227- Preguntas y respuestas. Por Charlitos Caplin
- 3 noviembre, 2012 -
- Relatos -
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El otro día un compañero del trabajo me dijo que todas las preguntas que nos hacemos las personas sobre nosotros mismos contienen, implícitamente, las respuestas que buscamos. Considerando que eran las diez y media de la mañana —y sobre todo que mi compañero siempre me ha parecido un imbécil— tal afirmación me horrorizó. Tenía que entregar un informe y no tenía ganas de saber nada sobre su decimosexto hallazgo filosófico.
No obstante, como si a mí su teoría me interesara, es decir, como cada vez, él siguió:
—Cuando uno se pregunta, por ejemplo, ¿soy un espíritu torturado?, al mismo tiempo se responde afirmativamente. No hay espíritu más torturado que aquel que se lo pregunta.
—Claro —le dije— el asunto es que no sé si eso se podría aplicar a todas las preguntas.
—Dispara —me desafió.
—¿Que dispare qué?, oye…
—Hazte una pregunta a ti mismo en voz alta, te enseñaré a respondértela hallando la clave en la misma pregunta. Verás qué fácil.
Las diez y media de la mañana y yo con unas ganas enormes de ir a por un café y hablar de estupideces con el camarero, como por ejemplo del calor o de la lluvia.
—¿Tengo frío? —le dije para que se diera cuenta de que no estaba dispuesto a dedicar un mínimo de voluntad al asunto.
—Nadie se hace una pregunta así. El frío se tiene o no se tiene. Mi método sirve para resolver preguntas íntimas de la conciencia. La temperatura no un estado de la conciencia.
—Vale, vale —respondí— ¿llegaré a fin de mes?
—¿Te refieres a si estarás vivo?
—Me refiero al dinero —le contesté. Merecía el premio al imbécil. Él. O yo, por no girarle la cara.
—Llegarás —dijo—. El dinero te preocupa y no dejarás que ocurra algo que te impida llegar a fin de mes. Si te lo preguntas es porque harás algo.
—Vale —le dije. Y estaba por soltarle un «te felicito» para que me dejara en paz. Pero no quería consentir semejante estupidez. Luego él aturdiría a otros diciendo: «he probado el esquema con aquel de allá y me ha felicitado. Dispara». Así que le dije—: Creo que tu método solamente sirve para las preguntas afirmativas. ¿Qué tal si uno no es un espíritu torturado y así y todo se lo pregunta porque acaba de hablar con un espíritu realmente torturado y quiere saber si tiene o no la desgracia de parecerse?
—Vale, comprendo lo que quieres decir, no soy idiota —me dijo.
Estaba por explicarle que la pregunta no había sido personal ni nada, que había sido un simple ejemplo, que yo no pensaba que él fuera un espíritu torturado —en realidad sí lo pensaba—, pero preferí fingir un gesto de fastidio para aprovecharme de su paranoia y terminar así mi trabajo.
—Todo lo que existe en el mundo tiene una función, una utilidad, hasta lo más insignificante sirve para algo —me soltó dos días después.
Preferí evitar el merodeo lingüístico:
—Vale, tío. No me hables.
Suerte
Más que un relato una disquisición filosófica muy inteligente, además de divertida. Cierto es que la historia puede dar mucho más de sí, si prolongaramos ad infinitum (bueno, no, ad MM verba) el tipo de cuestiones que se plantea tan singular personaje. Muy ingenioso, Charlitos.
Te deseo también suerte en el certamen
Ah, Bonsai, se siente. Charlitos nos ha escatimado 1499 palabras, justo cuando ya me estaba encariñando con ese par de filósofos, nos dice «vale, tío». ¿Cómo que «vale, tío»? Pero… eso no se hace, señor Caplin. Ni hablar. No digo que se estire hasta las dosmil permitidas, que igual es mucho, pero hombre… pero hombre.
Y eso de que la suerte no cuesta nada, pues no sé. Que yo la veo por ahí muy mal repartida para que sea gratis total.
Besicos a los dos.
Charlitos Caplin:
Hola. Puede que los compañeros tengan razón y que el relato pudiera dar más de sí. Pero tú eres el autor y tú has decidido que así sea. Yo esquivando el papel de hacer críticas, pues ya te las han hecho, te digo que me has hecho reír bastante. Me lo he pasado muy bien. También comprendo los motivos de cualquiera que se divorcie de alguien así.
Bien por el humor.
Suerte.
Ira, hazme el favor, la suerte no se regatea, que no cuesta nada, se desea suerte y mucha a todo el mundo. Ves no se puede entrar en confianza, donde hay confianza da asco , jejejejeje. Un beso grade para ti Ira.
Charlitos Caplin, para ti, un abrazo.
Yo también tenía un compañero así que no cejaba en su empeño de demostrar sus teorías peregrinas. Acabó separándose de su mujer y puedo entender las razones si los imagino en un diálogo de ese tipo entre sábanas. Suerte.
Este relato, en mi opinión, se asemeja a los Diálogos socráticos, pero en una versión moderna o, mejor dicho, postmoderna. Igual que a Dies Irae, me habría gustado que continuara el ejercicio de las preguntas y las respuestas. Creo que la idea del texto es, por méritos propios, bastante buena, aunque, insisto, quizás sea prudente llevarla hasta sus últimas consecuencias. Saludos cordiales y mucha suerte en el concurso.
Hola, Charlitos Caplin.
Está bastante bien. ¿Es el primer capítulo? ¿Hay más preguntas y respuestas? ¿Las inquietudes filosóficas del compañero dan más de sí? ¿Conseguirá volver loco al protagonista o, por lo menos, que cambie de trabajo?
Me gustaba, pero parece que me has dejado a medias.
Un poquito de suerte para ti también.