La pedrada. Por Gregorio L. Piñero. Cuentos estivales.

Cuentos estivales (XXI).

Virgen de la Rogativa

La pedrada.

       Tras la recolección de la almendra, que se almacenaba en sacos de aspillera, había que descascarar. Es decir, desprender el fruto de su vaina exterior, dejándola sólo con la protección de la película que protege a la semilla, o hueso, para su conservación. –Me ha dicho mi pupilo, un poco a la desprevenida, pues no esperaba que comenzase a contarme ya el cuento de hoy. Me he sentado junto a él dispuesto a escucharle.

       Pasada alguna semana desde la recolección -me ha explicado- las vainas comenzaban a secarse y era el momento de quitarlas del hueso, pues su deshidratación facilitaba la tarea, que se hacía a mano, tomando las almendras de una garbilla grande, sobre la que ss iban reponiendo y arrojando las cáscaras a unos grandes capazos de esparto, almacenándose como alimento para los cochinos.

       Descascarábamos los niños, las mujeres y algún hombre. Y en estas reuniones las historias iban de cuenta de ellas.

       Una tarde –me ha explicado mi pupilo- fue su abuela, la mama Lola, la que les contó la leyenda del milagro de la Virgen de la Rogativa, patrona de Moratalla.

       -Por las tierras altas de Murcia, cerca de Revolcadores, un pastor llamado Ginés, estaba cuidando al ganado, sentado bajo un gran olivo. De pronto, en una zona del sembrado más verde que el resto, alzó el vuelo una paloma blanca y el pastor, que se sobresaltó por lo inesperado, le lanzó una piedra con su honda, y la alcanzó certeramente en la cabeza, derribándola.
Cuando el pastor se acercó a recoger su presa, aquella paloma se convirtió en una mujer hermosísima: la Virgen María.

       Quedó absorto y se arrodilló ante la presencia virginal -continuó la abuela- mientras no parábamos de descascarar.

       -Soy la Virgen María -le dijo la etérea imagen- y vengo a pedirte que comuniques a los moratalleros que mi hijo está disgustado porque deben ser más caritativos y hospitalarios con los necesitados, y para que se edifique en estos parajes una ermita, para que pueda ser lugar de oración y permita la conversión de los moriscos de estas zonas.

       -El pastor fue corriendo hasta el caserío más cercano a contar la gran noticia, pero no le creyeron. Así que se puso muy triste, y pensó que él mismo construiría la ermita.

       Pero lo que construía de día, se destruía de noche. Un vecino que vio la desolación de Ginés empezó a ayudarle, mas con el mismo resultado: lo construido de día, quedaba deshecho por la noche.

       El prodigio fue comunicándose llegando a oídas del párroco y autoridades, que quisieron presenciar el hecho. Cuando comprobaron que era efectivamente así, creyeron en la aparición de la Virgen y promovieron la edificación de la ermita a un lugar más predominante.

       -Cuanto edificaban de día, se duplicaba por la noche, de modo que pronto estuvo terminada. Y, por eso, la imagen de la Virgen lleva un hilillo de sangre en la frente, para recordar la pedrada del pastor Ginesico. Es una imagen muy hermosa. –Apostilló la mama Lola- que tuvo ocasión de ir una vez a la rogativa del último domingo de mayo.

       -Los zagales, Cholo, quedamos impresionados por la pedrada y volvimos a maravillarnos con esta leyenda tan milagrosa, convencidos de que los poderes divinos son infinitos –me ha dicho mi pupilo.

       Y nos encaminamos nosotros hacia el dormitorio a pasar la noche con sueños legendarios y milagrosos.

(Continuará…)

Gregorio L. Piñero
(Imagen de Nuestra señora de la Rogativa. Foto de Gonzalo Vázquez).

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