debajo llevo una flor de flamenca y dentro de la jafa enteriza una botella de Vino de Canasta porque es lo único que me pondrá aguztito esta noche.Uyy que voy…jejej
Verás una amiga no puede desaparecer de tu corazón por darle a un botoncito, tampoco por darle a otro, que el mundo se vaya a poner a tus piés.Siempre serás su amiga aunque ella nunca lo haya sido.Presiento que eres muy jóven, presiento que te queda muchos palos que llevarte en esta vida.Muchas desilusiones , muchos fracasos, pero difruta de las amigas que aún te queda y bueno…Las redes sociales son un arma de doble filo, cuida a quién aceptas como » amigo invisible», no es todo oro lo que reluce.
Y ahora a ver si viene un taxi y llego en hora a esa macrofiesta.
Besos
De nuevo el Facebook como herramienta para resolver problemas. Te entiendo perfectamente Napoleón (perdón, quise decir Lara Cox). Cuando era joven, yo también tuve un amigo del estilo de Fernanda, pero entonces ni siquiera existía Internet para decírselo. Por estas y por otras muchas razoanes me gustó tu relato.
Suerte