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51- Las Aventuras de Joma. Por Maese Pako

       La vida de Joma era bastante tranquila. Ya se acercaba a los cuarenta, pero aún seguía viviendo con su madre. Después de haber estudiado contabilidad y haber sido el primero de su clase, ya hacía casi quince años que trabajaba en aquel despacho llevando los números de la empresa. A grandes rasgos, se puede decir que en Joma era feliz dentro de su tranquila y sencilla existencia, sin sorpresas ni sobresaltos, y sin ninguna intención, al menos por su parte, de que esto cambiara.

         Un día, mientras preparaba las órdenes de las transferencias de las nóminas de los empleados, una mujer entró en su despacho. Él no la había visto nunca, y justo cuando ella cerró la puerta, él empezó a sentirse mal. Su estómago parecía querer salir de su cuerpo, su mente se había vaciado de todos aquellos números que la acostumbraban a llenar y su lugar había sido ocupado por esta mujer. Ella parecía mucho más joven que él, aunque no lo era tanto. Llevaba una camiseta muy muy ajustada que dejaba intuir que no llevaba sujetador, una falda aún más ajustada que no le llegaba ni mucho menos las rodillas y unas botas que le llegaban justo por debajo de ellas, todo en color negro.

         «Qué extraño” pensó él. «Yo nunca había sentido algo así antes. No sé qué me está pasando”.

         -Hola -dijo ella-, soy la nueva secretaria del director. Me llamo Alicia. Tú debes ser Joma, nuestrocontable.

-Sí -dijo Joma tímidamente. Al tiempo que ella se iba acercando, Joma comenzaba a temblar ante esta situación, y ella se daba cuenta.

         -He venido a traerte esta nota del director -continuaba hablando sin dejar de acercarse-. ¿Qué estás haciendo? ¿Estás escribiendo todas nuestras nóminas? -Ya estaba ante su mesa, apoyándose sobre ella, de modo que en Joma no pudo evitar mirar sus pechos-. Espero que no te olvides de la mía.

         A continuación, Alicia se incorporó y abandonó aquella estancia mientras a Joma le caía una gota de sudor por la frente.

         Un rato más tarde, a media mañana, la hora en que todo el mundo iba a tomar un café y desayuno, sintió el impulso de ir él también, aunque nunca antes lo había hecho. Casi sin pensarlo, se levantó de su asiento y salió de su despacho.

-Pero si es Joma -dijo el director cuando lo vio entrar en la zona de descanso-. ¿Es posible que esta sea la primera vez que viene usted aquí en estos quince años?

         Mientras respondía, su mirada empezó a escanear la habitación, buscando a Alicia. La encontró en el fondo, totalmente rodeada por todos sus compañeros, que la rodeaban como si nunca en su vida hubieran visto una mujer y reían como monos sin cerebro cualquier cosa que ella dijera. Ella también lo vio. Durante un momento, ambos se miraron fijamente. Joma no sabía qué hacer. Ella le sonrió y luego apartó la mirada de él. Joma no sabía si ir a su lado y convertirse en un mono más o regresar a su despacho y continuar con su trabajo. En esta situación, lo único que se le ocurrió fue seguir haciendo como si hablara con el director sin dejar de mirar qué hacía Alicia con su séquito.

         Pronto llegó la hora de acabar, pero en Joma solía quedarse para avanzar el trabajo del día siguiente. Cuando ya pensaba que sólo él permanecía en aquel lugar, Alicia volvió a entrar en su despacho.

-Joma, tú sabes de informática?

-Sí. ¿Tienes algún problema?

-Sí. Ven conmigo.

         En Joma se levantó y siguió Alicia. De repente, ella le agarró por el brazo y lo metió en la habitación donde las asistentas guardaban los utensilios de la limpieza, un lugar que, irónicamente, no estaba muy limpio. La puerta se cerró y todo quedó oscuro. Alicia rodeó a Joma con sus brazos y le dio un beso en los labios. En un primer momento, él intentó zafarse, pero luego se dejó hacer. Era una sensación agradable tener la lengua de Alicia en su boca, sensación, por otra parte, que nunca había conocido. A continuación, ella le hizo que se acostara en el suelo, poniéndose ella encima de él.

-Yo nunca había hecho eso. Y no está nada bien que lo hacemos aquí. Si alguien nos ve … Dios mío, si mi madre lo supiera.

         Sin hacerle caso, Alicia se quitó la camiseta. Como en Joma ya había sospechado, ella no llevaba sujetador. Cogió las manos de Joma y las puso sobre sus pechos. Eran muy suaves y cálidos, y los pezones estaban despuntados. Joma los continuó acariciando mientras daba cuenta de que su excitación estaba materializando dentro de sus pantalones. Alicia también lo notó, por lo que comenzó a quitarle la ropa.

         Cuando en Joma abrió los ojos se encontró con Alicia, haciéndolo en el probador de unos grandes almacenes. Tras salir de la oficina, Alicia quiso ir a comprarse un jersey, y en Joma decidió acompañarla, aunque nunca había ido de compras con ninguna mujer (excepto su madre, claro). Mientras lo hacían, en Joma notaba como penetraba a Alicia. Esto era aún más cálido y más agradable que acariciar sus pechos. Ella gritaba y gritaba de placer, pero él intentaba taparle la boca para que nadie descubriera lo que estaba pasando en aquel probador.

-Yo nunca lo había hecho en un probador.

         Cuando salieron de su escondite, ella metió la ropa que, en teoría, debía probarse, dentro de la chaqueta de Joma.

-¿Pero qué haces? Estás loca? Yo nunca he robado nada.

-Tú nunca has hecho nada de nada, ¿verdad? ¿Es que has pasado toda tu vida dentro de una burbuja?

         Joma la miró. Estas palabras le habían hecho daño.

-Esta pusilanimidad tuya me pone muy caliente -continuó ella ahogando cualquier posibilidad de enojo-.

         Cuando salieron de los almacenes, se despidieron hasta el día siguiente, pero nunca más se reencontraron. La vida de Joma volvió a ser tan sencilla y tranquila como a él le gustaba. Nunca hizo ningún esfuerzo para saber qué pasó con Alicia, y nunca añorar aquellos días en que perdió el control.

4 Comentarios a “51- Las Aventuras de Joma. Por Maese Pako”

  1. sacha dice:

    Suerte

  2. Lovecraft dice:

    Intenta dar otra redacción a esta «serie matemática: «las órdenes de las transferencias de las nóminas de los empleados» y revisa las repeticiones del final del segundo párrafo (Llevaba, llevaban, llegaba, llegaban…).

    Tiendes a repetir las mismas o similares palabras con demasiada frecuencia (él, ella, «totalmente rodeada por todos sus compañeros, que la rodeaban como si nunca»). Creo que deberías esforzarte en ampliar vocabulario.

    Los diálogos, quizás por simplistas, son poco verosímiles, aunque parezca contradictorio.

    No entiendo porque la mayoría de veces que nombras al protagonista lo refieres como «en Joma».

    En fin, creo que le falta un pelín de revisión al texto. Prometo volver a leerlo si me prometes que lo revisarás.

    Suerte

  3. Hóskar-wild is back dice:

    Vaya con el contable. Empieza a sentirse mal cuando Alicia ‘la apretada’ entra a verlo en el despacho. ¿Seguro que era el estómago lo que quería salirse de su cuerpo? Impagable la expresión de ‘materializar la excitación’. La utilizaré cuando tenga ocasión para ver la reacción de mi acompañante. Suerte.

  4. lectora dice:

    La verdad que no es de mi agrado esa moda de que los caballeros se cuelen en los probadores de señoras, más que nada porque no me agrada que me vean en bragas quién yo no quiero, porque las cortinillas siempre dejan una rendija que por mucho que payá y pacá no tapan al cien por cien el habitáculo.
    Prefiero que la mari y su Don se lo monten en semejante lugar, que ver a un pobre hombre_percha cargando con el bolso de la parienta, chorrocientas bolsas y encima diciendo «cari eso te queda de P.M , enga vámonos que nos vamos» y ella…»Trae dos tallas menos que la mía me hace muy gorda.La muy…xxona tiene una 42 y pretende meterse en una 38 y allí que va el porecito a cargarse con siete perchas más.

    Jó, Joma tú te saltastes lo más básico para ir a lo más avanzado y a eso le llamas «perder el control»?.Pregunta al hombre_percha si eso es perder el control.»Qué no daría yo…»

    jajajaja

    Nos vemos en la final

orden

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