Colgado.
Colgado de un recuerdo,
siento frío en los huesos cada día.
Agarrado al abismo con las yemas
de unos dedos repletos de preguntas,
abro los ojos fuerte, por no verte,
y agradezco el golpe del viento
en lo que queda de una careta amable.
Sintiendo el vértigo insano de estar vivo
tengo en cuenta una idea persistente:
saltar, dejarlo todo, y ya rendirme
a la ausencia, a la infamia, a extrañarte.
Miro abajo y calculo
cómo será, o qué dirán los que algún día
llenaron mis blancos de algún color extraño,
y una lágrima intenta, entre mis risas,
saltar antes que yo, abandonarme.
Al fin fallan mis fuerzas; derrotado
saboreo el vacío mientras busco
resumir esta vida en una imagen
que nunca llega. Todo sale a mi encuentro…
…despierto con la angustia de la muerte,
de esa muerte caduca que es dormirse.
Alguien ha escrito un verso en nuestra almohada
que dice, más o menos… “hasta siempre”.
© Segismundo Fernández Tizón