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191- El miedo a las manzanas. Por Calleja

Endo deslizó la cuchilla suavemente sobre su piel. El paso del acero era firme y cortaba cada pelo que atropellaba en su camino. Como si fuese una máquina devastadora que talaba sin compasión una selva del Amazonas. Terminó y se miró al espejo. Tenía la piel blanca como la nata y brillante como el metal.
Piiiii piiiii…
Mensaje recibido: Hoy es el gran día, ánimo y mucha suerte 😉
El traje estaba esperándole sobre la cama. La tarde anterior Endo había recorrido varias tiendas hasta dar con él. Lo vio en un escaparate y no le importó el precio. Ahora que lo sujetaba entre sus manos no entendía qué era lo que le había cautivado. No era más que otro traje gris y aburrido, moderno y pretencioso como los demás. La corbata era color piel, Julia la había elegido así para darle un toque humano. Una vez que se hubo enfundado en el traje volvió al espejo. No le quedaba mal después de todo.
Aunque le costaba desviar la mirada de su propio reflejo, volvió a desnudarse y a dejar el traje donde estaba, no quería que se manchase. Miró el reloj y se dirigió a la cocina. Abrió la nevera y sacó un cartón de leche y un paquete de mantequilla. Mientras se untaba una tostada recordó los consejos de Julia. “Piensa en una pradera y en toda esa mata de hierba moviéndose al compás de los golpes del viento, o en el mar, como un gigante de agua y sal que está mudo y sólo ronronea. Piensa en el ronroneo de un gato que se acurruca en tu regazo, o en un feto que se mueve en el interior de un útero”.
Piiiiii piiiiii
Mensaje recibido: El sonido de un arpa, el cielo cuando tiene color yema de huevo.
Endo se chupó el dedo para atrapar y devorar las migajas que se habían desprendido de la tostada y estaban esparcidas sobre la mesa, aún estaba hambriento, el miedo siempre le abría el apetito. Sacó del frigorífico una tarta de manzana. Estaba fresca y dulce. Se comió un pedazo lentamente a pequeños bocados, luego devoró el resto con ansiedad, engullendo casi sin masticar. El sabor de la tarta le provocaba satisfacción no sólo en el estómago o en el paladar, también en su memoria, habían desaparecido las malas experiencias y los miedos. Julia tenía razón. “La comida recorre
mucho camino antes de llegar al intestino, pasa por nuestro cerebro, nuestros sentidos y sensaciones, no sólo somos lo que comemos, también pensamos lo que comemos”.
Salió de la cocina y volvió a postrarse frente al espejo. “¿Y si en lugar de ser humano hubiese sido manzano?”, se planteó. Habría permanecido sereno e inconsciente en un jardín o en un bosque. Sin preocupaciones, sólo creciendo, echando raíces y dando manzanas. Por un momento sintió una ridícula envidia por la impasibilidad de las plantas, y quiso ser vegetal para no pensar. Miró su reloj y volvió a enfundarse en el traje gris.
Piiiiii piiiiii.
Mensaje recibido: Una corriente de aire fresco y limpio que entra por la ventana…
Salió a la calle. Había movimiento y mucho ruido, pisadas de personas, de perros y de neumáticos.
Le dio la sensación de que el suelo estaba agotado y roto de soportar tanto peso. Subió al autobús y el tiempo se congeló durante unos minutos. Endo trató de olvidar hacia donde iba y se esforzó por creer que su destino, aquel día, era simplemente estar en ese autobús y recorrer la ciudad a través de su ventana. Parques, farolas, coches, semáforos, carteles, cabinas telefónicas, humo, gente…
Bajó en una parada que había frente a un edificio alto y omnipresente. No había lugar en la ciudad que pudiera esconderse de la vista de sus ventanales. El bloque no tenía chimeneas para que los pensamientos y las ideas no pudieran escaparse de su interior. Endo se adentró en él con la cabeza baja y el paso firme.
Una vez allí el miedo volvió, el terror al fracaso, la frustración, el desengaño y el estrés, todos juntos hicieron una marcha forzada sobre la boca de su estómago. Apenas cruzó la puerta sintió una repentina urgencia de buscar el lavabo. Los aseos eran blancos y pulcros, con olor a laboratorio de química y a ambientador de jazmín. Los retretes eran brillantes y perfectos, como la cabeza de una serpiente del desierto que asoma desde la tierra, abre la boca y se queda congelada para siempre.
Endo se arrodilló con cuidado, sujetó su corbata y devolvió la tarta entera en medio de una agonizante arcada.
Piiiiii piiiiii…
Mensaje recibido: El olor del pan recién hecho, el placer de mascar hierba buena entre los dientes.
La habitación de espera parecía un escaparate. Había muchos jóvenes de la misma edad que él que aguardaban su turno como si fueran maniquíes. Todos con el mismo traje y estratégicamente improvisados en diversas posturas, sentados con las piernas cruzadas, de pie con los brazos en forma de asas, echados en la pared, mirando por la ventana… Incluso había un hueco para que Endo entrase a formar parte de aquella tétrica escenografía. Se sentó en una silla que había libre e intentó dejar que su mente se escapara flotando, pero no pudo, no había praderas, ni corrientes de aire fresco, no había ni siquiera ronroneo. Sólo silencio, dolor de estómago y pánico a las manzanas.
Todos le observaban con discreción pero nadie decía nada, sentían su miedo. Endo volvió a mirar el reloj, el tiempo ya se había descongelado pero aún no había recuperado su velocidad habitual. Las ideas tenían tiempo de ir y venir en su cabeza. Un vendaval de emociones, rencores, dudas y decepciones.
Piiiiii piiiii…
Mensaje recibido: El ruido de una vela que se despliega en un barco.
Una de las puertas se abrió y todo el tinglado de maniquíes y estatuas abandonó su posición inicial para ponerse en pie.
¡Rosendo Giraldo! -Gritó una cabeza asomada a la puerta.
Todos se sentaron. Endo se puso en pie.

19 Comentarios a “191- El miedo a las manzanas. Por Calleja”

  1. Calleja dice:

    Una vez más, gracias a todos por vuestros comentarios… En todos ellos hay distintas maneras de aproximarse a la historia que quería contar, creo que ciertamente enriquecen el relato… A los que me preguntáis dónde termina el protagonista, si en un hospital o en una entrevista de trabajo, permitir que deje vuestras reflexiones en blanco… Al fin y al cabo os ha llegado esa idea de angustia y ansiedad que quería transmitir y de la que todos hemos sido víctimas alguna vez… ¿Qué pasa con Endo?, lo que queráis creer

  2. leforeverdelamari dice:

    Yo le temo más a una entrevista personal que enfrentarme a una oposición.Por mucho que un tribunal te mire de arriba abajo poco le importa si vas vestida como una ejecudiva o si vas bien depilada, a ellos lo que le interesa es poder quitarte la paga de navidad por el artículo tal.En cuanto a los «piiiii» vaya la monserga que me han dado, espero que a la hora de la verdad lo pusiera en silencio o desconectara porque si yo fuera entrevistador lo tacho de la lista de candidatos.No le cojo yo la punta a este relato y menos el rabo a la manzana…de todas formas suerte.

    lamari

  3. rulfo dice:

    Manifestar pánico por lo desconocido, en este caso da la impresión de que se trata de una entrevista ¿de trabajo? Se acompasa, de manera intermitente, por los mensajes de Julia tratando de darle ánimo. Y parece que lo va soportando…, hasta que se encuentra en “la habitación del pánico” y todo se derrumba.
    Bien escrito y manteniendo la sensación de agobio. Pero hay una cosa que me desconcierta. Vaya por delante que, en esto, cada uno tiene sus criterios, pero pasa de especular sobre la bondad de los vegetales y aún más de las manzanas: “¿Y si en lugar de ser humano hubiese sido manzano? Por un momento sintió una ridícula envidia por la impasibilidad de las plantas, y quiso ser vegetal para no pensar”, hasta vomitar la manzana y cogerles un miedo atroz. ¿Es que la angustia puede con todo, incluso hasta convertir un pensamiento agradable en el más terrible de los miedos? Si es así, lo comparto Calleja. Esa historia de la psicología facilona, de que hay que tener pensamientos positivos para alejar los “malos” fantasmas siempre me ha parecido demasiado simple.
    Suerte Calleja, me ha gustado tu relato.

  4. jazzmina dice:

    Expresas bien la angustia de alguien que tiene que enfrentarse a alguna entrevista (eso parece) o algo por el estilo. Le animan con mensajes que pierden su eficacia cuando se aproxima el momento, hasta acabar vomitando la tarta de manzana por el váter. Entretanto reflexiona acerca de las manzanas, los vegetales en general, como si ser uno de ellos le libraría de pensar y, por extensión, de sus miedos. He creído que se refería a una entrevista de trabajo hasta el final. Pero cuando al salir el encargado para llamar a uno de ellos todos se ponen en pie, pues no sé si habré acertado. Quizá ganase algo el relato si dieras algún dato más sobre esto.
    Suerte en el certamen.

  5. rosah2o dice:

    Me gustó el símil del pensamiento y la comida unido al «sobre_engullimiento» de la información actual. Antes pensaba como tú, la no digestión, los vómitos___ Comienzo a creer en la posibilidad de una masticación lenta, sabrosa, comienzo a confiar en la caída del miedo ante la «mega_saturación». Pequeños bocados informativos nos pueden llevar a grandes relatos perceptivos_ que elaborados y emocionalmente compartidos_nos pueden llevar a transformaciones positivas.

    Tarta de manzana para todos!

  6. Hóskar-wild is back dice:

    Si fuera cierto que pensamos lo que comemos, algunos se alimentan de artículos de internet a todas horas y no les sienta bien digerirlos y los van vomitando por los rincones. Otros se alimentan de su propio ego. Yo prefiero ayunar, así me evito pensar. Suerte.

  7. Lalicia dice:

    Me ha gustado tanto que probaré a ver que les sugiere a mis alumnos, seguro que alguno se siente identificado.

  8. jopego dice:

    Que decir ante un relato así; si he de juzgar o valorar si es bueno o malo, si quien lo escribe tiene madera, talento, esencia, o quizas trata de narrar el interior? el exterior? la profundidad? el ahogo? la competencia? la realidad? la belleza? el arrojo? los mensajes? la arrogancia? .?.?.?.? bueno yo que voy a decir, me gustó tu forma de interpretar y narrar pues me ha hecho sentir una cruda y veraz realidad de lo que hoy vive la humanidad.

    Esto es un gran bocado a la manzana, un abrazo.

  9. jesus pedrosa dice:

    Me gusta el relato,tienes madera de escritor,me ha gustado mucho el enfoque y como cambia la rapidez del relato.Muy bueno

  10. Mariela dice:

    Me ha gustado muchísimo el relato y sobre todo tu forma de expresarlo, ya que trasmite tantas cosas que la verdad me ha llegado al fondo. Enhorabuena.. eres un crack.

  11. Patota dice:

    Me ha encantado el movimiento del relato. Hay aceleración y desaceleración a lo largo de todo el texto. Me ha gustado esa capacidad de bajar rápido, corriendo, desde la gran escala a la micro, desde las torres grises a las migas de pan. Me ha gustado leer con todos los sentidos.

  12. Camporredondo dice:

    !Muy bonito el relato!De actualidad para tantos jóvenes…
    !Brindo por Rosendo!Y por la frescura de la narración.
    Calleja, tienes que seguir escribiendo.

  13. Calleja dice:

    Gracias por los comentarios, pero sobre todo por haberme leído. La verdad es que cuando escribí el relato tenía claro la angustia que quería retratar, pero me alegra saber que alguno de vosotros hayáis descubierto posibles razones para dicho malestar. Me gusta cuando la incertidumbre te da la oportunidad de inventar tu propia historia.

  14. Calleja dice:

    Gracias por tu hermosa reflexión

  15. Lovecraft dice:

    Pues sí, un final bastante enigmático, aunque por el atuendo similar de todos los asistentes más bien diría que acuden a una oferta de trabajo. Igual estamos siendo demasiado obvios y no es nada de lo que sospechamos. Me gustó esa estructura en la que el hilo del pensamiento va siendo interrumpido periódicamente por lo mensajes recibidos, que ponen el contrapunto e intentan actuar como revulsivo contra la angustia que el protagonista va experimentado.

    Suerte también para Calleja

  16. Don Juan Tenorio dice:

    ¡Buen relato, pardiez!
    Me atrapa en él la angustia
    de la ilusión teñida de incertidumbre…
    ¡Pesadilla real protagonista!
    Dejémosle algún consejo para su nueva entrevista:

    «Pero don Juan no se arredra;
    ¡alzaos, fantasmas vanos,
    y os volveré con mis manos
    a vuestros lechos de piedra!»

  17. El asesino de Morfeo dice:

    Por tu apodo pensé que nos ibas a contar un cuento, pero me encontré con la angustia de alguien que quiere huir ¿de qué? lo mismo puede ser de la búsqueda de un empleo en una multinacional que del diagnóstico de un cancer en la consulta del oncólogo. Hay gente que le gusta recibir a la muerte bien vestidos.
    Tu lenguaje es claro, las descripciones perfectas pero me jode quedarme con ésa incertidumbre; y con ésta otra: ¿Por qué Calleja?

  18. rosah2o dice:

    el miedo se acuna con bellas palabras_ un mordisco a la necesidad de huir de lo que nos rodea por imposición _

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©Joaquin Zamora. Fotógrafo oficial de Canal Literatura

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