226- Y sus ojos, y ella, sus ojos y el silencio. Por Miss Alice
- 3 noviembre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, ojos, relatos
- 6 Comentarios
Siempre quise obtener el busto de Cervantes del Premio Literario “Dulcineas”. Supongo que debido a algo más que una simple cuestión de prestigio. Tal vez me atrevería a definirlo como una impulsiva necesidad de apropiación. Podría haberlo logrado un año cualquiera, estoy seguro de ello. Quizá incluso haber vivido para contarlo y disfrutar de su importancia. Los premios póstumos no te acompañan en el viaje.
Estas y otras reflexiones rondan mi mente camino de la pensión. La puerta de la misma permanece entornada, sola, pero entornada. Sin detenerme a pensarlo la empujo. Tras el mostrador de recepción no encuentro a nadie, por lo que con usada familiaridad recojo la llave de la habitación número ocho. Un acre olor en absoluto desconocido me asalta al traspasar el umbral del cuarto. La penumbra invade todo lo que abarcan las cuatro paredes y confiere a la estancia un aire irreal. Tanteo con tino la pared y pronto hallo en el lado derecho de la misma, a la altura del codo, el único interruptor de la sala. Cinco hileras de libros apilados, un catre maloliente, una antigua mesa de madera y una noble silla, que en sus buenos tiempos sin duda ocupó algún despacho, un perchero y un diminuto armario empotrado, constituyen el adusto mobiliario. Al fondo una ventana “regala” la vista al inerte patio interior de un bloque de edificios en las últimas. A la izquierda del tragaluz otra puerta de menor tamaño, cerrada, permite el acceso a un aseo escasamente equipado. Dentro del lavabo quedan restos de vello afeitado y jabón. La vida en las grandes ciudades otorga esa extraña percepción de sentirnos a menudo fuera de lugar. Con prudente curiosidad comienzo a abrirme paso en un espacio que me resulta al mismo tiempo ajeno y conocido. Permanecen intactos los libros en sus titánicas columnas. El folio colocado en la máquina de escribir sufre la inevitable gravidez que ocasiona el paso del tiempo y el peso del silencio. En el armario poco más de un par de camisas, un pantalón de vestir, algunos slips y unos botines a los que no es necesario sacar brillo. Las hojas de la ventana siguen abiertas de par en par. La noche se adueña de gran parte de la ciudad a estas horas. Una rata mendiga por el alfeizar de la ventana del segundo piso. Captura con cierta avidez las migas de pan abandonadas por los pajarillos que al oscurecer regresan al nido donde les esperan los suyos. El gato encaramado en la escalera de incendios del bloque fronterizo observa agazapado el ir y venir del roedor. Trama su estrategia. Espera. La actitud del felino no dista tanto de la mía propia. Saco el cuaderno de notas, lo sitúo sobre la mesa y me siento frente a la polvorienta máquina de escribir. Inicio un nuevo relato sin duda merecedor del premio que siempre quise obtener. Durante un lapsus de tiempo incalculable todo me resulta propio y extraño a la vez. Aparto mis pensamientos y decido indagar sobre los únicos habitantes conocidos del inmueble. Me asomo de nuevo a la ventana y compruebo como las migas de pan han desaparecido del alfeizar del segundo piso. No hallo rastro alguno de la rata y el gato se relame el bigote en la escalera de incendios del bloque vecino. Con inspiración renovada continúo el relato. Las horas se suceden a velocidad de vértigo. El día da paso a la noche en apenas un haz de luz. No sé cuantos días llevo escribiendo. Mi espalda gruñe como las bisagras de una puerta con falta de engrasar. Tumbo mi cuerpo en el mísero jergón. Cierro los ojos. Un duermevela voraz trae a mi mente el jardín de tía Camila. El olor de los jazmines al atardecer y el galán de noche que embriaga el ambiente a la hora de la cena. Percibo lejano en el tiempo lo que pudo ser ayer… El té de media tarde, las cenas en familia, el violín de Josué amenizando la velada. Y sus ojos y ella. Sus ojos y el silencio. Despierto sobresaltado. Me asomo al patio de luces. No hay rastro de las migas de pan, de la rata, ni del gato. Tomo asiento de nuevo y decido finalizar de una vez por todas, el cuento ganador, titulado: “Tragaluz”. Resulta insólita la fluidez con que las ideas acuden a mi mente y las letras se deslizan entre mis dedos para ocupar el lugar idóneo sobre el papel. Parece como si cada palabra ocupara de nuevo la misma huella que dejó impresa en otro momento. El argumento toca a su fin. Antes de colocar el punto final decido observar el patio y tomar un respiro. Contemplo cómo despunta el alba, al tiempo que me pregunto cuál habrá sido el destino de los únicos habitantes que me acompañaron en este espacio irreal durante el largo viaje. El patio permanece vacío, también el alfeizar y las escaleras de incendios. Tan solo puedo apreciar restos de años de suciedad, ropa amontonada, residuos, desperdicios y miseria. En un inmueble cercano sintonizan una emisora de radio. La noticia llega a mis oídos con total nitidez: “La concesión del Premio Literario “Dulcineas” es entregado a título póstumo. La repentina muerte del ganador del mismo envuelve de luto esta séptima edición. La organización del evento dictamina adjudicar el premio a título póstumo a la familia del difunto. Doña Camila Roig recibe el galardón, la estatuilla en nombre de su sobrino por la obra titulada “Tragaluz”. Comenta doña Camila que en honor al fallecido la colocará en un espacio privilegiado del jardín rodeado por flores de jazmín, junto al galán de noche, donde ella con su gélida mirada, lo vino a buscar”.
Soy el ganador. Por fin lo he conseguido. El busto Cervantes es mío.
Y eternamente el silencio.
Suerte
Ciudada escritura, estructura ingeniosa, ya te lo han dicho casi todo y coincido plenamente. Muy buen relato. Yo solo insertaría algún dibujito en ese párrafo tan largo… No, es broma, de verdad que me ha parecido un relato magnífico y con un planteamiento muy original. Se merece el mejor de los finales.
Suerte en el certamen
¿Dibujitos? ¿Qué tipo de dibujitos? Aqui hay un enlace en Internet sobre dibujitos (no sé si servirá): http://www.misdibujitos.com.ar/
Sin duda la estructura del relato es ingeniosa, amén de lo cuidado de la redacción. Alguno se pasará por aquí y pedirá que se inserten dibujitos en estos párrafos tan largos o hará referencia a un articulillo de internet. Suerte.
Me gusta la distribución de los párrafos: uno que introduce aspectos importantes del relato con suma consición; otro muy largo que no da tregua; y, por último, dos pequeñitos (de menos de un renglón) que logran hacer un cierre fulminante. Felicidades y mucha suerte en el concurso Miss Alice.
Hola, Miss Alice.
Una cuidada escritura nos ayuda a seguir la peripecia del escritor autoreferente. La mayor virtud que le veo es cómo consigues que la historia narrada en primera persona no chirríe cuando conocemos su final. Bien logrado.
Saludos y suerte en el concurso.