24- La vieja bodega. Por El asesino de Morfeo
- 1 octubre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, bodega, pan, relatos
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El día era luminoso, maldita sea; el sol había salido detrás del castillo, como siempre, la gente trajinaba camino a la plaza, como siempre, la carnicería de enfrente había abierto sus puertas y olía a primavera. Juan miraba a través de la ventana, tras los cristales sucios y no entendía por qué todo seguía como si nada hubiera ocurrido.
El hombre esbozó una media sonrisa mientras se calaba aún más el viejo gorro que tapaba un pelo rubio y reseco. Era alto y enjuto, levemente encorvado y, en otros tiempos, debía haber sido atractivo. Pero eso era algo que a Juan le importaba muy poco.
La luz de la ventana recortó su figura mientras él recorría la estancia con una mirada fría, gris, minuciosa: no convenía dejar ningún cabo suelto, ninguna pista que delatara a la enemiga lo que allí había pasado ni dónde podría encontrarle. Cerró las contraventanas, recorrió el resto de la vieja casona y bajó las escaleras que le llevaban al refugio que, durante mucho tiempo, había preparado.
La casa de Juan era grande, de piedra: como casi todas las casas antiguas de la zona escondía en sus entrañas una vieja bodega; en el piso superior estaba la vivienda familiar y, en la planta baja, la panadería que había permitido que su hermana y él fueran a estudiar a la universidad, lejos del pueblo. Ella había terminado la carrera, se casó y se quedó a vivir, con su marido y su trabajo de bibliotecaria, en el piso que sus padres le regalaron en Madrid. Era un buen piso y a sus padres les costó muchas barras de pan horneadas con sudor y cansancio. Años y años de olor a pan y a sudor costó el maravilloso piso.
Juan no terminó sus estudios. La cabeza le daba demasiadas vueltas buscando el sentido a la vida y respuestas a dilemas que nadie ha resuelto. Leyó a los grandes filósofos, buceó y buceó en libros que nada tenían que ver con las asignaturas que impartían en las aulas…. hasta que algo estalló en su cerebro. Entonces empezó la peregrinación de psicólogos a psiquiatras, de psiquiatras a psicólogos y su clara mirada se perdió detrás de las gafas oscuras que, desde entonces, ocultan sus ojos y un feroz escepticismo.
Juan abandonó su estéril búsqueda para encontrar el amparo de sus padres y de la panadería, allí todo era más fácil y sencillo: el pan no pretendía ser otra cosa que un buen pan con el que acompañar la comida de la gente cuando se sentaba a la mesa. Juan horneaba, se dejaba querer por sus padres y leía. Durante un tiempo la vida se apaciguó, pero pronto el mal de la enfermedad vino a instalarse en la vieja panadería, como un huésped hosco y desabrido, para alimentarse de los padres y engullir su vida.
Primero fue al padre; el maldito huésped lo debilitó hasta dejarle atado a una silla de ruedas y al dolor. Su mujer y Juan le cuidaban mientras esperaban que la hija viniera desde Madrid a acompañarles y a dar algo de cariño al pobre viejo que preguntaba por ella. A veces llegaba al pueblo con su novio (un cura renegado que jugaba a cineasta y a meterle mano a la chica del panadero) eran visitas breves y terminaban cuando conseguían que los padres les “prestaran” algo de dinero. Juan comenzó a odiarles.
Cuando por fin la muerte se llevó a su padre, la hermana reclamó la herencia nada más llegar del cementerio, quería financiar un corto que, el que era ya su marido, pensaba realizar. Su madre lloró y le dio el dinero que pedía. Por entonces la anciana dejó que la enfermedad empezara a comérsela.
Juan decidió que aquella mala mujer no era su hermana, solo le unía a ella unos cuantos genes no identificados; canalizó su energía en cuidar a su madre mientras alimentaba una inquina febril contra sus enemigos: la ingrata, como le gustaba llamarla y el pretencioso pedante de su marido.
Le costaba recordar cuándo había tenido algo de complicidad con su hermana, buscaba en su memoria y siempre aparecía como la niña malcriada y celosa que había amargado su infancia. Juan había crecido escuchando maravillas de ella mientras tenia que soportar sus pequeñas mezquindades y sus mentiras; más de una vez cargó con las culpas de lo que hacía doña perfecta sin que ella moviera un dedo por esclarecer su autoría. Soportando su cínica sonrisa, Juan se enfrentó por primera vez a las pequeñas injusticias que conforman nuestra infancia y, en ocasiones, nuestro carácter.
Es difícil asegurar nada, quizás fue por entonces cuando Juan decidió convertirse en un Quijote desfacedor de entuertos o quizás no, pero lo cierto es que, cuando lo conocí, su figura tiernamente estrafalaria y su búsqueda enajenada de justicia, me hizo pensar en el caballero megalómano y perdedor creado por Cervantes.
En los últimos tiempos, se había cansado de luchar contra los molinos de viento y había centrado sus esfuerzos en cuidar de su madre enferma y en despreciar a la miserable de su hermana. No podía perdonarle el desapego que mostraba hacia su madre, la indiferencia ante su dolor y la falta de interés ante todo lo que no fuera dinero. Día a día fue rumiando su venganza y, cuando vio que la anciana ya ni siquiera preguntaba por ella se preparo para humillar a la bibliotecaria.
Recordó la vieja bodega de su casa; la entrada había sido tapiada porqué a su hermana le daba miedo y convenció a sus padres con mimos y llantinas. Nadie había vuelto a hablar de ella en la familia una vez condenado su acceso. En secreto Juan volvió a abrirla, luchó contra las telas de araña y la suciedad que se había acumulado durante años, bajó todo lo necesario para subsistir: agua, víveres, libros, dos pequeños camastros, una mesa y un par de mantas para protegerse del frío y la humedad. Comprobó que la vieja instalación eléctrica aún funcionaba, instaló ruedas en una estantería para ocultar la entrada a su guarida y pacientemente esperó su momento.
El día era luminoso, maldita sea. Había dejado un lacónico mensaje, en el contestador telefónico de su hermana, comunicando que su madre había muerto. Con cuidado bajó en brazos a la difunta y la depositó en el camastro de la oscura bodega, se sentó cogiendo la mano yerta de la mujer y secó a manotazos las lágrimas que le caían por las mejillas y la barba sin afeitar…..afuera el día era luminoso.
Agarrado a la mano de su madre imaginó la llegada al pueblo de su hermana, el desconcierto del matrimonio al preguntar, de casa en casa, por el paradero de los ausentes. Habrían ido al tanatorio y al medico que expidió el certificado de defunción. Se imaginó a su hermana dando explicaciones que paliaran el escándalo que sacudiría el pueblo, la vergüenza de la ingrata ante las miradas de hipócrita conmiseración de los vecinos y paladeó el hecho de que cada uno de ellos conocía la verdadera historia del desamor de la mujer.
Tres días, tres, veló a su madre a solas. Le habló de su niñez, le dio las gracias por su amor, por las comidas que le preparaba con cariño, por su paciencia cuando se le nublaba la razón. Pasó el tiempo leyéndole libros que sabía que a su madre le gustaban y le explicó que la niña que había parido se había convertido en alguien que no se merecía despedirse de ella ni manchar con su presencia el último aire que la envolvía.
Tres días, tres, esperó a que su hermana se marchara. Pegado a la trasera de la estantería escuchó el ruido de la puerta al cerrarse con un portazo, luego el rugir de coche de la pareja arrancando y huyendo de una situación cada vez más esperpéntica. Juan esperó tres días, como los antiguos, a que el espíritu de la madre abandonara su cuerpo en la cripta del hogar que la había cobijado. Solo entonces se entregó a la burocracia que rodea a la muerte, serenamente y con una leve sonrisa en el alma.
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http://canal-literatura.com/9certamen/la-vieja-bodega-y-el-asesino-de-morfeo-angela-sahagun/
Gracias
¿Se puede?
Bonsoir à tous, chers collègues. Comment allez-vous?
Veo que hay ambiente en la vieja bodega y para combatir este frío «febreriano» aquí os traigo estas botellitas de auténtico orujo gallego que he ido a buscar al apeadero. Esta vez no había niebla, pero el paisaje se había teñido de blanco. Me recordó mis viejos tiempos de emigrante en Suiza.
Ya intuía yo que aún íbamos a tener alguna que otra sorpresa. C´est fantastique!
De hecho, me he encontrado con lamari en el apeadero y le he comentado que tenía una especie de corazonada. Y ahora me paso por aquí y leo lo que leo. No, si ya me olía algo.
También me da la impresión (y espero acertar) que la Señorita Bennet ha hecho unos exámenes de sobresaliente. Lo digo porque la veo en forma y muy dicharachera. C´est magnifique! Ya decía yo que me parecía una chica muy lista.
Ah, qué buenos tiempos los de la facultad. Y eso que yo estudié en la década de los setenta, en plena transición (¿transición a qué?). La Complutense estaba tomada por los «grises» (sólo hemos cambiado el color de los uniformes, ahora son los «azules»).
Y cada vez que teníamos asamblea en la facultad de Sociología, llegaban numerosos en sus «lecheras» y nos desalojaban por la fuerza. Afuera se sucedían las carreras y los gritos contra el «régimen».
Aunque lo más triste es que hoy, cuarenta años después, las nuevas lecheras han tomado las calles y siguen desalojando a los ciudadanos por la fuerza para acallar a todo un país. ¡Tiene cojones! Quién lo iba a decir. En el fondo casi nada ha cambiado. Sólo en la forma, pero no en el fondo.
El sábado pasado pude comprobar personalmente en la plaza de Neptuno cómo los de «arriba» se blindan cada vez más. Cada día hay más antidisturbios (en este tema no ha habido recortes, sino todo lo contrario. ¿Por qué será?).
¿De qué tienen miedo? ¡Qué banda de hipócritas y manipuladores, además de estafadores de guante blanco!
En fín, me calmo porque empieza a hervirme la sangre otra vez.
El sábado éramos muchos, y cada vez seremos más…
¡Hay que acabar con la pobreza y no con los pobres!
Y tú, chère Ángela, ¿cómo llevas esto de la fama?. Tanta cámara, tantos micrófonos, tantos flashes y sobre todo… ¡tanto paparazzi! No debe de ser fácil.
No veas lo tranquilo que vivo yo aquí en la tierra del anonimato, preparando mis clases de francés, leyendo todo lo que puedo, cultivando mi huertecito e intentando escribir alguna historia que interese a los demás aunque sólo sea algo, que no es poco.
Bueno, como siempre ha sido un placer pasar por «la vieille cave» y compartir un rato con todos vosotros, «chers collègues».
Vuelvo en otro momento.
¡Que seáis felices!
¡Jodios niños, siempre poniéndote los pies en el suelo! Me ha encantado, Laura.
Os tengo que dejar un par de días sin noticias, no voy a poder conectarme, pero dejo la llave puesta para que entréis en la bodega cuando os plazca. Serviros vosotros mismos y dejadme alguna nota en la mesa. Seguro que las disfrutaré a mi vuelta. Besos para todos
Es verdad, vamos a dejar la melancolía y a tomarnos unos chatos en la bodega, que si a alguien le gusta repartir alegria y chapotear y reirse es a mí. Mira te envío un micro que hice hace unos años para que te rias.
«Había conseguido hilvanar una noche perfecta, con su firmamento y su luna resplandeciente. Estaba a punto de perderse en la contemplación de su obra, cuando se oyó una diminuta voz desde el pasillo que decía: ¡¡¡¡Mammmiii caaacaaaa!!!. Y las 35.257 estrellas se derrumbaron sobre el papel.»
Es una historia real. Por supuesto sonreí y acudí a la llamada del amor. Porque la noche es eterna y puede esperar. Besos.
¡Hale, cuantos amigos en la bodega! y de ligoteo algunos…¿como va el romance, Don Juan? No desespereis que parece dura, pero es más tierna que un pollito amarillo y piador.
Señorita Bennet, no es tanta la diferencia, creeme, me quedo con el título de tía abuela…un poco atípica ya que no me gusta rezar y soy dificilmente escandalizable. Pero estoy dispuesta para escuchar con amor cualquier cosa que quieras leeme o contarme. Ponte en contacto con Dies Irae para seguir viéndonos, ella nos está reuniendo, porque yo soy muy torpe con lo del facebook y seguro que te monto un follón que terminas hablando con alguien en polaco.
Metafastro: mi padre era una persona compleja. De día encarnaba la tranquilidad, la buena hombría y la serenidad con la que impregnó mi hogar. Por la noche sacaba, sobre el papel y el lienzo, todos sus demonios en un mundo subrealista e inquietante. Nació en 1918 y, como tu padre, vivió la guerra; la paz llegó pero en su interior, la guerra esperaba, agazapada, a que llegara la noche. Quizás por eso no era un hombre solitario, le gustaba rodearse de amigos que le hicieran olvidar sus monstruos. Fue autodidacta también, y boticario: jamás vendió un cuadro y quizás por eso sigue muy presente entre nosotros, vigilandonos y sonriendo desde las paredes. El domingo me encontré con un mendigo de los que hablas. Dormía entre dos carteles: en uno decia:
En esta vida casi nunca se cumplen los sueños, con suerte algunos se roncan. En el otro cartel admitía comida, ropa, calzado y lectura (libros y revistas temáticas,decía).Vamos a chapotear un poco, que veo que nos ponemos tristes.
Jooo, si en mi último comentario colgado no he puesto nada «revelador» robots, tener piedad conmigo 🙁
Asesino, sí, hay personas a las que la irracionalidad de l mundo les hace verdadero daño. Suelen ser creadores de sueños que los demás califican de extraños, hechos con el barro de la soledad y las nudosas manos de la esperanza. Supongo que tu padre sería así.
Sabes, cuando descubrí que los bancos de los parques estaban llenos de Metafastros, me hice Asistente Social. No he podido ayudar a muchos, pero he estado en sus sueños y les he comprendido. Y ahora que los años ya me van enseñado, no sabría decirte qué mundo es mejor.
Gracias, a mí también me gusta chapotear. Sólo espero que llueva durante mucho tiempo y se formen muchos charcos. Besos.
Buenos días a todos. Yo ya terminé mis exámenes y estaba disfrutando de mi tiempo libre… ¡pero tenia que pasarme por aquí! Primero para felicitar a Angela por ser el asesino perfecto, me reí mucho cuando lo vi. A carcajada limpia además, y me golpee un par de veces por mi inocencia. Es de estas cosas que no te esperas. Yo ya tenía mi imagen formada en la mente (Te imaginaba como a un tio-abuelo mio que siempre me llevaba al parque y me regalaba dulces, la misma gorra, el mismo bastón y las mismas enseñanzas)
Por una parte, Oscar-La Mari. También impredecible, pero agradable.
Y me ha gustado mucho leer un poquito de Dies Irae, reconozco que me la imaginaba más o menos como es (Yujuuu, atiné una de tres xD)
Puse mi identidad hace tiempo, lo que pasa es que los robots lo quitaron y luego pusieron un post como regañina.
También me ha hecho ilusión «conocer» por medio de comentarios a alguien que quedó finalista en el mismo concurso literario que yo, y que por lo tanto, su relato lo tengo en la estantería. Lo digo por Firmín y yo. Todavía tengo que descubrir cual de los nueve relatos restante es el suyo.
Qué más decir…yo aunque he jugado a ser otros en otras redes sociales (y es bastante divertido) aquí decidí ser como soy, porque lo consideraba un concurso «serio» aunque de serio ha tenido poco al final..jeje
Me gustaría saber como podemos establecer contacto si hay prohibición de revelar la identidad. Yo tengo hueco en todas las redes sociales, como veintiun-añera que soy.. bueno no, veintidos, que los cumplí el otro día y no me acostumbro. Tengo cuentas en: Hotmail, Gmail, Facebook, Tuenti, Tumblr, Twitter, Blogger, y bastante tiempo libre x)
Me apena que muchos de los que hay aquí no quedaran en la final, porque yo habría apostado pro ellos. Aunque he de reconocer que muchos de los relatos finalistas no los he leído, porque me estanqué en un punto y parece que a partir de ahí ha habido una revelación de literatos. Pues la mayoría de finalistas están pululando por ahí. Habrá que leerlos 😉
Aquí os dejo una canción esperable de la señorita Bennet:
http://www.youtube.com/watch?v=-1ztBQiMtr8
besos a todos.
La » capullina» soy yo?Don Juan O Juana?
Aunque soy romanticona
no me gusta ligar en verso,
pero mi alma se envalentona
cuando me dedican un verso.
lamari tiene una fló
que no la regala a cualquiera
se puede pasá la vida entera
hasta que llega, su verdadero amó…jajajajaja
Vaya , de qué luna hablaba embaucador de lunas luneras, cascabeleras..no era anoche cuando se nos iba a descubrir como los Boys jajajajajNada que aquí le va la marcha al personal con el misterio, mal asunto.Cuando alguien se oculta, es que algo tiene que esconder.
Venga dele al verso Juan/a y desahóguese.El Tenorio me recuerda a un dinosaurio que ligaba con sus plumas, él usaba los meneos de capa y de sombrero, pero en la » Hosteria del laurel» realmante sólo iba para dormir jajajaja
Me voy a rezar.
Amigo Morfeo: ya que vuestra casa ofrecéis para un último romance… ¡ahí voy!
¡Ay de mi capa!
Ejem… (me aclaro la voz para que el alhelí no haga un retorno a capullo)
¿Acaso sois, bella dama
la que aquí dejó su llama
con bien poca compostura?
¿Estáis sola por ventura
en esta bodega vacía?
¡Nos han dejado escritores
a vos y a mí de lectores!
Pues… luna llena aquí me trae
en muy secreta aventura…
A vos, que esperáis en vano,
os digo sin flor en mano:
«¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más clara la luna brilla
y se respira mejor?»
(Ved que he reservado lo más conocido de mi repertorio para vuestra nocturna sonrisa)
Os saludo, Hidra de tres cabezas. Perdonad si solo alzo mi sombrero una vez.
Buenos días Asesino.Me he puesto este vestido porque leforeverdelamari está más vista que el TBO en los comentarios.Así pasaré más desapercibida, porque aunque no lo parezca, así voy por la vida y más de una medalla se la han llevado otros a mi costa.
Qué dice de Don Juan? que es anticuado?.No, el Don Juan era un encantador de serpientes con toga que por lo visto está esperando hoy a las 20 pasados unos minutos para quitarse esa capa que le envuelve.A mí me da que va haber otra sorpresita, mira si debajo de la capa tenemos algún modelito de Woman Secret?.Estoy deseando que alguna, sea «alguno», que ya está bien de tanto hacerse una ilusiones jejejejej.
Y a la pandicuchi que le pasa?, desde que se dieron la vuelta y se le vio la cara parece que le ha dado un ataque de verguenza.Ya no beben?, ya no quieren juerga, picú o guateque?.No, no diga que andan entretenidos con los finalistas, es que parece que la bodega ha perdido interés, ya no es el salto a la fama.Mira yo, desde que pasé por aquí me estoy haciendo famosa.El manolo de Jaén me propone a quitaros el puesto jajajajNi de coña!!!que yo lo más largo y con más sentido que escribo es la lista de la compra y siempre se me olvidan cosas.
Bueno ha comprado canastita o tendré que traerme la gasolina de mi casa?.Porque como el juanillo, sea juanilla la voy a coger de cuadritos.Menos mal que siempre estará el Love, que aunque me caía como una patá en la barriga( porque es una enciclopedía con piernas joé!! qué cansino! ) al final resulta que él es » ËL » siempre fué un » Él» con coleta, pero machote.jajajaja
Bueno me voy, que tengo que entregar un Óscar.
No me llames Dolores llámame Lolo…a vé si es verdad.
lamari
Tiempo insólito, buen Morfeo.
La copa de mi sorpresa, que creía colmada, ha empezado a rebosar.
Pues llegamos al epílogo, envenenando estoy al Tenorio (que espada no lo mató).
Voy preparando mi humilde casa para recibir a tanta letra admirable. Cuando llegue la hora podréis encontrarme allí. Tengo chimenea antigua, buhardilla y quinientas horas de niebla. En mi pueblo vive un tabernero casi tan entrañable como tú; estoy seguro de que te gustará.
Te dejaré mi testamento, si el Comendador me lo permite.
Como acabo de escribirle a Dies Irae:
Prometí y cumpliré.
Con la luna llena… (estos puntos suspensivos son por si acaso llega a menguante)
La bodega está vacía, y es normal, el protagonismo ahora lo tienen los finalistas y el personal anda muy ocupado felicitándolos y enterándose de lo que esconden o muestran tras los seudónimos. Es una pena que se pierdan el maravilloso texto que has dejado sobre la mesa, Iri. Un derroche de sensibilidad…supongo que muchos de los ancianos (¿Por qué se ha desterrado esa palabra por lo políticamente correcto?)que leyeran esa revista se verían reflejados en su protagonista. Me has emocionado, gracias por este regalo.
Querida Ángela… Vengo de paso y ¿qué encuentro? ¿Vacía y fría la bodega? ¿Y nuestras tertulias literarias, famosas en el mundo entero? Aún quedan días, venga. Enciendo el fuego y te dedico este escritillo que vive en un material publicado modestamente por un Centro de Educación de Personas Adultas:
Debilidades
No tenías ninguna,
yo sólo una,
que amaba.
Bertolt Brecht
Sería hermoso emprender un viaje por cada surco del rostro, por cada arruga, por cada cicatriz. Encontrar el eco de las señales, recordar aquello que nos hizo reír o llorar: cuál fue exactamente el disgusto que inició la línea del entrecejo, a qué palabras dulces debemos esa marca de sonrisa que quedó fijada en el límite del labio; qué sorpresa nos obligó a enarcar las cejas de ese modo; por qué o por quién achicamos los ojos, cuándo perdieron su brillo o por qué volvieron a chispear alegres como el fuego en invierno; qué mirada atenta descubrió la primera cana, la precursora; qué mediodía al sol provocó esa mancha, qué hielo nos quitó el rubor.
Adentrarnos en nuestra imagen sin miedo y sin prejuicios, leerla como un libro, demorarnos en los recuerdos. Asumir lo que somos, lo que hemos aprendido de la vida.
Es la huella del tiempo lo que queda en el rostro. Cada año, cada estación, cada mes con sus días, sus horas y minutos, lo han ido esculpiendo. Es lo que vemos en el espejo: lo que nos ha regalado su paso. De viejos, todos tenemos la cara que nos merecemos, dicen.
Y cuando del libro de la vida hayamos pasado la última página escrita, nos queda decidir qué haremos con las hojas en blanco; elegir qué podemos aprender todavía.
Ella, de momento, se quedó satisfecha. No estuvo mal su libro, aprendió de lo malo, disfrutó de lo bueno, no tuvo grandes quejas por lo que quedó atrás. Tampoco añoró lo no vivido: eligió despacio su camino, supo lo que perdía, no hubo resentimientos.
Le quedaban, a estas alturas, pocos deseos reales por cumplir. Ya no le apetecían los viajes como antes. De casa le sobraban varias habitaciones y la mitad del ropero. Había regalado casi todos los libros y muchísima música. Su salud era buena, pero los excesos de comida y bebida la dejaban fatal. Como un pajarito, comía saludablemente y se mantenía en buen estado físico.
Cuando necesitaba compañía, sólo tenía que marcar en el móvil un número: sus hijos, sus amigas, incluso su ex-marido la mimaban con celo. Cuando quería darla, sabía siempre dónde iba a ser bien recibida. Huía sin agobios del frío intenso del invierno y del calor excesivo del verano. No le faltaba nunca nada imprescindible.
Continuó de momento como siempre, con su vida inalterable, sin pensar en el libro.
Y, sin embargo, las páginas en blanco empezaron a colarse de vez en cuando en su memoria. Tan sólo por unos segundos, al principio, y luego más y más… Hasta que una tarde se acercó al espejo y las buscó: seguían en blanco, nada nuevo había en ellas desde entonces.
No era mujer de dejar cosas sin solucionar: Se preparó un té humeante, se echó una rebeca sobre los hombros y salió a la terraza a tomárselo mientras contemplaba el crepúsculo. Sabía que tenía que buscar la forma de encontrar un buen final para su historia. “¿Qué es, -se preguntó- lo más hermoso que la vida me ha enseñado?” “¿Qué es lo que merecería la pena disfrutar de nuevo, sacarle aún más jugo, dejar como epitafio?”
El sol se ocultó tras la colina, las sombras se apoderaron poco a poco del paisaje. La mujer, aún hermosa en su ocaso, se levantó del sillón y descendió los escalones que le separaban del jardín. Entonces hundió sus brazos en el romero, retorciendo las ramas con las manos, arrancando las pequeñas flores de color violeta. Luego se frotó con ellas el escote, el cuello, la nuca. Sintió el perfume invadirla con los ojos cerrados, y sonrió. La sombra de una nueva arruga se dibujó leve, casi imperceptible, en su rostro.
Para Edgar.
Por supuesto que lo de Denís era una broma, recurrí a el para ponerte una imagen. Era un tipo curioso, pero encantador y muy paciente. Te confieso que mi francés lo tengo más que olvidado, a pesar de que fue la pesadilla de mi bachillerato. Es increíble lo que puede hacer un profesor por su asignatura, y yo tuve la mala suerte de toparme con una malísima docente: sor Auxiliadora, se llamaba; fue substituída, cursos después por sor Gaudencia que consiguió lo que parecía imposible: hacer buena a la anterior. Bueno, algo quedó porque, en una ocasión, estuvo en casa una señora francesa durante una semana y, al final conseguimos entendernos con los restos de mi pobre francés.
Ya he visto que mi francés, nacido en Madrid, criado en Granada y emigrante en Suiza no tiene en común con Denís más que la amabilidad y el dominio de su lengua.
En cualquier caso, ha sido un placer conoceros a los dos.
Chère Ángela, te tengo que hacer una confesión.
Agradeciéndote el que yo sea tu franchute preferido, la verdad es que de francés no tengo nada, aunque son varios los lazos que me unen a esa cultura, empezando por el hecho de que soy profesor de ese bello idioma y de que he vivido doce años en la parte francesa de Suiza (juro que sólo tenía una cuenta corriente bastante modesta como la mayoría de los emigrantes que trabajábamos allí y que cancelé cuando volví a España).
Como puedes ver yo también emigré como «mi Juan» aunque yo sí regresé vivo. Tampoco me fuí huyendo de la miseria sino que lo hice como experiencia personal y para perfeccionar los idiomas. También aproveché la circunstancia de vivir en Centroeuropa para viajar y conocer mejor el Viejo Continente. Fue una experiencia maravillosa.
Me hablas de ese vaquero blanco que era francés y se llamaba Denis al que le llevaba tiempo y paciencia ponerse la crema solar y al que te gustaba salpicar de arena. Pues bien, en eso tampoco me parezco mucho pues blanco, lo que se dice blanco lo soy poco, más bien lo contrario. En el colegio me llamaban «conguito» por lo moreno que soy, tipo «café con leche». Y además soy del Atleti, colchonero y rojiblanco. Los blancos son los otros, los vikingos del Real. Yo soy indio y a mucha honra. Así que cuando voy a la playa no me pongo casi crema porque no me hace falta. Eso sí, aunque nacido y criado en «el foro», también tengo genes granadinos por parte materna.
Bueno querido «Asesino», hoy te he desvelado algo más de mi vida. Seguimos hablando.
Como siempre ha sido un placer.
Un abrazo
Para Edgar.
Ahora te ha tocado, amigo: he conocido dos franceses en mi vida, el primero era el ser más atildado que he conocido, parecía un vaquero vestido de blanco, muy de blanco y, cada vez que iba a la playa, montába un espectaculo para tomar el sol. Alquilaba una hamaca sobre la que extendía su pulcra toálla y empezaba el ritual de embadurnarse en aceite bronceador: primero desenvolvía el frasco de dos paños, dos, que lo protegían, se embadurnaba y volvía a envolver el potingue con amoroso cuidado. Guardaba el frasco en su perfecto bolso de playa y se tendía al sol, con sus gafas de espejo y su sonrisa satisfecha. Era el momento que yo estaba esperando para correr y saltar a su alrededor, como si fuera un perrete en vez de ua señorita de veinte años. ¡Pobre Denís! sin descomponer el gesto, se levantaba de la hamaca, iba a bañarse para quitar el último grano de arena que yo le había regalado y volvía a repetir el proceso. Fue un verano divertido.
El segundo francés era la encarnación física de Asterix y el extremo opuesto a Denís.
Tenía que elegir, comprendelo, no había más remedio que vestirte de blanco y de vaquero. Tenías en común con el la amable educación y un toque tierno de busqueda de amigos. Y los has encontrado.
En cuanto a mi imagen, tienes razón, me gustan las cartas mucho, pero el mus no es mi fuerte. Soy demasiado individualista y me gusta jugar con mis cartas. La única vez que he jugado en una partida con hombres, sola ante el peligro pues pretendían que me acostara (por aquello de que era una partida de mucho dinero)… Tuve el inmenso placer de ganarles hasta las pestañas; era las nueve de la mañana cuando conseguí devolverles algo del dinero y de dignidad.
Lo guardo en mi memoria como uno de los momentos estelares de mi vida.
Bueno Edgar, vamos a meterle mano a esa caipirinha y brindemos por los de Cuatro Caminos, por los de Chamberi y por los ciudadanos del mundo.
¡Humm, que rica! va por ti, mi franchute preferido (tiene narices…¡¿De Cuatro Caminos?!
¡Y pensar que un día te llamé tío! (Aunque fuese de broma)
¡Qué bribón este asesino! ¡Cómo nos has llevado al huerto! -o mejor dicho a la vieja bodega-. ¡Y además nacida en Chamberí!
Todo encaja a la perfección. Ahora me explico por qué siempre se ha dicho que Chamberí es un barrio de artistas.
Y ahora te voy a confesar, querida Ángela, como me imaginaba yo al Asesino de Morfeo:
Me lo imaginaba como un jubilado muy dicharachero y gran aficionado a la literatura, a la que había decidido dedicarse en cuerpo y alma ahora que tenía todo el tiempo del mundo allá en su pueblecito de la ancha Castilla.
También me lo imaginaba echando unas partiditas de mus -regadas con unos buenos chatos de vino de la tierra- con sus amigos entre relato y relato.
Es curioso lo que uno puede imaginar simplemente a través de la lectura de unas cuantas líneas a modo de comentario.
Me gustaría saber cómo te habían imaginado los demás colegas -nos chers collègues-.
Y una vez desvelado el secreto, la sorpresa me ha hecho recordar el final de esa divertida comedia titulada «Tootsie», cuando Dustin Hoffman se quita la peluca y todos se quedan de piedra.
Ángela, ¡qué grande eres!
Ah, que sepas que estoy con lo del discurso. No quiero dejarlo para más adelante porque el tiempo apremia y ya se acerca nuestra gran gala virtual.
Aquí te dejo algunas botellas de caipirinha por si el personal tiene sed y sobre todo ganas de fiesta.
Besos
Querida Ángela o Asesino, como lo prefieras.
Termino de leer tu carta y de ver que te han dado un reconocimiento a la mejor comentarista y me alegro mucho. Además ya he visto tu rostro, que te negabas a mostrar y eres una mujer verdadera. Eso es lo más importante de todo. Ser auténticos aunque nos pongamos tras las barbas de un hombre… siempre has sido tú. Me emociona verte en el pequeño video que han colgado recibiendo tu premio. Me emociona saber que del otro lado del océano hay tanta humanidad y que no sólo existen los problemas que nos muestran los noticieros.
Estoy muy contenta de haberte encontrado.
Un gran abrazo y un beso en cada mejilla y otro en la frente te da tu amiga,
Bonsái.
Para Bonsái.
Querido arbolito..¡Que sorpresa, ¿Uruguaya?! La vida está llena de casualidades; acabo de conocer a Eduardo Galeano al leer Días y noches de amor y de guerra, y me ha dejado ennamorada. Se muy poco de tu tierra, apenas una lejana noción de geografía, así que ya nos estás poniendo al día a los que, como yo, queremos conoceros un poco más.
Es increíble lo bién que has escrito tu relato, hubiera jurado que se desarrollaba en cualquier rincón de España…¿Has estado alguna vez aquí?. Sea cual sea tu respuesta, si te apetece venir, tienes un trocito de mi casa para tí. Está en un lugar muy distinto a lo que he visto de Montevideo; en plena Mancha, solo tenemos unas míseras lagunas en medio de un secarral, pero prometo hacer lo que esté en mis manos para que te sientas a gusto.
Asesino y todos:
En ningún momento tuve expectativa de ser elegida. Mi finalidad al participar era otra, conocer escritores que se conviertan en mis más feroces críticos. Es un muy buen método de aprendizaje.
Cada escritor que desee seguir en contacto, será un logro.
Pero me quedo contenta, pues para ser una Uruguaya de Montevideo… el papel del drogadicto lo hice muy castizo y quedó bien.
Abrazos a todos.
¿Solo el segundo? sin palabras me quedo…y mira que es dificil.
Me parece preciosa la metáfora del viaje en tren, ya sabes: «se hace camino al andar» y yo creo que he mejorado al hablar con vosotros, creo que en parte porque he olvidado el pánico al papel en blanco. Es mas fácil hablar con alguien, aunque sea al otro lado del teléfono, que con una cuartlla o con un ordenador. Un beso y salgo corriendo, que me está esperando la familia para gruñirme…¿A vosotros no os regañan? yo no se que he hecho mal pero a mi me regañaron mis padres y ahora los hijos.
Nota a pie de página
He vuelto a acentuar el «solo» y los pronombres demostrativos ( la RAE en su última Ortografía suprimió su acentuación, pero, como ella misma ha reconocido, ha tenido poco éxito -yo creo que por desconocimiento en muchos casos-) para que no se diga que…
Morfeo:
Respecto al porqué de mi seudónimo, Pigmalión, lo eligió uno de mis hijos, no sabía cuál poner y les pedī su opinión y eligieron éste. Quizá, yo hubiera puesto otro que no revelo, porque, seguramente, lo utilizaré el año que viene. Yo soy nueva en esto, escribir es una vocación recuperada, hacía muchoooos años que no escribía, de hecho El tirante de seda es el segundo que escribo. Me ha gustado Canal de literatura y todos vosotros, por lo que espero poder concursar el año que viene .
Ha sido largo y lento,como los viajes de antaño, y como en estos viajes del ayer, la travesía es una experiencia en sī misma, nos ha dado la oportunidad no sólo de compartir nuestras esencias destiladas, sino también manifestarnos, improvisar juegos e historietas, o pequeñas narraciones que son juegos. Opinar y vaticinar sobre el trabajo de los demás, reír de alegría y (¿…?) de desilusión. Y, también, como los viajeros del pasado, de llevarnos amigos, y creo que serán grandes amigos. Aunque todos tuviéramos un destino elegido, ¿le llamamos Triunfo?, al que sólo unos pocos alcanzarán llegar, quė satisfacción queda cuando el viaje, nuestro viaje con Canal, se convirtió en «destino» .
¡Ay, Morfeo, vengo agotada de bailar en el salón de Dies, no sabes cómo danzan ahí todos. El tango, sensual y poderoso, ha sido espectacular, hasta el mismísimo Carlos Gardel se levantó de su tumba para acompañarnos a viva voz con su Yira, Yira y nosotros gira que te gira…
Para Lamari.
A ver…¡Llamando, llamando!
Que te pases por aquí, que alguien quiere conocerte…¡No te digo ná, y te lo digo tó! Ah, y traéte las sombras esas por si quiere ponerse al día, que me da que está un poco anticuado…al Emilio Tucci déjalo en el Corte Inglés que la capa le sienta de …bueno, no, que luego la lectora me regaña.