El Rayo, mi perdición; don Santiago Ramón y Cajal, mi salvación. Por Catalina Ortega

El Rayo   Fue un susto enorme. Sólo tenía nueve años y nadie me había explicado eso de la menarquia, palabra rarísima desconocida para mí. Corrí alarmada a los brazos de mi madre, gritando cual posesa. –Me muero, me muero; orino sangre. –Mi madre, tan desahogada, me miró de arriba…

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