108- Alma de carrusel. Por Dies Irae
- 21 octubre, 2012 -
- Relatos -
- Tags : 9 Certamen de Narrativa Breve 2012, carrusel, plastilina, relatos
- 367 Comentarios
Hoy hace justo un año, papá le regaló por su cumpleaños la caja de plastilina con piezas de todos los colores. Ahora falta el rojo. Ángel toma otra pieza, ya no importa el color, y la aprieta entre los dedos.
Cuando terminaron de comer juntos la tarta, retiró el resto de los libros y juguetes, rompió el celofán transparente y empezó a amasar las piezas de colores. Se levantó y cerró la puerta para no distraerse con las voces de papá y mamá en la cocina, medio ahogadas por los goles cantados del Carrusel Deportivo. Ángel creía que los partidos de fútbol en la radio eran la afición favorita de papá y mamá. La plastilina roja se le amansó en las manos hasta ser traspasada y sintió el filo de las uñas rasgando el dibujo frágil de su vida. Tiró la caja al suelo y aplastó las piezas a golpes con los pequeños puños cerrados. El último sonó como un chasquido de madera o huesos, pero él no sintió dolor. Luego escuchó el ruido de la puerta de entrada y se asomó a la cocina sin hacer ruido. Papá no estaba, mamá estaba sentada, de espaldas, escuchando el partido de la jornada. Sin volverse, lo mandó a su cuarto con su voz de palomas temblorosas.
Volvió al comedor y recogió con esmero los pegotes de colores adheridos en las baldosas frías, raspando con la uña las junturas. Luego modeló un corazón de plastilina, grande, rojo, con ojos verdes y sonrisa amarilla y lo dejó sobre la mesa. Llevó a su cuarto los regalos, se puso el pijama, hizo pis, se lavó las manos y los dientes, apagó la luz y se acostó.
Se durmió pensando en que, después del verano, el tiempo se convertía en un reloj de arena al que le engordaba la cintura casi hasta desaparecer. Empezaba el colegio, pasaba su cumpleaños y, antes de darse cuenta, caían las hojas de los plataneros, volvían las bufandas al armario y tenía que ir al cementerio. Ángel odiaba la espesa altura de los cipreses, la linealidad de las lápidas y el miedo atroz a leer los nombres inscritos en ellas, y no quería otra Navidad sin mamá, de visitas al hospital, de sabor a sangre o vómito que le subía por el esófago cuando veía al médico que no había sabido salvar a su hermanito. No quería otra Navidad cenando solos y en silencio, papá corriendo los muebles, montando la pista de carreras en el salón, antes de decirle que no se acostase tarde y encerrarse en el dormitorio. Ella había vuelto a casa en Reyes: le abrazó tan fuerte que le hizo daño. Entonces tuvo la pista de carreras y un tren eléctrico, pero los muebles del salón volvieron a su sitio y le obligaron a montarlos en su cuarto y a tener la puerta cerrada porque el ruido de los motores les molestaba. Era cierto que los de sus coches de carreras sonaban casi como los de verdad cuando los veía en la tele con papá. Le gustaba ver las carreras con papá, ese ballet de ruedas y alerones, el trazado perfecto de las curvas, aunque cerraba los ojos si había un accidente. No le gustaban los accidentes, le daba miedo la sangre. Incluso le asustaba la escayola de mamá cuando se rompió el brazo en marzo, justo antes de Semana Santa, en una caída al bajar del autobús, qué tonta, le parecía una excrecencia fantasmal y obscena.
Por eso había pasado la Semana Santa en casa de los abuelos, asomado al balcón desde donde, un atardecer, vio pasar a un Jesús ensangrentado y sufriente, las llagas en carne viva, las espinas clavadas en su frente y la espalda con las heridas sinuosas de los látigos. Y detrás de él, a María derramando lágrimas como perlas blancas, acompañados por un retumbar monótono pero creciente de tambores. Ángel envidió el resplandor de las corazas y espadas que llevaban los romanos. Cuando terminó la procesión, buscó el cuchillo grande que el abuelo usaba para cortar cecina y lo escondió bajo su almohada. Pero antes del verano, y de las vacaciones, mamá encontró el cuchillo, se lo devolvió al abuelo y lo mandó castigado a su cuarto. Luego le llamó para la cena y lo abrazó y le hizo prometer que no iba a volver a hacerlo nunca más.
Al terminar el curso, pasaron a despedirse de los abuelos antes de partir hacia quince días de apartamento alquilado con derecho a aire acondicionado y vistas al mar. Quince días de piel quemándose capa tras capa en los que mamá hace la compra y guisa y limpia el apartamento, mientras papá le vigila desde la sombra del chiringuito, la misma canción machacona de cada verano, el mismo suelo de cabezas de gamba y manchas de cerveza. Ángel se mete en el agua apenas hasta mojarse el pequeño bañador rojo porque no sabe nadar y le dan miedo las ridículas olas llenas de algas con su espuma blanquecina y pegajosa.
Fue el último día de vacaciones y la ciudad parecía asfixiarse. Había vuelto de la playa intentando que el ruido del motor no ahogase el recuerdo rumoroso de las mareas, sin querer ver en el retrovisor la mirada de papá concentrada en el horizonte bajo el ceño fruncido, ni el levísimo temblor de los hombros de mamá. Ahora ella había tendido la ropa y, mientras la lavadora emprendía otro runrún monótono, preparaba la plancha. Un sol que silenciaba los cantos de los jilgueros y una brisa de desiertos sin arena secaban tan deprisa las sábanas y las toallas que quedaban rígidas y apelmazadas. Papá sudaba en el sofá, bebiendo cerveza helada para no pensar en la vuelta al trabajo, ante el televisor encendido y un ventilador que removía el aire espeso. Él estaba tumbado bocabajo sobre su cama, en calzoncillos, perdido en un país desconocido donde cada lago escondía un secreto que sólo podría descifrar la mujer más hermosa. De vez en cuando movía las piernas, buscando un poco de frescura en la colcha de ganchillo. Escuchó un ronquido de papá y vio pasar a mamá por delante de la puerta de su cuarto, cargada con la bandeja de mimbre trenzado, llena de ropa para planchar, y el cardenal en su pómulo derecho, tintado de violetas, azules y amarillos hacia el arco del ojo. Idéntico al de las costillas que vislumbró cuando, después de bañarle, se agachó a recoger del suelo una toalla, el del golpe contra la puerta del armario, precisamente el día dela Madre, qué torpe. Parecido, quizá un poco más azulado, que el de las vacaciones, mira que tropezarse con las maletas que ella misma alineaba en el pasillo la noche antes de irse, qué tonta, y que le obligó a ir de manga larga cuando, en la playa, salían del apartamento al anochecer a comerse la brisa fresca de las estrellas y ver la luna rota en el reflejo del mar. Los púrpuras, quizá, menos vivos que los que sobresalían del borde de la escayola de Semana Santa. El cerco amarillo no tan verdoso como el que le quedó en la tripa en Reyes, los Reyes anteriores, después de haber perdido a su hermanito porque se le enganchó el tacón en la escalera mecánica y se pegó contra la barandilla, pero qué tonta. Los últimos Reyes se había partido el labio contra un grifo del baño, limpiando la bañera. Hay que ser torpe y tonta. Éste del ojo, piensa mientras vuelve al libro, no sabe cómo se lo ha hecho, pero papá le gritaba “eres tonta” por encima de los goles del partido de la jornada del Carrusel Deportivo de la Cadena Ser. Aunque hubiera terminado la liga siempre había goles y Carrusel Deportivo en la radio, incluso el último día de playa.
Ángel, hoy, toma un trozo de plastilina, de cualquiera de los colores de un cardenal excepto el rojo, porque rojo no queda: hay blanco, amarillo, verde, marrón, azul, negro. Toma uno cualquiera, sin fijarse, lo amasa entre los dedos y recuerda que escuchó el ronquido de papá. También recuerda, vagamente, algo como un rugido sofocado, un gemido de esfuerzo. Apenas nada más que ese suspiro, jadeo, grito ahogado, exhalación, vida o muerte saliendo violentamente de los pulmones, los pulmones de papá, de mamá, los suyos, no puede recordarlo. Sólo ese sonido de viento en una gruta, que no sabe si fue como de morir o como de matar, nada más desde que oyó el ronquido desde su cuarto hasta que vio a papá en el salón, que se había deslizado hasta el suelo, con el cuchillo del abuelo clavado en el pecho y los ojos cerrados y la boca abierta como cuando dormía, y la sangre ya espesa escurriendo de la herida. Sin embargo, recuerda algo más claramente haber visto a mamá limpiar el mango con un paño de cocina y apretar luego la palma de su mano aferrándolo, sin importarle que el delantal y sus rodillas se empapasen en la marea que se extendía, muy despacio, sobre las baldosas. A partir de ahí recuerda todo. Recuerda perfectamente que pensó en la sangre viscosa y caliente y el suelo fresco y sus pies descalzos. Recuerda que sobre la camiseta blanca de tirantes se secaba deprisa la sangre, mostrando todos los tonos del rojo, casi anaranjado al lado del cuchillo, casi negro ya el borde del dibujo confuso, indescifrable, hipnótico, y, entre ellos, el rojo rojo, rojo plastilina, como los regueros que bajaban de la nariz de mamá el día del último cumpleaños de Ángel, cuando en el Carrusel Deportivo cantaban gol y ella se tropezó con la silla de la cocina, qué tonta, y cuando se asomó la vio reflejada en el cristal de la puerta del tendedor como en un espejo sobre la noche negra del patio de luces, los regueros de sangre más seca escurriendo por el canal misterioso de sus pechos, la silla con un brote de astillas o de huesos al aire, como un crecimiento espontáneo y sorprendentemente blanco, pero ahora sabe que el balón no tiene en su alma de carrusel los labios partidos.
Ángel está haciendo el último curso de primaria en la escuela del pueblo de los abuelos y luego, ya veremos, dicen. A veces hablan del abogado, de un recurso, defensa propia, dicen. Una vez al mes le dejan visitar a mamá y ella le cuenta que cada noche besa el corazón rojo de plastilina que tiene apoyado en la pared, sobre la mesita.
Hola Cristina. Es divertido hablarte cuando todavía algunos poseemos mascara. He terminado mis exámenes, y por aquí ando dando mis últimas vueltas antes de desaparecer de este certamen. Ha sido un lujo leeros a todos, los consejos, las pequeñas historietas. Y creernos dentro de una historia propia, con personajes más y menos enmascarados. He de decir, que eres la única que realmente había imaginado como es, y eso me hace no sentirme tan necia xD, ¡Gracias Dies Irae! Tu relato, para mi, debería haber estado entre los finalistas, ya lo sabes. Pero a veces el destino toma otros caminos. Espero que nos volvamos a encontrar en otros concursos, o en otros lares, y que esa vez podamos estar todos desenmascarados. Un beso
Je si que suis désolée pour le retard, mon cher Edgar, pero desolé de desolación: Je suis dévasté (qué trágico idioma, mon dieu). No he sabido estar a la altura esperada de mi supuesta vida como historiadora y te he dejado solo con el final de la bellísima historia. Prometo, por amor propio y porque de verdad he disfrutado, seguir como Marguerite esos pasos perdidos hasta llegar a completar el círculo, pues sí he vislumbrado, en un suspiro, la relación entre la canción de Kansas y tu narración. Precioso cierre para una novela que espero guardar (en papel, pues si no no podré tener tu dedicatoria) junto a mis favoritas.
Cierra también uno de los motivos que me han tenido alejada. Ayer, la hermosa luz de Valencia y un fuerte viento de poniente despidió a la increíble mujer que me inculcó mucho de lo que quisiera ser, gracias a su generosidad y su amor por los libros, los cuentos, las novelas, la poesía… Su biblioteca era, para la joven que empezaba a ser yo, un mundo. Por esa ciudad y por esas lecturas, la niña de los sobresalientes dejó la facultad de arquitectura y empezó a vivir otra vida. Y allí, entonces, bajo esa luz increíble del mediterráneo, en una carreterita entre naranjos, escuché por primera vez esta canción:
http://www.youtube.com/watch?v=_wp4O7v5320
Elegimos a veces la canción de nuestra vida por el momento, por la persona que nos acompañaba, por los sentimientos que nos movían en ese instante determinado. Sé el instante, el lugar y la persona con la que estaba porque la canción los grabó en mi memoria, aunque no guardo de ellos más que un grato y lejano recuerdo: lo especial fue la música, y sigue conservando su magia. Hubiera sido apropiada para despedir ayer a mi siempre luminosa tía Luz.
No hay fama, ni flashes, ni paparazzi; somos polvo en el viento, sí, mon cher ami. Pero si quedase, un día un poco de esa luz en quien me recuerde, habrá merecido la pena serlo. Y, por qué no…
…polvo serán, mas polvo enamorado.
Te agradezco en el alma el camino por el que me has conducido. Ha sido un placer, y espero que no haya terminado, pues siempre habrá refugios donde hilvanar historias. En ellos nos encontraremos.
Un gros bisou et une très bonne et heureuse fin de semaine también para ti, querido amigo mío.
Muchas gracias por tu mensaje, Dies Irae. Por supuesto que no me he ido ni me iré del todo. Este certamen ha sido una grandiosa experiencia y aún promete cobrar más grandes alturas. Te mando un fuerte abrazo y te deseo todo el éxito del mundo. No entiendo, en verdad, cómo puede caber tanta bondad en un corazón de plastilina.
Bonsoir chère amie Cristina Marguerite (suena a nombre de condesa):
Hoy me toca a mí poner el champán para celebrar tu salto a la fama. Así que descorcho ya el Don Perignon y lleno las sedientas copas con algún que otro verso disfrazado de burbuja.
Y te propongo que después nos echemos unas jotas, mucho más marchosas que ese scottish tan soso (¡mira que llamarse «escocés» un baile francés! Sólo se debe bailar en Bretaña). O si prefieres nos echamos un «schotis» que también tiene más gracia. Aunque tengo que confesarte que soy un pésimo bailarín y te arriesgas a llevarte más de un pisotón.
Debe de ser complicado esto de la «célébrité». Todos esos mensajes a los que hay que responder, el estrés de las cámaras, los flashes y los micrófonos. Pero es el precio de la fama y hay que asumirlo. Mira que tranquilo vivo yo, sin tener que correr para esconderse de todos esos paparazzi que te persiguen por todas partes sin darte un respiro. ¡Quelle angoisse!
Ahora ponte cómoda y relájate, que te voy a desvelar el final de esta «finally ended story»:
Nos habíamos quedado en Miguasha, ese gran yacimiento de fósiles del período Devónico situado en la península de Gaspesia.
Ese gran descubrimiento revolucionó en aquella época el mundo de la Paleontología, y todo gracias al inagotable espíritu aventurero de nuestro gran poeta y antropólogo.
La Ciencia estará siempre en deuda con él.
Siendo consciente de lo que acababa de descubrir, P.A.M. de la Pocatière partió con sus fieles amigos algonquinos en su canoa de corteza y remontó una segunda vez el gran San Lorenzo en dirección primero a Québec y después a Ville Marie (la actual Montréal), para comunicar a sus compatriotas el hallazgo que acababa de realizar y que éstos enviaran allí urgentemente un equipo de científicos antes de que se enterasen los codiciosos hijos de la pérfida Albión a los que no tragaba, como buen franco-irlandés que era.
Por supuesto que tú, Marguerite de Belleforêt, seguiste también sus pasos un siglo más tarde, recabando toda la información posible para completar tu gran novela histórica cuyo argumento giraba en torno al personaje del más olvidado de entre todos los poetas muertos.
Así, una vez en Montréal, averiguaste que nuestro antropólogo poeta decidió un buen día adentrarse en una región nunca antes explorada por los europeos, situada al noroeste y a la que los autóctonos llamaban Timiskaming. Se había establecido una nueva vía de comercio de pieles con las comunidades algonquinas de aquella región a través de la «rivière des outaouais», por donde navegaban con sus canoas retando a los innumerables rápidos y a las fuertes corrientes.
Remontando la peligrosa corriente, nuestro aventurero llegó a una región prácticamente virgen y que estaba rodeada de una gran cantidad de lagos e islas. Había oído hablar de una «forêt enchantée» a orillas del gran lago Témiscamingue -aguas profundas en lengua algonquina- y hacia allí dirigió sus pasos. Nada más llegar al lugar sintió en lo más profundo de su alma que nunca más se movería de aquel lugar.
Y así fue. El destino quiso compensarle por la trágica y dolorosa pérdida de su amada Évangeline y le presentó a la bella Migwan -pluma en algonquino-, con quien compartió la etapa final de su azarosa vida. Migwan fue su otro gran amor y ella le contó la hermosa leyenda algonquina del ratón almizclero y la creación del mundo (te he dejado aquí una buena pista para que des con esta bonita leyenda. Seguro que la vas a encontrar. Si no, ya te la contaré yo algún día).
Y así pasaron las horas, los días, los meses, las estaciones y los años. Alejado de los conflictos derivados de la cruenta colonización europea, nuestro gran poeta se hizo aún más sabio viviendo como uno más dentro de esa comunidad de la que con el tiempo llegaría a ser «sachem», y cuyo respeto por la vida y la naturaleza debería tomarse como ejemplo a seguir por las erróneamente denominadas «sociedades avanzadas».
Un día de principios de otoño, y a la edad de setenta y tres años, P.A.M. de la Pocatière dio un último suspiro y abandonó este mundo. Sus cenizas fueron esparcidas al viento en el lugar conocido como «El bosque encantado». Y cuando Marguerite llegó a aquel lugar, su espíritu se vio envuelto por la magia que allí reinaba y pudo sentir la misma profunda paz interior que un siglo antes había experimentado el gran poeta. Y entonces escribió el último capítulo de su gran novela histórica.
Cuenta la leyenda que una tarde, mientras paseaba por aquel bosque a orillas del inmenso lago de aguas profundas en donde el sol tomaba el último baño del día, escuchó una melodía cantada por una voz que decía:
«Dust in the wind, all we are is dust in the wind…»
Et voilà, cette histoire est finie!
Je te souhaite, chère amie, une très bonne et heureuse fin de semaine.
Fais attention aux paparazzi!
Un gros bisou
Gracias por los últimos comentarios y disculpad el retraso en las respuestas que os debo. Voy de ciprés en ciprés, y no por ardillita, como decía Asesino. Personas queridas, batallas perdidas y hasta fantasmas han decidido contrarrestar los momentos alegres que este rincón me ha deparado.
Pero si en algo no pienso, es en bajar la cabeza. Por la alegría, siempre.
http://www.youtube.com/watch?v=ELl2oQgGRq4
Excelente relato que se lo merecía todo, pero en fin, quién dijo que la vida fuera justa.
Además de en tu conmovedora historia, los comentarios con que has adornado este foro derrochan sabiduría, gracia, estilo y elegancia.
Cuánto se puede aprender de ti, mañica.
Eres energía pura, inagotable y maravillosa.
Un abrazo,
Isótopo
Gracias Cristina por tu visita, y más teniendo en cuenta que ahora eres famosa y te debes a las firmas de autografo y los flashes.
Todo bien merecido por cierto, rica eres como mucha gente de este certamen y nosotros mas ricos aún por compartir espacio virtual contigo.
Ojala sigamos en contacto…
Mi querida, muy querida, Dies Irae:
Me es imposible seguir la comedia que tenéis organizada. Estoy completamente perdida. Me acerco por aquí sólo para dejar bien claro el hecho de que sé que estás feliz con los fallos, aunque claro… si tu hubieras resultado la triunfadora lo estarías más, pero eso no le quieta mérito a tu alegría y desparpajo demostrado durante todo el certamen. Honras la narrativa dando tus puntos de vista. Podrán estar acertados (la mayoría de las veces) otras podrán fallar, pero lo importante es que te tomas el trabajo de leerlos y dar tu sabias opiniones.
Un abrazo más grande que el mismo océano.
Tranquila, Ángela, que la dulce Ágatha sólo se cargará los seudónimos. Ángela sobrevivirá para seguir amamantándonos a sus pechos (huy, no sé quien dijo esto antes de saberse que haber, habíalos). ¿Así que quieres algo más animado? ¿De nuestros tiempos?
https://www.youtube.com/watch?v=YkvpR8C_Fp4
Y para Pigmalión, todos los tangos que quiera. Pero a mí me tendrán que desenredar mis dos pies izquierdos cada medio minuto, te aviso.
Dies, me apunto al baile. ¡Mmm! Tango. Quiero un tango.¿Bailamos?
Si vamos con Carlos Gardel, te recuerdo lo de La Milonga Sentimental (Yo es que no se colgar a YouTube)
Varon…pa quererte mucho
Varon…pa desearte el bién
Varon…pa olvidar agravios
Porque ya te perdoné.
Y no creas, he estado pensándomelo un ratito, porque no se si me apetece que me de un tiro La Mafia…Bueeno, yo por una amiga, lo que haga falta.
Solo una cosita, la masacre, por favor, cuando cerremos el certamen, que no quiero perderme la cara de Edgar, todo endomingado y circunspecto leyendo su discurso delante de los esbirros de Rosa.
Y mientras, bailemos, cantemos a voz en grito esas letras que has dejado y otras más cachondas y divertidas, que lo de los dramas no nos va ni a tí ni a mí.
Además, también nos falta ver la reacción de Lamari cuando Don Juan le tire los tejos…eso no es para perdérselo.
Luego, antes de apagar las luces, que entren las ametralladoras y acaben con las caretas, la cuchipandi y con todo lo que no atienda al grito de ¡SÁLVESE EL QUE PUEDA!
Bienvenu, Edgar! No te disculpes y menos con ese «desolé» que me encoge el alma cuando lo leo.
He reservado una botella de Moët & Chandon de Épernay para ti y para mí, que alguno de estos bailarines luego dice que lo francés le sienta mal. Y si no te empeñas en que me deje llevar (sin que nadie nos malinterprete), hasta podemos hacer unas risas y bailar un schottish que he estado estudiando (al fin y al cabo, nací en Chamberí):
https://www.youtube.com/watch?v=y1mfTqRCfyg
Y luego ya… en route pour Mowebaktabaak!
Huyuyuyuyyyy… qué cosas me dice esta mujer…
Habrás pasado, queridísima mía, por casa de Bonsái. Pero, ¿y por la de Ágatha, la figlia del capo? Me temo que no…
Mira, ya no me hacen daño los tacones. Sacha me enseñó a cambiar de pies, no es tan difícil. Ahora doy vueltas y vueltas, un vals con cada uno de los viejos amigos, antes de que se vayan agotados. No quiero que se acabe nunca esta noche mágica, corrí los cortinajes y contraté lacayos sólo para que cambiasen las velas de los candelabros sin que se apagase nunca la luz, sólo para que no faltasen nunca copas llenas de burbujas doradas.
Ve, vuelve, baila, no pares de girar, el mundo gira, gira, da igual en italiano que en porteño, gira, gira, yira, yira…
EL MUNDO DE JIMMY FONTANA http://www.youtube.com/watch?v=wYLuuXsez2c
No, esta noche amor no,
yo no he pensado en ti
Abrí los ojos para ver en torno a mí,
y entorno a mí giraba el mundo como siempre.
Gira, el mundo gira, en el espacio infinito,
Con amores que comienzan,
con amores que se han ido,
Con las penas y alegrías de la gente como yo.
Oh mundo, llorando ahora yo te busco,
En el silencio yo me pierdo
y no soy nada al verte a ti.
El mundo no se ha parado ni un momento,
Su noche muere y llega el día y ese día vendrá.
Oh mundo…
El mundo no se ha parado ni un momento,
Su noche muere y llega el día y ese día vendrá.
Carlos Gardel – Yira Yira http://www.youtube.com/watch?v=bQwBawgio9A
Cuando la suerte qu’es grela,
fayando y fayando
te largue parao;
cuando estés bien en la vía,
sin rumbo, desesperao;
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer
secándose al sol;
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que te haga morfar…
la indiferencia del mundo
-que es sordo y es mudo-
recién sentirás.
Verás que todo el mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa…
¡Yira!… ¡Yira!…
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una ayuda,
ni una mano, ni un favor.
Cuando estén secas las pilas
de todos los timbres
que vos apretás,
buscando un pecho fraterno
para morir abrazao…
Cuando te dejen tirao
después de cinchar
lo mismo que a mí.
Cuando manyés que a tu lado
se prueban la ropa
que vas a dejar…
Te acordarás de este otario
que un día, cansado,
¡se puso a ladrar!
Elige una pieza y bailemos, como dos viejas locas ebrias de palabras…
¡Si es que soy una mastuerza! Y ¡Anda que tu, no venir a contármelo! si no llego a ir donde Bonsái, ni me entero.
Venga, vamos a dejarnos de tonterias y saca el mejor vino que tengas (no, frances no, que me sienta fatal) y vamos a brindar tu y yo solitas:
Por la tía más brillante que haya pisado nunca un certamen; por la escritora más sensible que haya tratado, jamás, el tema del maltrato de género. Por la crítica más veraz y tierna que cualquier juntaletras pueda soñar y por la amiga más entrañable que pueda prestarte su hombro y su pañuelo cuando la necesitas. Todo eso eres tu, y más.
Ahora quiero una sonrisa, que tenemos que disfrutar todavía de muchos momentos con los amigos; y, si no tienes un premio esta vez es porque no hay ninguno que pueda hacerte justicia.
¿Se puede? Dame una infusión o algo…que estoy mareada de ir a la bodega y a la Suite que me han montado los de la Organización…Iri, que yo no valgo pa esto, lo a gusto que estaba yo con mi vino y mis Ducados y se me ha caído toda la feminidad de golpe, sin anestesia ni nada. Y Lilitu cabreado, que dice que no hay quien viva con tanto personal entrando y saliendo (al parecer la corriente le apaga el fuego) y hasta el gato quiere venirse a tu casa. Vente a la bodega, que te echo de menos y me ayudas un poco, que no doy a basto sirviendo copas. Encima ahora tengo que limpiar y la cucaracha amenaza con largarse también. Vale, tenías razón, lo de las mentiras que tienen las patas muy cortas…Hale! perdoname y dame un besete, que lo estoy necesitando.
Ah, et bonne fin de semaine!!!
Je suis desolé pour le retard, ma chère comtesse.
El destino me tenía reservada una semanita bastante trabajosa. Pero más vale tarde que nunca y aquí me tienes fiel a la cita, como siempre.
Vaya movida que se ha montado con la verdadera identidad de nuestro/a querido/a Asesino/a. Incluso mejor que aquella que fue tan famosa y se desarrolló principalmente en mi ciudad natal en los años ochenta (curiosamente yo emigré a principios de esa década y estuve viviendo en el extranjero durante doce años. Después regresé -vivo- a mi tierra natal. Aún así pude seguir desde la distancia aquel movimiento reivindicador de aire fresco y cambio social).
La verdad es que ha sido una buena sorpresa. Ha sido genial.
Acabo de darme un «voltio» por la vieja bodega y después de una charla regada con algunas copitas de orujo auténtico que fuí a buscar en el viejo tren de madera hasta el apeadero de las ánimas, he dirigido presto -aunque no sobrio del todo- mis pasos hacia tu elegante palacio, y veo que la fiesta se ha trasladado también aquí. C´est magnifique! Que vive la fête!
Quiero decirte que para mí, tu «Alma de carrusel» merecía estar entre los finalistas. Me ha sorprendido mucho que no lo estuviese. En fín, como dicen los franceses: C´est la vie!
De toute façon, mes plus sincères félicitations!
También quería decirte que me había despistado un poco y tardé en leer el relato que dejaste en la vieja bodega de nuestra admirada Asesina. Pues bien, si tuviera que definirlo en pocas palabras, diría que su lectura ha sido para mí como volver a ver una película del maestro Visconti. Tus palabras formaban esa armonía perfecta entre imágenes y fondo musical tan característica de su cine.
Y tus frases me hicieron recordar esos maravillosos «travellings» que realizaba su cámara por aquellos elegantes decorados de época. Como si desfilasen ante mis ojos varias secuencias de «Muerte en Venecia». Tu relato me gustó mucho. Encore félicitations!
Dicho esto, y en lo que respecta a nuestra novela histórica por entregas, te puedo decir que se acerca el final. Pronto, muy pronto…
Pero antes de que llegue ese momento, te contaré que después de haber perdido a su amada por culpa de las malditas deportaciones, y después de haber buscado hasta la extenuación su posible paradero, una profunda depresión siguió al sentimiento de impotencia que había invadido a nuestro gran poeta por no haber podido encontrarla. Sólo el contacto con la cultura de la comunidad «micmac» le ayudó a superarla. Se instaló en la península de Gaspesia, concretamente en Percé, aunque pasaba largas temporadas en la cercana isla de Buenaventura (bellísima región por cierto). Allí aprendió el arte de la auténtica pesca ecológica -ecopesca- de la que esa comunidad autóctona era maestra.
Después de dos años en aquel lugar, bordeó la «Bahía de los calores» y fue el primer antropólogo que encontró un importante yacimiento de fósiles con más de sesenta millones de años de antiguedad. Ese descubrimiento fue crucial en el desarrollo del conocimiento científico.
¿Sabes como se llama ese yacimiento?
Seguro que lo vas a encontrar.
Et bien ma chère comtesse, je vous laisse pour l´instant, mais je vous promets que je reviendrai dans votre beau palais.
Bonne nuit, gros bisous et…santé!
Aquí os vengo.
Como me arde el talento y voy a decir gran tontería, juntaré los versos para que las tiradas sean menos invasoras. ¡Que la métrica me perdone! Y vos sois tú y tú eres vos.
¡Pardiez, que te vuelves atrevida!
¿Me habrás de quitar el puesto de rimador que tenía?
¿Me dejarás sin sustento con tu perfecta armonía?
Mas no me llevo yo a engaño: que lo mío no es poesía,
sino unos pobres peldaños que al precipicio me guían.
¡Y me divierte, sabedlo, escribir ripios muy malos! Después de tanta sorpresa necesito algo ligero. Y aquí ya, como decís, “locos, comparsas, payasos”. Esto se asemeja minuto a minuto al camposanto que dejé, y al que pronto volveré…¡haciendo de mi capa un sayo!
Buenas noches tenga vuestra sabiduría (¡sin calificativo alguno!)
Perdonad, hermosa Ira, se me pasó doña Hora. Salgo ahora del convento…
No sé cómo os han dejado a las puertas de estos cielos de miel y hiel…
En vos también yo pensaba cuando dejé mi lamento: “Algunas grandes ausencias”.
Bien, pues dentro de un rato os vengo (de “venir” o de “vengar”, esto habréis de adivinar).
¿Qué os pasa, Don Juan Tenorio?
¿Estáis desasosegado,
que os veo de casa en casa?
¿No os tratan bien mis criados?
Ya he vuelto, ya estoy, venid.
Comprended que los cuitados
Ángela y Ángel ya tienen
compromisos contratados.
Aquí quedamos los locos,
los comparsas, los payasos.
Los que, a falta de discursos
componemos versos vanos.
¡Ay, que si al menos Zorrilla
sus musas diera en dejarnos,
de poesía a un certamen
podríamos presentarnos!
Ese es mi Don Juan…
En ello estoy, mas será
en otra oscura morada
por la que debo aún pasar.
Esperadme, que no tardo…
Sacha, qué palabras tan bellas. Si tus botas te llevan por la ribera del Ebro, me encantará escuchar en persona lo que quieras contarme de lo que haya de cierto en tu historia, si tú quieres y te alivia. Buscaré también en cuanto pueda ese relato mágico, para poder identificarte con algo más poético (y menos duro) que los verdes pasillos nocturnos.
Aunque gracias a ellos tengamos tiempo aún…
Vacía la bodega…
(Echo en falta tu comentario de sorpresa por allí: ¿te habrá dado, Dies Irae, mayor pasmo aún que a mí?)
Vacío el palacio…
Tú eres el tercer ángel descuidado por la lista (entre una Ángela y un Ángel está tu protagonista).
Despierto con alegría al ver tus líneas sin ira.
Es cierto que soy cual sombra que sale y entra a su antojo, pero no he de hacerme yo pesado, que no hay epíteto más cruel para un Tenorio invitado que “pesado” digan de él.
Quedo agradecido, me doy por satisfecho y a la fiesta acudiré (sea sombra, hombre o mujer)
Gracias, Dies, aprecio doblemente tus elogios porque sé que son sinceros. En cuanto a mi relato, te sorprendería conocer lo que tiene de hecho cierto.
El año pasado participé con «Para Elisa», un intento de revisar el realismo mágico, una apuesta por lo imaginado. Y obtuve una incomprensión generalizada (sólo Lovecraft, entonces su alter ego era Ambrose Bierce, lo elogió de forma harto generosa). Así que este año cambié de táctica.
Pronto empezará la Primavera, me calzaré las botas y pasaré dos meses rodando por caminos y albergues. En mi mochila se colarán sin duda, junto a algunos libros, las vivencias de este concurso. Y pensaré en ti cuando el paisaje se enhebre en la aguja de un ciprés.
Ha sido muy agradable conocerte.
Maravillosa Pigmalión: cuando aprenda a colocarme un tirante de seda como tú, a ser así de generosa y a mirar de frente a la muerte, mereceré tu comentario. Mientras tanto, sólo puedo decir que ha sido un premio conocerte y saber que vas a poder enseñarme a hacerlo.
Nos vemos, seguro.
A Dies:
Venía a felicitarte por el gran relato que has hecho. Te merecías más, mucho más.
y no lo digo porque hayamos sintonizado en los comentarios (debo aclarar, por si alguien duda, que también he felicitado a Fanny y a Lotte Goodwin, y de ellos nunca recibí ningún comentario ni voto para mí, los voté y felicité porque, para mí, sus relatos son buenos), sino porque he tenido la suerte de sintonizar con muchos de los mejores.
Terrible Don Juan, hacedor de versos y deshacedor de ilusiones. ¿Acaso os habéis vuelto contable? ¿Os parece esto un partido de tenis: mía, tuya, mía, tuya?
¿No veo pues que osáis echarme en cara una falta de respuesta? Vos, que aparecéis y desaparecéis a vuestro antojo… ¡Ah! Cómo necesito de mi paciencia de madre cuando los hombres se comportan como chicos…
Os ofendéis en vano, mi señor. Prefiero vuestras otras artes de conquista. ¿Venís al baile, donde, como siempre, tenéis reservado lugar de honor?
A verte la casita manchega, tan céntrica (en cuanto a la península, nuestros amigos de allende los mares va a ser que igual les dará pasar por allí que por cualquier otro rincón), a tope de gente borracha pero real, ocupando sillas en su plena humanidad, dejándote sin existencias alcohólicas, jejejé… ¿Dónde será la primera reunión de la cuchipandi? Pues dónde va a ser, en el lugar cumbre de nuestra literatura, de cuyo nombre no quiero acordarme…
Bueno, voy a felicitar personalmente a nuestros finalistas.
Dies Irae, Dies Irae…
“Pluma emponzoñada de sabiduría…”
Aquí vengo a que me leas:
¿tu silencio es felonía?
No me buscas, no me encuentras,
pasa el tiempo y tú me ignoras.
Entre tanto desencuentro
la indiferencia te mora.
¿Acaso mi definición
fue para ti mal halago?
Me rogaste explicación
y te la di con agrado.
Mas, si ya no te doy juego,
dame el último consuelo
de un adiós acalorado
y despidamos el duelo,
que me tienes sin bocado.
Como empieza la Cuaresma
y no me invitas ni a pescado…
¡Te esperaré en la taberna,
que allí nunca fui pecado!
Mi querida Dies Irae:
Para mí tendrías que estar entre los finalistas. No ha sido de esa forma, pero yo así lo siento.
Un beso y un fuerte abrazo. Eres tremenda narradora!!!
¿Que orejas? ¿a que lobo te refieres? No jorobes que ya tengo bastante con la fiera del Hoskar…no él, sino la que mira de soslayo (por cierto, mira tu por donde me he encontrado con su identidad cuando no la buscaba… sorpresas de la informática). Venga, dile al sevicio que saque brillo a la plata y la recena en la bodega..¡Faltaría más!
Mira, mira, ¿ya le has visto las orejas al lobo, Asesino? ¿Será por eso que te vienes a celebrar a palacio? Bien, hagamos un baile de gala para homenajear a los quince finalistas. Encendamos lámparas y candelabros, tú llamas al cáterin y yo a la orquesta. Pero luego, la recena en la bodega.
Por lo visto, el anuncio oficial del ganador será en la cena murciana. Prometo seguir la videoconferencia y ver al ganador sonreir y al resto sonllorar y buscar entre los palcos del público una fló. Por allí estará la cuchipandi.
A lo largo del día iré pasando por casa de los nominados para felicitarles personalmente, como veo que ya estás haciendo tú.
Besicos!!
Señora marquesa, vengo con una botella para brindar por los agraciados. ¡Hale, ya podemos relajarnos! yo puedo soltar la tripa porque no voy a salir en la foto y tu puedes quitarte los tacones. Enciende la chimenea del palacio y vamos a preparar el próximo certamen al que presentarnos, que ganar, no hemos ganado, pero lo hemos pasado de puta madre (con perdón de Lectora).
¿Hildebrando?..¿Dónde están tus modales condesiles? ya puedes presentarme a este amigo que tenías rescondido. Saca una copa también para él, que vamos a brindar por futuros encuentros.
Si lo hubiera habido este año, sería, por unanimidad, para nuestro Asesino. Aunque creo que se lleva el mejor premio: el cariño y la admiración de todos los que hemos tenido el placer de estar en su bodega, y el deseo de seguir en contacto.
En cuanto los jefes den permiso para quitarse las máscaras los que no estamos entre los quince elegidos, te okupamos esa bodega con nuestra humanidad real, y entonces vas a enterarte de lo que te estabas jugando, jejejé…
Repito desde aquí mi enhorabuena para los que tienen que seguir con los nervios de punta un poco más. Muchas felicidades a todos, y que gane el mejor.
Y para Hildebrando, un abrazo.
Se van a ver obligados a daros un premio compartido como comentaristas.
Entre «informe» e «informe», mes pieds agradecieron el minuto de silla que robé para mirar correo y foros; y mi espíritu, les aimables paroles de mes amis. Merci, Edgar.
No me preocupa mucho el sentido que les demos a las casualidades. Suceden, son, están, a veces para bien, a veces para mal. Saquemos el mejor provecho de ellas, aunque sea una simple ilusión momentánea. Todo es disfrutable, si se sabe encarar.
Enfin, ahora dejemos pasar el «momento finalistas», demos las enhorabuenas correspondientes y, dado que el asteroide tampoco parece ser una amenaza, intentaremos dar fin a esta novela por entregas que traemos entre manos, o se terminará la paciencia de algún otro lector. Déjame, cuando tengas un rato, algún indicio más.
Jusque-là, mon ami!
Acabo de leer tu comentario y he sentido la necesidad de escribirte algo. Quizá entre informe e informe tengas un minuto para leerlo (¿he acertado?).
Un antiguo colega mío también intérprete (realicé este trabajo durante unos años) escribió un librito que se titula «Relatos de un minuto». ¡Genial; cada relato duraba realmente sesenta segundos!
Voy a intentar que la lectura de estas líneas sólo te lleve un minuto.
Magníficas voces las que me has enviado. «Ah Évangeline ma bien aimée, où es-tu?».
Sabía que lo encontrarías. ¿Casualidades? Mi admirado maestro J.J. Millás dice que éstas forman una especie de red en la que solemos quedar atrapados. Siempre he pensado que las casualidades no son casuales. Todo tiene su razón de ser, su sentido -el que le da cada uno-, y su propio fin.
Muy pronto te desvelaré el final de la historia.
Bon travail et surtout bonne fin de semaine. À bientôt.
À toi aussi un gros câlin, caresse, accolade et étreinte (por supuesto que ninguno está fuera de lugar)
Mon ami Edgar, podría ser que la música me hubiese desviado de nuevo del buen sendero, pero aquí me tienes, entre dos hermosas voces:
https://www.youtube.com/watch?v=PbOXJOI4Mm0
y
https://www.youtube.com/watch?v=AGxsRzGGUDE
Esta última la atesoro en vinilo desde hace muchísimos años. ¿Casualidades?
En cualquier caso, todas tus últimas indicaciones me llevan a guerra, masacre y deportación y la consiguiente separación que cantan estas mujeres. Y, como bien dices, más querría ser francesa que virgen capitana de ninguna tropa, pues como ya te conté, me disgustan y aburren las batallas… Si bien es cierto que procuro luchar, pacíficamente, por las causas que considero justas. En ello estamos.
Y sí, literariamente, vuelvo a Longfellow y a Nathaniel Hawthorne… ¿Y ahora?
Me toca finde trabajoso. Mis mejores deseos para el tuyo, y disculpa mis pocos deberes hoy en francés, pero ando ya en retard.
Un gros câlin, caresse, accolade o étreinte (espero que ningún sinónimo esté demasiado fuera de lugar).
En medio de un océano oscuro y enfurecido
A la deriva navego, naúfrago del destino.
Gigantescas olas de tristeza me embisten,
Inundando mi corazón de una profunda pena.
Por la fuerza de su sinrazón te alejaron de mí,
Pero yo aún sigo y seguiré buscándote
Porque sé que en alguna costa perdida
El faro de tu alma, amada mía, iluminará mi camino.
………………
Con estas palabras comienza un triste y casi olvidado poema de nuestro poeta y antropólogo franco-irlandés. Y ésta es, chère Marguerite, la verdadera pista que debes seguir si aún deseas completar del todo tu novela histórica sobre el gran P.A.M. de la Pocatière. También te doy una fecha: 1755.
Al final no ibas tan descaminada con Henry W. Longfellow. ¡Caliente, caliente!
Creyendo que no habías encontrado la pista de los irlandeses en «la ensenada de las medusas», en mi comentario te decía que había que buscar más al norte, refiriéndome a Terranova, pero después he visto que sí que los habías encontrado. Te felicito por todo el trabajo de investigación que has llevado a cabo, templarios incluídos.
La verdad es que es un tema apasionante. Y ésta es otra prueba más de lo que siempre he intuído: que en una vida anterior fuíste historiadora además de francesa (solo la virgen del Pilar decía que no quería ser francesa, cosa normal. No sé por qué me da que esa jota te suena).
Como nuestro aventurero poeta no pudo obtener ninguna prueba de que antepasados suyos por parte de madre habían estado allí, se dirigió otra vez hacia el sur llegando otra vez a la orilla norte del río San Lorenzo.
Por la comunidad algonquina supo que al otro lado del río había una tierra aún por descubrir y que estaba habitada por un pueblo conocido por el nombre de «micmac», cuyos integrantes tenían la fama de ser unos excelentes pescadores. Así, nuestro valiente antropólogo cruzó el San Lorenzo en una canoa de corteza junto con algunos hermanos algonquinos…
Volviendo al momento presente, a mí también me pone melancólico ese cierto tono de despedida de nos chers collègues. Qu´est-ce qu´il se passe? Ce n´est pas la fin du monde!
Por cierto, qué gran sketch el de la traducción simultánea de Tip y Coll. He tenido la ocasión de volver a verlo hace poco y me sigo partiendo de la risa como la primera vez que lo ví: «Comencemos, commenzon. Empecemos, empezon» y cuando decían: «Es una gilipollez, c´est une gilipolluá».
¡Qué grandes!
Con muchos como ellos dirigiendo este país seguro que nos iría infinitamente mejor que con estos personajes tan siniestros y tan mediocres que nos dirigen en la actualidad. Y no hablo solo de aquí. No hay nada más que darse una vuelta por buena parte de Europa. Y qué decir de la eterna paranoia americana. Quelle tristesse mon Dieu!!!
Y lo peor de todo es que la mediocridad y la estupidez se están globalizando a pasos agigantados.
Enfin chère amie, je vais essayer de dormir un peu.
Bonne nuit et à bientôt.
Bonne semaine aussi.
Je t´embrasse
Cher ami Edgar Alan:
El weekend no ha dado mucho de sí, ocupada como he estado en otros hobbies: música y cine han tenido la culpa y, lamentablemente, sin gran éxito. Aún así, te haré un bref résumé de mis investigaciones, más que nada para que me reconduzcas a rumbos más precisos:
Las historias de irlandeses viajeros que llegaron a las costas de América me llevaron desde San Brendan al príncipe Madoc. Bonitas historias, ambas. Pero para llegar a los procesionantes, hubo que recurrir a los templarios, directamente al linaje de los Sinclair (Sain Clair) y a la narración de un veneciano, Zeno… y sus aventuras en Terranova, Nueva Escocia y Nueva Inglaterra. También visité la capilla del castillo de Rosslyn y sus misterios… Pero el hecho de que sitúen Vinland en Terranova, de que sobre los templarios haya tanta fantasía como realidad y de que nada me condujese hacia el poeta (aunque sí hacia otros estudiosos del tema, que quizá me lleven de vuelta hacia esos científicos que navegaron junto a él), ha tenido mi barco sin avances notables, envuelto en niebla y calma chicha.
Andan les chers collègues de despedidas, como si al aparecer la lista de finalistas terminase el mundo, y me contagian la melancolía: espero que antes de caer por insondables precipicios marinos le procuremos una solución a nuestro misterio. O, al menos, me dices dónde puedo comprar el libro, si vous êtes d’accord…
Bonne semaine et à bientôt!
Las barcas pequeñas, con linternas titilantes, perdidas en la noche y en la niebla (¡Que imagen tan hermosa, Iri!) llevan personas en su interior que pueden compartir sus vivencias y sus palabras…aquí y en cualquier mar, agitado o en calma.
Según la RAE, una de las definiciones de la palabra foro es la de: reunión para discutir asuntos de interés actual, ante un auditorio que a veces interviene en la discusión.
El certamen solo advierte que se mantenga el respeto en los comentarios y que no se desvele datos que rompan el anonimato de los participantes.
Pues eso,…se está bien aquí, atracado en el muelle de tu pequeño puerto.
Me parece que he soñado con barcos esta noche, y que me he despertado con esas últimas palabras de los versos de Longfellow, en mi cutre-propia traducción:
«Así, en el océano de la vida, pasamos y hablamos unos con otros
Solo una mirada y una voz. Luego, de nuevo oscuridad y un silencio.»
Será que, además de relatos, vamos dejando también un poco de nosotros, de nuestros miedos y esperanzas en el tiempo que nos ha tocado vivir. A veces los volcamos en la ficción, otras nos evadimos con ella, precisamente, de la vida. Pero, de algún modo, tenemos presente que nuestro tiempo aquí se acaba y nos asusta la oscuridad de nuevo y un silencio que puede hacerse eterno. Sólo hemos sido una mirada y una voz, lanzando una señal, cruzándose en la noche.
Algunos seguirán su rumbo sin volver la vista atrás. Hay otros mares que surcar, batallas que no debemos abandonar. Edgar Alan y El hombre sin abrigo han encendido también esas lámparas al cruzarse con nosotros recientemente. Habrá quien piense que éste (no mi casa, no la vieja bodega, sino el foro del concurso) no es lugar, y habrá quien calle. Cada uno está en su derecho de manejar su barco (echo de menos a Sol, que me corregiría la metáfora naútica) a su antojo. Yo traje aquí, casualmente, un relato con un fondo de denuncia, pero también descanso en la ficción de otras neuras más personales.
Y es, sin embargo, por esos detalles personales, que algunos giramos la cabeza para intentar seguir el rastro de las luces nocturnas, esas linternas titilantes que se perderán en la noche y la niebla.
Dejé una luz prendida un día, en un puerto pequeño. Sigue estando, para todo el que quiera atracar en su muelle y hacer una visita.
Bonne soirée, mon ami. Procuraré ser heureuse, una vez que he comprendido que no iba a heredar nada. 😉
De pronto me he acordado de aquel gag de Tip y Coll (este dato da más pistas que tu selección musical) en el que uno hacía de traductor simultáneo del otro: «Comencemos». «Començon».
Començon pues con las pesquisas: sí que encontré el rastro de los irlandeses viajeros a la fuerza… quizá fueron los culpables de que, de leyenda en leyenda, acabase con las sagas en vez de centrarme en los protagonistas. Volveré sobre mis pasos, obediente en apariencia.
Pero déjame (¿ves como es apariencia?) distraerme un poco con la música. O’Carolan entró en mi mundo hace unos años, a raíz de conocer a una de las integrantes de un grupo de música folk que lleva su nombre. Hubiera hecho un poco de promoción poniendo un enlace suyo en vez del que dejé, pero precisamente su último disco está más basado en el flolklore aragonés (por favor, que nadie piense que hablo de Jota), y eso es lo que aparece por estos mares virtuales. Aún así, se puede comprobar su calidad e imaginar, sin entrar en comparaciones con otros músicos, las preciosas versiones que han hecho de la obra de T. O’Carolan en sus discos anteriores.
Pasados los minutos publicitarios por los que no cobro nada, (otro día hablamos de, «precisamente», esa canción de Kansas), cuéntame cosas que yo no sepa, s’il vous plaît. Me da muchísima pereza volver a esas edificantes páginas de las vidas de los santos y las santas. ¿Más al Norte, dices? Mon dieu, qué frío. Bueno, vale, seguro que me puedes prestar un buen plumas (eso también debe ser antiguo, me consta que ahora hay prendas más cómodas y aún más abrigaditas). De Yeats me fui a Longfellow y… pero no es el camino, ¿verdad? Aunque, qué hermoso:
Tales of a Wayside (1874):
Ships that pass in the night, and speak each other in passing;
Only a signal shown, and a distant voice in the darkness;
So on the ocean of life, we pass and speak one another,
Only a look and a voice, then darkness again and a silence.
Bisous y feliz finde.
Bonsoir chère amie, comment vas-tu?
Ayer tarde nos debimos cruzar mientras hacíamos una visita a la bodega de nuestro querido colega el Asesino. He visto que llegaste justo doce minutos después de haberme marchado, por lo que no pudiste leer todavía mi comentario y la historia que os dejé. Ahora sí puedes hacerlo.
Cuantos bellos recuerdos me trae el arpa de T. O´Carolan, quizá el último gran compositor celta que ha tenido este instrumento. Puede que un día podamos hablar más en detalle sobre ese viaje que realicé por la sublime Eire.
No sé si has tenido la ocasión de escuchar a Loreena McKennitt. Es una gran virtuosa del arpa además de tener una bellísima voz. No hace mucho dio un concierto en Granada, en el recinto de la Alhambra. ¡Impresionante!
Veo que todavía no has resuelto el enigma de los hombres vestidos de blanco que sacaban en procesión una gran cruz de madera. Reconozco que te lo puse un poco difícil. Te doy otra pista: según la leyenda estos hombres serían originarios del mismo país que la madre del gran poeta.
Estoy seguro que darás con la respuesta. Este hecho, unido a la gran vocación antropológica que tenía P.A.M. de la Pocatière, le hizo emprender un tortuoso y largo viaje hacia tierras situadas más al norte.
Como tú bien sabes, también Marguerite era una mujer excepcional para su época. Pero sus inmensas ganas por conocer la historia de la colonización de Nueva Francia siguiendo los pasos del gran poeta fueron más fuertes que ese otro destino que le habían asignado: el de convertirse en religiosa al servicio de la comunidad «des servantes du Sacré-Coeur de Marie».
Enfín, que te voy a contar que tú no sepas.
Bonne soirée et surtout…sois heureuse!
À bientôt.
Bisous
Dulces halagos encuentro en casa, Asesino. Le echaremos la culpa a mi abuelita, que no leía ni a Corín Tellado, pero le gustaba llevarme al cine: entre Oliver Twist y Sissi Emperatriz andaban sus temas favoritos.
Ójala hubiera tenido ella tu biblioteca: entre tanto Quijote y tan fabulosos noveles, no habría tenido que leer obligatoriamente Corazón y Mujercitas una vez tras otra.
Besico.
Hay una melodía, de Turlough O’Carolan, llamada Captain O’Kane, que destila recuerdos y lágrimas teñidas de esmeralda. O a mí me pone así de cursi. Te la presto un ratito, Sr. Bécquer:
https://www.youtube.com/watch?v=YIcxvt1-Rzw
Quizá tu poeta tararease esa hermosa melodía, o alguna otra de su autor, si sentía añoranza de la lejana tierra materna. Las piedras del cementerio de la abadía de Sligo dan para muchas historias, sí…
A Marguerite, sin embargo, la veo más intentando afinar algún compás de las trágicas óperas francesas de su época. No he encontrado apenas referencias musicales de los primitivos pueblos amerindios.
Te confieso, mientras, que no ha habido avances significativos en mi peregrinaje franco-canadiense irlandés. He aprendido, eso sí, que las disputas idiomáticas no son exclusivas de nuestro país… y que es posible estudiar en línea la lengua de los algonquinos, tarea que quizá aborde en mi retiro a orillas de un mar bravío y una costa verde si me es concedido tiempo y recursos.
¿No llega tu relato a la bodega? El acicalamiento (a no ser que disimules y sea para el texto) no es imprescindible; no te hagas de rogar.
En attente de vos nouvelles… une étreinte chaleureuse. 😉
Me vengo a tu casa para decirte lo que me ha gustado tu relato. Eres grande, pequeña ardilla.
Digno de la más «glamourosa» condesa. La ambientación, sensacional.
Siempre es un placer perderse aunque solo sea por un rato con Yeats. No es extraño que la singular belleza del condado de Sligo le hubiese influído tanto desde su infancia.
También nuestro gran poeta Pierre A. M. de la Pocatière quedó impresionado la primera vez que visitó la tierra natal de su madre. No era para menos.
Igualmente, el más olvidado de entre todos los poetas muertos tuvo especial influencia en la obra del gran William.
La inscripción que tanto me emocionó cuando recorrí la región se encuentra en una lápida del cementerio situado en el recinto de la «fantasmagótica» abadía de Sligo, en Abbey street.
También te puedo decir que disfruté un montón escuchando las dulces al tiempo que melancólicas notas de la música tradicional irlandesa mientras degustaba unas cuantas pintas de cerveza.
Combien de beaux souvenirs!
Nuestro estimado colega el Asesino también me ha invitado a la fiesta que va a tener lugar en la vieja bodega. Así que voy a ponerme «guapo» (trabajo me va a costar) y voy para allá. Tengo una historia curiosa que contaros.
Alors à très bientôt
¿Y para quién, si no, el lugar de honor?
(Tomás, deja la calculadora y ven a brindar con los juntaletras que, en realidad, el lugar de honor es siempre para el lector. O debería.)