Escribir, ¡un deporte de alto riesgo!
Escribir, ¡un deporte de alto riesgo!
Hoy os vamos a descubrir el secreto mejor guardado de un autor, tan oculto y misterioso como el conejo que habita en la chistera de un mago. A primera vista el único riesgo de escribir podría recaer en una uña descarnada ante un aterrizaje entre las teclas emocionado bajo el énfasis de los efluvios de la inspiración, pero no, ese no es el mayor de los riesgos y, consecuencias ¡Qué también!
Volviendo a la inspiración, regresamos a la chistera del escritor, donde remueves con las dos manos en la imaginación, y con ellas elevas cientos de palabras que, al sacudirlas contra la pantalla, solo unas pocas quedan dibujadas en el texto, el resto de estas se escurren entre los dedos, y vuelven al fondo de la fantasía para una mejor ocasión.
Si ya es difícil lo anteriormente expuesto, la realidad diaria es más prosaica. Cuando andas buceando a pulmón en la mencionada chistera, y mantienes la respiración escarbando en el fondo oscuro de tu interior durante horas sin que puedas pescar nada, y justo cuando te viene la idea, resuena de fondo en la puerta.
¿Estás ya? Llevas todo el día con eso, vamos a comprar y ya seguirás después.
Todo el día arriesgando en las profundidades de uno mismo para nada, porque tras la compra, el perro se dejará las uñas en mi muslo para salir a mear en algún árbol, y si me hago el remolón la gata se parará sentada en frente, y erguida me atravesará con la mirada de reproche que también le sale a la condenada.
Jordi Rosiñol Lorenzo