86- Especias en la piel. Por Ángel con tacones de aguja
- 17 octubre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, especias, lágrimas, piel, relatos
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Sabia que algo iba mal nada mas llegar al tercer piso. El corazón comenzó a latirme a tal velocidad que pensé que me daría un infarto. Aun quedaban tres plantas y ese pequeño trayecto se hizo interminable.
Un olor inesperado, delicioso, se introducía en el ascensor y por todos los poros de mi piel, sabedor de la magia que sentiría al retroceder en el tiempo y sacar las emociones de lo mas profundo de mi ser.
Las aletas de mi nariz se dilataron absorbiendo los aromas que me eran tan familiares.
Mi cabeza decía ¡vuelve!, pero mi corazón, mi sexo, mi piel, deseaban llegar a mi cocina que había vuelto a la vida después de nueve meses, trece días y diecisiete horas en letargo.
Empecé a sentirme aturdida, todo me daba vueltas. Casi ni recuerdo salir del ascensor. Tenía tanto miedo que procuraba posponer la certeza. Aunque hacia frió la piel me quemaba, un hilo de sudor resbalaba desde mis senos y se cobijaba en mi ombligo.
Cerré los ojos y todos los recuerdos renacieron.
¡Date la vuelta, no abras la puerta!
Pero el olor a tomillo, albahaca, laurel, pimentón; el azafrán mezclado con clavo, envolviendo un gran trozo de ternera sonrosada, esperaba en el horno el toque final. El ingrediente secreto del gran maestro.
Sabia que habría sobre la mesa de la cocina dos cebollas, una blanca y otra roja, esperándome para que las picara muy finas, mientras tanto, el me iría desnudando lentamente.
Todo un ritual de fantasías sexuales increíblemente complejas. No sabía si existía en el mundo otra persona que sintiera como él y yo la única victima de este privilegio.
Me llevaría hacia el horno encendido y abierto, lamiéndome mis ojos enrojecidos, para que todos los aromas a especias que inundaban la cocina, fueran impregnándose en mi piel, para después, olerme, lamerme, saborearme, ablandarme a besos y hacerme el amor con una pasión que rallaría la locura.
Sesenta minutos de cocción, sesenta minutos de frenesí en mi cocina.
Decía que lo volvía loco cuando me veía llorar lágrimas de cebolla ¡Hijo de puta!
Mis lagrimas por sus ausencias, por sus infidelidades, por sus falsas promesas; las consideraba insulsas, y terminaba riéndose de mi cara hinchada.
¡Vete! No te acerques a las cebollas, no cojas el cuchillo de mango de nácar. ¡Huye!
No mereces llorar más, empezaras otra vez el ciclo: seducción, promesas y la amargura de una nueva separación. No compensa el mejor solomillo al horno que hayas probado en tu vida, ni un polvo memorable la amargura de esos interminables días de espera.
Tú sabes que cuando tu cuerpo perfumado de especias se funda con el suyo, y el olor sea uno será amor. Para él serás una pieza de caza donde deleitarse.
¡Tienes que olvidar o acabará contigo!
Pero esos olores que hacían latir, no solo mi corazón, también mi sexo, me aturdían envolviéndome como telas de araña, impidiéndome que oyera lo que mi mente aconsejaba.
Solo duró un instante, un fuerte perfume femenino, el de su última conquista se mezcló con la lluvia de aromas.
Sentí la lengua seca, aspiré esa atmósfera cargada hasta hacerla penetrar en mi interior, lo único que quedó en mi cerebro fue una claridad insólita, recuerdos agradables, aunque tristes de algo que ya se había perdido.
Me di la vuelta. Ha llegado la hora de dejar quejarse de los hombres. Hora de identificarse con la terrible vida amorosa de muchas mujeres que dependen de los deseos y caprichos de un dominador.
Mientras bajaba los seis tramos de escaleras, me desprendía de esas especias que iban enganchándose en las paredes, en los techos, en la barandilla y con cada peldaño recobraba mi libertad.
Ya no habría mas lagrimas de cebolla.
Pásate por La vieja bodega…¡Fiesta!
Suerte
Párrafo 2º «sabedor de la magia…». Párrafo 5º «empecé a sentirme aturdida…» ¿Es hombre o mujer?
Un relato entretenido y un buen final.En conjunto me gustó.
Gracias.
me alegro que te entrara hambre, intento cuando escribo que se nos «mueva» algo. Gracias por tu comentario
gracias has sido muy graciosa, pero por favor come algo mejor y si de paso te dan un poco de… perfecto.
Debo estar fatal (o será la hora), pero a mí lo que me ha entrado es un hambre…
Eso es bueno. Quiero decir que tu descripción de olores y sabores está muy bien elaborada. También ese rechazo al hombre dominador y caprichoso.
Mucha suete
Mis hermanas están seguras de que ceno galletas con cocacola. Y no están muy desencaminadas… Para alguien como yo que no sabe nada, lo que se dice nada, de cocina ni especias ni esas cosas es un verdadero placer envolverse durante un rato de ese mundo de aromas culinarios y hacerlos míos. De hecho, si yo hubiera sido la prota, antes de irme, me hubiera llevado en un tupper todo lo del horno. Pero no lo soy y así ha de estar escrito.
Lo dicho, ha sido un gusto leerte.
Mil jazz!!
Me teneis loca, me he estado metiendo en comentarios sobre diversos relatos y me encanta vuestras charlas que pena que hasta hace poco no he podido opinar. eres duro-dura pero dejas huella.
Me pone los pelos como escarpias ¿sabes de donde es su mujer? pues en ese hermoso pueblo nací. Aunque tambien es verdad que me considero ciudadano del mundo. No me ata ningun lugar en todos he encontrado maravillas.
Gracias Dies, Me parecia un poco fuerte para un concurso, si llego a escribirlo para La sonrisa vertical habria expresado ese momentazo.
Gracias por tu visita a La vieja bodega, te echaba de menos. Cuando quieras pásate por allí y te bebes un vino con nosotros…también puedes cocinar, aunque te advierto que el toque erótico no es muy apreciado por la panda de borrachos que nos juntamos allí. Ahora, seguro que rebañamos el plato…hace tiempo que abandonamos el glamour.
Ángel con tacones de aguja:
Me ha gustado tu relato. Los olores son primordiales para cualquier humano. Y las cebollas me han traído a la mente a Miguel Hernández. Ya lo habían dicho por ahí… pero yo también lo he pensado.
Y ya que estamos por qué no rendirle un homenaje al maestro:
NANAS DE LA CEBOLLA
.
( Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer,
en la que le decía que no comía más que pan: y cebolla)
.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
.
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
.
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.
Hmm.. no, creo que no me he explicado bien. El principio, con los olores de la escalera y el ascensor, está muy bien. Me sorprendió, agradablemente, encontrarme el deseo del sexo postparto con esa fuerza. Y lo que sentí (que no es que me defraudase, por eso digo que me gusta, final incluido), es el anticlímax del perfume femenino y que nos negases un desenlace con la temperatura del horno. Me habría gustado ver hasta dónde llegabas.
Vamos, que me ha gustado mucho. Todo. Enhorabuena.
Me ha encantado tu comentario, si que puede haber simbologia.
No es el olor, es el sabor no me digas que no te gustan las cebollas en una buena trortilla de patatas. los olores los dan las especias, si no has estado en un zoco arabe no lo podras entender, quizas no has pisado una cocina nada mas que para comer.
Gracias, si que llevas razon debia de haber trabajado mas el principio, otra vez sera.
No has captado nada de nada, no es solo un polvo, detras hay todo un mundo extraño, puede que me quedara un poco corta.
Buenas noches, Ángel con tacones de aguja.
Has sacado un gran partido al recurso culinario-sexual. Lástima de anticlímax, aunque me ha gustado mucho el relato, final incluido.
Salud y suerte.
¡Qué curioso! nunca pensé que los aromas asociadas a un asado de ternera pudieran actuar como afrodisíaco. Menos aún el olor bastardo de las cebollas.
Está bien escrito, suerte.
Al menos este hombre le echaba un poco de imaginación. Las sombras de Grey están haciendo estragos. Al final resulta que lo mejor es lo previsible: el polvete rápido de los sábados en la posturita del misionero. A ver si nos ponemos de acuerdo. Suerte.
Las cebollas como símbolo del sufrimiento humano. Ya lo dijo antes Miguel Hernández. Una enternecedora historia de superación, Ángel con tacones de aguja
Me gusta como has impregnado de olores este relato de relaciones sado-masoquistas. No solo de látigos se sirven esos cabrones, a veces es más dificil escapar de esclavitudes que utilizan cadenas hechas con amor y dependencias afectivas. ¡Bien por la protagonista! esperemos que no se caiga rodando por las escaleras, que llegue a la calle y allí le espere una lluvia suave que termine de limpiarla para siempre. Un abrazo y suerte