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73- El mimo. Por Milio Sirenu

Ante el espejo papá se anuda la corbata un día más. Y por cada poro de su piel rezuma la desidia fermentada durante quince años de rutina que le han convertido en poco menos que un autómata. Papá se levanta. Se ducha. Se pone el traje gris. Bebe un café solo apoyado en la encimera de la cocina. Se va al banco. Revisa hipotecas. Niega créditos a parejas jóvenes con las manos llenas de sueños. Fuerza las sonrisas que sean necesarias. Y regresa. 

Pero en una mañana cualquiera, la cadena de montaje en la que se construye su rutina se rompe. Un monstruo llamado ERE le pega un enorme manotazo y las piezas de su día a día saltan por los aires. Mamá llora durante tres noches como si alguien se hubiera muerto. Como si el traje gris de papá, arrojado de cualquier forma sobre el galán del dormitorio, fuese un auténtico cadáver al que hubiera que velar. Papá sonríe cuando mamá no está delante.  Una mañana lo descubro gesticulando ante el espejo en silencio. Se mueve por el dormitorio y finge chocar con objetos que no exiten. Pienso que quizá papá se haya vuelto loco. Pero sonríe.

Al día siguiente, papá sale de casa como a escondidas. Con el rostro pintado de blanco y los labios muy negros. Va vestido muy raro, con un jersey a rayas, un peto rojo que le queda grande y unos guantes blancos. Papá me da risa. Si mamá lo viera…. Pero mamá no vuelve del supermercado hasta las tres y no tiene por qué enterarse de que papá se ha disfrazado y se ha ido así a la calle. Tampoco de que le he seguido a hurtadillas.

Papá llega al parque y se sienta. Ante sus pies coloca una gorra en el suelo. Se queda quieto. Como si fuera de piedra. No entiendo. De repente, una madre y su hijo pasan por delante del banco y arrojan una moneda en la gorra de mi padre. Como activado por un resorte se levanta y gesticula, raro, igual que el día anterior ante el espejo. Sus dedos acarician la nada. Se pone triste, alegre…. saca un caramelo de la manga y lo entrega al pequeño, que sonríe encantado. La madre aplaude. Y el mimo ocupa de nuevo su sitio. Así durante un buen rato en que no me atrevo a acercarme. De pronto, sin que nadie haya arrojado nada en su gorra papá se levanta, la coge y sonríe tímidamente. Sus pasos se encaminan hacia casa. 

Pasan muchos días y papá sigue disfrazándose para ir al parque.  Yo estoy aburrida de esconderme, así que salgo y voy corriendo hacia él. Pienso que se alegrará pero se pone triste. 

Llora. Sus lágrimas arrastran el maquillaje blanco y papá deja de ser el mimo simpático del parque para ser el hombre gris del banco que niega hipotecas. No entiendo.

Al día siguiente papá no va al parque. Ni al otro. Ni al otro.

A las pocas semanas, muy temprano, se enfunda de nuevo el traje gris. Otro banco le ha ofrecido un trabajo. Un trueque. Mil euros a cambio de la infelicidad y las sonrisas forzadas.

Ahora es mamá quien sonríe y papá quien llora por las noches. No tres noches. Sino todas las noches.

12 Comentarios a “73- El mimo. Por Milio Sirenu”

  1. Musik dice:

    Brillante. Es una historia que me ha emocionado y desde la primera frase no he podido dejar de leer.
    Enhorabuena y mucha suerte.

  2. Lotte Goodwin dice:

    La historia es tremenda y está bien contada. Yo no había reparado en que la contaba un niño y quizás debería haber empleado otro lenguaje. Solo la primera fase me ha cochado un poco. Pero me gusta el personaje del padre. Muchísimo. Es triste tener que ganar un sueldo con un trabajo que no le prodcue satisfacción (aunque sea muy habitual). La reación de la madre es la esperable. Son prácticas las mujeres.
    En fin. Creo que hasta la extensión del relato es la adecuada. Un mimo no necesita muchas más palabras.
    Suerte en el certamen.

  3. Dies Irae dice:

    Milio Sireno, buenas tardes.

    A mí me ha gustado tu cuento, con sus peros, pero me resulta el embrión de una buena historia. Creo que podría dar más de sí, aunque quizá no sea éste su espacio. Y perdonaría, si fuera quién para perdonar, incluso como lector, el fallo de la voz infantil, esperando que la próxima vez, en el próximo relato, tú y todos hayamos aprendido de nuestros comentarios.

    Y, discúlpame, Milio. Lo que no perdono es que aparezcan los rancios defensores del autor como si con la crítica lo estuviéramos atacando. No, mi risueño seudónimos, usted no entiende nada. Ni siquiera se ha fijado en que la mayoría de los que nos atrevemos a decir algo aquí somos compañeros, colegas, aprendices de juntaletras también. Y aplíquese su propio cuento: si los críticos lo son porque no saben escribir, los críticos de los críticos, ¿qué saben?

    En fin.

    Salud y suerte, Milio Sirenu.

  4. Sacha dice:

    Bien contado. Falla la boca (personaje) pero no la pluma (escritor).
    Enhorabuena.

  5. Hóskar-wild is back dice:

    Me gustan los mimos y me disguntan los bancarios que, bien pensado, no son sino títeres movidos por los hilos de los intereses dictados por otros. Todos inocentes o todos culpables, depende de qué nos disfracemos cada mañana. Suerte.

  6. Rulfo dice:

    Realidad pura y dura. Esto le puede pasar a cualquiera, así que está bien recordarlo de vez en cuando. Escritura fácil, sin demasiados compromisos literarios. Más o menos como se lo habrás contado a muchos más y, probablemente, seguirás haciéndolo. Lo de menos es que aquí le pongas voz de niña.

    Suerte Milio Sirenu

  7. Lovecraft dice:

    Ahora para Milio Sirenu, que también se lo merece:

    Como dicen por mi tierra: ¡Qué por nadie pase! No me gustaría verme en una situación como la del padre del protagonista. Produce congoja.

    Suerte en el concurso

  8. Lovecraft dice:

    Vaya, «Seudónimos que dan risa», parece que tu comentario más que un comentario es una «crítica en tono medio sarcástico hacia cosas que han hecho otros». No sé lo que pensar, la verdad. Siento tener que significarme de este modo, pero me temo que «Smoke on the water» no andaba demasiado errado en su juicio. Acabo de perder unos cuantos votos. Merde!

  9. Seudónimos que dan risa dice:

    Siempre que veo críticas en tono medio sarcástico hacia cosas que han hecho otros pienso que provienen de personas que como no son capaces de hacer eso mismo (escribir, pintar, esculpir…) tienen que limitarse a criticar.

    Yo entiendo que el que el narrador sea una niña o no es indiferente en este caso, lo que importa es la historia en sí, por supuesto que no la ha escrito un niño…. en fin, ahora podemos hablar de cómo se fuma en el agua y otras cosas

  10. Darkdreams dice:

    Muy bueno.

    Simplemente, tu relato ha sido el único que hasta ahora me ha hecho animarme a comentar. Si bien es cierto lo que ha comentado Smoke on the Watter en lo relativo al vocabulario y la comprensión de la niña; también es cierto que este relato es el único que ha tocado «esa fibra» necesaria para que alguien (en este caso yo) ame una historia.

  11. Smoke on the water dice:

    Hay que tener cuidado (y maestría) cuando se habla por boca de niños. Una niña que se expresa como un adulto canta a estafa, es un adulto (mal) disfrazado de niño. «Su piel rezuma la desidia fermentada…», por ejemplo, no huele a Nenuco, más bien a Eau de Rochas.
    Más aún, lo que entiende y lo que no entiende esa niña, tan lista para unas cosas y tan tonta para otras, que sabe de hipotecas y de Eres y no identifica a un mimo pedigüeño.
    Es una estafa, y los lectores estafados, no perdonan.

  12. Aljibe dice:

    Brillante! En forma y fondo.
    Mis mejores deseos.

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©Joaquin Zamora. Fotógrafo oficial de Canal Literatura

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