El capitán Luca miraba hacia la proa. Ceño fruncido, manos a la espalda, piernas abiertas, era su estilo cuando torbellinos de ideas se presentaban en su mente. Parecía haber envejecido veinte años en un puñado de malas jornadas. La piel seca, cuarteada, áspera como pergamino; los ojos hundidos, marchitos, bailaban […]





