54- Margaritas electrónicas. Por Argentum
- 10 octubre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve2012, chat, decepción, internet, relatos
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Había sufrido una honda decepción. Una lluvia menuda y pertinaz se perdía entre su llanto y juntas, gotas y lágrimas, se columpiaban jugando a escurrirse desde su diminuta nariz hasta su barbilla. El pretendido giro que dio su vida apenas unas semanas atrás, ahora se había difuminado, como el dibujo de un corazón en la playa cuando sube la marea… Le consolaba saber que, a pesar de todo y de tener la sensación de haberse quemado con la cerilla que no se sacude, algo había aprendido. Se repetía a sí misma, una y otra vez, con la misma cadencia monótona y obsesiva de un limpiaparabrisas retirando el agua acumulada, que grabaría aquello en su memoria para no volver a cometer un error semejante…
Llevaba algunos años nadando por las aguas de Internet igual que una anguila en el desove, rápida, discreta y fluida. Ya había conocido a unas cuantas personas, con dos de ellas mantenía un contacto más continuo y privado por correo electrónico y de vez en cuando, quedaban para hacer unas risas con cervezas bien frías y calamares a la romana. No eran amistades imprescindibles, pero siempre pasaba un buen rato con ellas. Elvira se movía con suma precaución y procuraba no implicarse demasiado; su alma era un jardín sagrado y sus sentimientos las flores que debía regar, abonar y exponer a la luz tibia del sol. No se fiaba de las redes sociales y usaba el Twitter, ese ciber entramado con nombre de baile, solo para lo imprescindible, tipo las señales de humo de los indios o los mensajes cortos del móvil. Le atraía la idea de abrir un blog, pero no quería restarse mucho tiempo en atenderlo; era feliz navegando por foros y compartiendo pareceres sin importancia en algunos chats; eso daba menos trabajo. Había elegido un alias para preservar su intimidad, un ramo de trece radiantes margaritas blancas y un nombre para rubricarlas: Margot 13.
Una tarde, durante una de sus sesiones de chat, entró alguien apodado GerardoVate. Estuvieron algunos días intercambiando frases hueras, frívolas y prosaicas en aquel curioso ciber-rincón o grupo de «Chat de Cocina al punto». «Que si la tortilla sale más jugosa si añades un poco de leche…», «que si puede ser de cereales porque no tolero la de vaca…»; y así, entre ingredientes, ruidos de tripas vacías y profusas salivaciones iniciaron su contacto Margot 13 y GerardoVate. Al cabo de una semana, encontraron un lugar más íntimo para chatear y lo mismo que en una primera cita, las palabras se deslizaban, ágiles y aromáticas, igual que un buen trago de vino por el gollete y cada frase era un espagueti enrollándose al tenedor. Estaban encantados. Junto con un emoticono risueño, unas margaritas y un corazón latiendo, se pasaron sus direcciones de correo y así despidieron su primer encuentro virtual. No había pasado ni una hora, cuando Elvira descubrió que tenía dos mensajes nuevos que titilaban en su bandeja de entrada. ¡Eran de GerardoVate! Con el corazón latiendo al ritmo del corretear infantil en una fiesta de cumpleaños, abrió el primero. Contenía un archivo adjunto y unas palabras: «Margot 13, me tienes encandilado, eres genial…» Elvira sonrió, con la impaciencia de una niña abrió el archivo anexado, era la foto de un simpático chimpancé con una hilera de enormes dientes que asomaban por entre unos flácidos labios; el pobre animal hacía verdaderas piruetas para no dejar caer de sus peludas manazas un precioso ramo de margaritas blancas, el más bonito que jamás había visto Elvira. Clicó en la ventana de indicadores y lo guardó con el símbolo de la chincheta roja, era un correo especial. Abrió el otro mensaje, contenía una imagen y unas palabras: «Para ir abriendo boca a lo que te espera, te envío una foto mía del verano pasado… Que sueñes con los angelitos, preciosa. Hasta mañana, ¿quedamos en el mismo sitio a la misma hora?», acompañaba su firma un emoticono de amplia sonrisa que guiñaba un ojo de forma intermitente. Con dedos temblorosos clicó en la imagen adjunta, un tipo más macizo que las rocosas del Colorado le dedicaba una inmaculada sonrisa detrás de una gran jarra de cerveza, estaba sentado a la mesa de una terraza playera con el sugerente fondo de un cielo marino. Elvira dio un respingo, encima de la mesa reposaba ¡Un flamante ramo de trece margaritas blancas! Con el corazón a punto de atravesar sus costillas, guardó todos los correos de GerardoVate y los marcó con sendas chinchetas rojas, cerró su sesión y desconectó el ordenador. Antes de meterse en la cama, se preparó una tila que bebió a ruidosos sorbos; después retiró el edredón y se tumbó encima de varias almohadas con su novela… Elvira no recordaba cuánto tiempo estuvo leyendo el mismo párrafo, ni cuántas veces se colocó las gafas sobre su diminuta nariz o cuántas se rascó compulsivamente el muslo derecho, siempre le ardía cuando estaba nerviosa. Se levantó y volvió a conectar su portátil. Primero probó a enviar un correo de respuesta a GerardoVate, «Hola, hola; me preguntaba, vaya, quería saber si sigues conectado a esta infernal maquinita, je, je, je… Te envío trece margaritas y un beso en cada pétalo.» Escogió un emoticono tímido y firmó. Después se conectó al chat donde solían reunirse, ninguna lucecita titilaba. Para hacer tiempo, navegó un rato por internet sin quitar los ojos del semáforo del chat y de la bandeja de entrada de su correo. «Ranking de los hombres más guapos de Australia… Consejos para una primera cita después del divorcio… Palabras clave para seducirle de la A a la Z…», los dedos tamborileaban sin control encima del teclado y nada nuevo sucedía. Y de pronto, cuando había decidido tirar la toalla y meterse en la cama otra vez, un sobrecito amarillo parpadeó en la pantalla, ¡era de GerardoVate!, «Hola, preciosa; ¿qué haces despierta a estas horas? ¡Vamos a nuestro rincón, nena!» De la emoción, Elvira casi apaga el ordenador en lugar de conectarse al chat, sí, la deseada lucecita verde ya parpadeaba para ella… Estuvieron toda la noche intercambiando preguntas, respuestas, palabras, emoticonos y ruiditos. Elvira le envió una foto suya reciente, con una compañera de la oficina; en esa instantánea que inmortalizó su iphone se encontraba muy mona. Aquella noche fue única e inolvidable. Llegó al trabajo con unas sospechosas manchas violáceas debajo de los ojos que se difuminaban con la amplitud de su sonrisa. «Qué, Elvira, una noche movidita, ¿eh?», le dijo con un guiño su compañera Almudena, la de la foto… Y tras esa velada de ciber-pasión llegaron otras, y otras, y otras… No comía, no dormía y apenas dedicaba tiempo a su higiene personal o a limpiar la casa. Con diez kilos menos, unas ojeras que le llegaban a la barbilla y dos graves amonestaciones de su jefe, Elvira transitaba por el mundo de los vivos como un fantasma; su única obsesión era conectarse a un ordenador para estar con él. GerardoVate le enviaba poemas, le adjuntaba videos de crecimiento personal y le hacía collages con fotos divertidas. Durante su relación epistolar nunca dejó de repetirle lo valiosa y estupenda que era para él; le decía que tenía el alma igual de profunda que una sima celestial y que era única entre un millón, etc. Su hermana fue a hablar varias veces con ella cuando estaban a punto de despedirla, pero solo consiguió un portazo en las narices. A pesar de las mentiras de su compañera Almudena para encubrirla, al final, la echaron sin remedio. Y Elvira lloraba y reía al tiempo, con el dinero que tenía ahorrado y la asignación del paro podría dedicarle más tiempo a su poeta, al único motor que la impulsaba a seguir…
Cuando faltaba poco menos de un día para conocerse en persona, Elvira decidió enviar un ramo de margaritas electrónicas a su amor, el más bonito que encontrara en Internet. Abrió el navegador, y tecleó en Google: «margaritas electrónicas», delante de ella se desplegó una pantalla con infinitas posibilidades: imágenes, webs, enlaces, blogs, todo un Ciber-mundo floral en la red al alcance de un simple click. De pronto, algo le cortó el aliento y transformó su rostro en una mueca lechosa; había una imagen…, ¡sí!, ¡era la misma foto de Gerardo en la playa con el ramo de margaritas!, clicó encima de ella y leyó: «El modelo americano, Steve… pasa sus vacaciones al sol de Miami con…» no pudo seguir leyendo, una bocanada de rabia le agitó unas antiguas náuseas. Con los ojos llenos de lágrimas descubrió un enlace: «http://margaritaselectronicas.blogspot.com.es», pinchó encima y apareció un blog con una cabecera llena de margaritas blancas flotando sobre un frío y detenido fondo negro. «Qué casualidad, yo quería abrir un blog así…»; abrió el perfil y… ¡allí estaba, el flamante GerardoVate tenía un blog con una media de casi cien comentarios por entrada! Elvira se detuvo y pensó por un momento si quería seguir con aquello, al fin y al cabo, ya había averiguado bastante. Se enjugó las lágrimas y respiró hondo. Decidió ir más allá, a pesar de saber con antelación que todo lo que descubriera en aquel maldito blog le iba a hacer mucho daño, sentía que ese tipo había pisoteado las flores de su alma, hasta la más pequeña e insignificante. Desplegó los comentarios, casi todos eran de mujeres: Stella U., Bichita inquieta, Milana marina, Purapoesía, Agujaypunto…; la lista era extensa y todas, sin distinción, inundaban aquellos cuadraditos con frases maravillosas que permanecían sin respuesta, palabras huérfanas suspendidas en un extraño limbo virtual. Clicó en los nicks de algunas de ellas y desde cada perfil visitó sus variadísimos blogs: literatura, cocina, croché, animales, reflexiones ramplonas, fotos familiares, etc. y allí, delante de sus ojos, apareció lo que tanto sospechaba. Cada una de las palabras, expresiones, enlaces y emoticonos que le dedicó a ella estaban en los comentarios para sus amantes y fieles seguidoras que se repetían en el mismo orden, en un siniestro bucle de «Cortar y pegar». Todas eran profundas, bellas, inteligentes y extraordinarias como Elvira y, por supuesto, quería a cada una de ellas, a pesar de los bits que se interponían. Ese hombre parecía un rey en esa fría selva enmarañada o un pastor muy responsable que mimaba a sus ovejas por igual, sin distinciones. Elvira ignoraba hasta que punto, cada una de esas mujeres, se creería la única para un tipo que necesitaba a diario un público femenino muy numeroso que le alabara sin descanso. Y lo peor de todo, ¡le había copiado el alias a Elvira! Su nombre, GerardoVate, aparecía junto a una foto de trece radiantes margaritas blancas. Tan increíblemente cierto que a través de la pantalla se escapaba un patético tufo a ego mediocre que taponaba la nariz y asfixiaba cualquier buena intención.
Abrió su correo y escribió: «De: Margot 13. Asunto: No hay cita. Para: GerardoVate… Hola, me han despedido del trabajo, ahora necesito estar sola un tiempo, no podemos quedar. Haré una pausa para recuperar fuerzas y descansar, lo necesito. Ya te avisaré…» Firmó y clicó en enviar… En respuesta, llegaron muchos correos que Elvira eliminaba minuciosamente antes de abrirlos con la precisión de un cirujano extirpando un quiste. Entraban sobrecitos amarillos de GerardoVate todos los días, pero fueron menguando como las últimas gotas de un grifo cuando cortan el agua…
La lluvia menuda había cesado y un magnífico arcoíris se desplegaba a lo largo del azul cobalto del cielo. Elvira se quitó las gafas y lo observó complacida. Sí, aquello era una señal… Debía abrir ese blog que una vez pensó, pero con el título apropiado: «¿Por qué sueñan los Ciber-vampiros con margaritas electrónicas?». Vertería allí todo lo que había aprendido de aquella penosa experiencia con aquel deplorable y ruin tipo por el que había perdido su trabajo y una parte importante de su vida, y quién sabe, lo mismo llegaba a tiempo de alertar a otros sobre estos terribles chupópteros de savia vital.
Suerte
El relato es muy bueno, está muy bien escrito y medido. Coincido con Lovecraft, superados los dos primeros puertos (párrafos) uno pedalea muy a gusto.
Y también me gusta Philip K. Dick, es curioso que… pero no, para qué seguir, eso sería ya otra historia.
1.- Escribir con esa limpieza nos adelanta, ya desde el principio, el transfondo compacto de una escritora con muchas horas delante del teclado y muchos borradores en la papelera (como debe ser).
2.- La trama y el mensaje son tan diáfanos como las lágrimas derramadas por esta buena chica: los chisgarabís de internet son rijosos por antonomasia o por falta de actividad sexual. O por ambos motivos, mitad y mitad. Suelen derivar a bobalicones químicamente puros.
3.- La linealidad del desarrollo aboca a un desenlace irremediable: una patada en el culo al tarado y a tomar por saco la bicicleta. Se ha ahorrado devolverle las cartas y el rosario de su madre, como en la posguerra.
4.- Me lo he leído de un tirón -un tirón/suspiro- y esta historia digna de la letra de un bolero me ha parecido más fascinante que al extraterrestre televisivo Alf el centrifugado de la lavadora. De verdad.
5.- Los símiles que utilizas y ciertos tics narrativos revelan algo evidente: ahí detrás respira una poetisa. No sé si lo sabes, pero se te nota.
6.- Felicidades de corazón, Argentum, un relato excelente.
Es un texto que se mueve entre el ensayo y el relato informativo. Siendo realistas, tiene estilo como para ser un relato (planteamiento, nudo y desenlace), aunque de forma excesivamente lineal, a mi juicio.
El relato se inicia con un recuerdo para la decepción que acababa de sufrir tras mantener una relación a través de Internet. Después se cuenta el proceso mediante el cual cae en las redes del blog de un tal GerardoVate, hasta acabar descubriendo de manera casual, la frase”El modelo americano Steve, pasando sus vacaciones en Miami con…”, tras clicar una foto de su Gerardo. El relato acaba con la decisión de la protagonista de abrir un blog para denunciar este tipo de manipulaciones. A veces tiene cierto estilo literario, introduciendo algunas figuras—casi todas comparaciones—, que dan un ritmo más agradable al texto. Hay, además, algunas expresiones y construcciones latinoamericanas (no sé exactamente de donde) que contribuyen también a romper la monotonía que siempre tiene una exposición casi periodística. Es un tema interesante y funciona sobretodo por la inercia de querer conocer el final. Yo, particularmente, hecho de menos, en estos textos, una trama argumental ficcionada, donde se introduzcan otros elementos ajenos a la historia real. Pero cada uno escribe como quiere y de lo que quiere.
Suerte
Mi querid@ Argentum:
Esto lo escribo justo antes de empezar a leer tu relato: reconoce el mérito que tiene afrontar esa tarea cuando el primer vistazo al texto nos abruma con un par de párrafos interminables. Ahora paso a leer el cuento…
Bien: siento haberte echado este rapapolvo (del que no me retracto) porque me ha parecido un cuento exquisito. La sensibilidad que demuestras en la elección de las frases, los símiles y las metáforas es propia de escritores con más andadura de la que se nos supone a los que participamos en este certamen. Podría citar unas cuantas, pero nada más empezar la narración ya te topas con una oración bellísima: «… juntas, gotas y lágrimas, se columpiaban jugando a escurrirse desde su diminuta nariz hasta su barbilla.». Esto es sensibilidad, no «moñez» (ñoñez que diría la RAE).
Si revisas un par de comas y algún punto que quizás se te haya pasado por alto, habrás escrito un RMR (relato moderno redondo) que merecería estar entre los finalistas. Espero que al jurado, como a mí, no le arredren esos mamotretos de párrafos por los que te he regañado.
P.D.: a mi también me gusta Philip K. Dick
Quod vis nobiscum
Según el diarío Today la empresa suiza Logitech ha presentado un nuevo modelo de teclado especial chateadores que resuelve en una sóla tecla «Espera que voy a cambiar el agua al canario» y la versión femenina.» Espera,fono» Bueno realmente también va a hacer pis, pero es más fino.
No estoy muy de acuerdo con usted.
Y ahora me las piro vampiro de ese certamen que tiene demasiada censura.
Ahí os quedais!!
Lo cierto es que ‘Margot13’ tiene poco que hacer ante un individuo de éstos que se escribe con ‘Bichita inquieta’. Pero me permito afirmar que el mundo virtual no es sino el reflejo del real, ni más ni menos. Tal vez algo más acelerado, ciertamente más misterioso, pero un espejo de las miserias y virtudes de cada uno de nosotros. Suerte.
Jajajajajaja. Gracias por compartirlo con nosotros 😀
Efectivamente Argentum, en todo caso en latín sería neutro. No sé porqué te clasifiqué como femenino. Gracias por la puntualización del entrecomillado. Si no hay como comentar las lecturas para aprender. Gracias otra vez.
Lo de mi abuela era un chiste muy malo. Es que le decían sus amigas que en América, las mujeres tomaban una pastilla para quedarse embarazadas. Se ve que eran sordas o entendían al revés. Pero todas estaban de acuerdo con mi abuela.
Hola Avril:
Muchas gracias por leerme y por tu amable comentario, Tu abuela tenía toda la razón: más vale lo malo conocido que…
Me anoto tu percepción sobre frases largas, pero te diré que en este texto no hay diálogos, en ningún momento entablan conversación los personajes, por eso se ponen como bloques entrecomillados y se hace la correspondiente pausa al leer.
Oye, me hace gracia que me llames «autora», creo que mi seudónimo no decanta ningún sexo ¿no? 😉
Hola, caos:
Gracias por tu comentario, si te has entretenido leyéndome, ¡objetivo cumplido! 🙂
Sin lugar a dudas, sí, las relaciones solo conocen una vía: cara a cara. Un abrazo.
¡Ay, mi querido internet!, si yo contara…
Esta vez seré muy breve: me ha gustado mucho.
¡Suerte!
En esto de las relaciones yo digo lo que decía mi abuela a sus amigas: «Donde esté lo antiguo, que se quite lo moderno».
Bueno el relato está bien pero, me parece que las frases son largas, y al no puntuar los diálogos, lo parecen aún más. Aunque no se puede criticar, hay a quien le gusta la frase larga, y como en este caso la autora eres tu, pues lo que has querido poner, bien puesto está.
Es un buen relato.
Suerte.
Me entretuvo la historia de esta muchacha obsesionada con un perfecto desconocido. Para mi nada supera el relacionarse por contacto directo, de tú a tú. Lo de Internet es, en gran parte, soñar despierto. Suerte
Hola, lectora:
Muchas gracias por leerme y por tu comentario. Sí, por desgracia estas historias son más reales de lo que nos gustaría, hay mucho sinvergüenza suelt@ por ahí 😉 Saludos.
Imagine que dejo el teclado y le aplaudo por este relato tan real como la vida misma.Me deja una estela e congoja, de un cierto dolor por esa mujer.Hay que ser muy desconfiada, muy cauta antes de sentarse delante de una pantalla para entrar en Ciberlandya y compartir con un extraño información íntima y personal de tu vida.
Las ciberrelaciones de los chats en muy contadas ocasiones llegan a buen puerto.Una maraña de mentiras ayudada por el anonimato, una fuente de engaños y que no te toque como a esa mujer un » Embaucador de margaritas, un seductor patológico», entonces te puede hacer la vida añicos y algunas nunca más volvieron a ver el arco iris…
Mirar en el diccionario la definición de » Embaucador» y sus sinónimos pone la piel de gallina.Es la forma de engañar con más premeditación y alevosía de todas las formas de engaño que existen.Yo leí hace poco en un diario donde dan las noticias más estúpidas que jamás se ha inventado..
«Cuidado con el ciberamor que hay mucho ciberguenza suelto.»
Es muy bueno, es hablar en Plata.