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130- La rueda que gira y gira. Por Lennon

¨No longer riding on the merry-go-round
I just had to let it go¨
John Lennon

No es coincidencia que un día como hoy se le ocurra ojear el periódico, justo en las necrológicas, y de allí como a propósito le brinque Próspero Gómez… ¡entrañable personaje de años de joda y juventud! 

Recuerda bien sus apariciones en el palco central del hipódromo cada domingo a la hora de las carreras. En ese entonces la vida despuntaba por su sonrisa bajo el naciente bigote, con la promesa de un futuro interesante.  Y hoy,  de un sólo cipotazo, recibe la prueba contundente de que Gómez ha muerto.  Pero no sólo eso, sino que además corrobora que deja alguien en este mundo, un deudo, un allegado que publica sus exequias y ruega una oración por el eterno descanso de su alma.

«Buen tipo — le da por pensar—  y con un poderoso imán para las mujeres, que se volvían loquitas cuando pícaramente se presentaba con sus tres palabras mágicas… ¡Próspero, para servirle!»

Fue a través de Gómez que aprendió a ejecutar varios movimientos a las afueras de agencias bancarias, cajeros automáticos y afines.  Pero sin duda la faena magistral  — la que selló definitivamente el vínculo entre los dos—  tenía que ver con apuestas de caballos y con sustancias ilegales surcando a contracorriente las venas de algún que otro alazán,  siempre con la discreta venia de sus jinetes.   Negocios, apuestas, drogas ilícitas, y la buena estrella de Gómez para las mujeres, llegaron a significar para él días felices y juergas memorables.   Pero una vez llegado el momento de tomar decisiones en la vida de un hombre, había decidido dedicarse a más rentables menesteres y así, inmerso como todos los demás en la rueda que gira y gira,  no había vuelto a pensar en él.  Hasta hoy.

 Si hay algo que siempre ha sabido es que todo, absolutamente todo lo que rodea al destino humano tiene una razón que cuando menos lo esperamos se nos desnuda ante los ojos y por eso está seguro de que más temprano que tarde ocurrirá la anhelada revelación.  Pero ahora no quiere especular.  En este momento la concentración es crucial para la propia supervivencia y las razones carecen de importancia, así que se torna imperativo dejarse de pensar en zoquetadas.

 Así que se enfoca, se centra, aplaca los nervios.  Se amarra los Nike que se compró con lo ganado en el último encargo y repasa uno a uno los hilos tejidos en su mente.   Lo primero es llegar temprano, tomando en cuenta el hecho de que necesita encontrar un puesto para aparcar cerca del bar.  Luego, inspirar, espirar y esperar.  Una vez que salga el tipo, consuma el negocio, toma la autopista rumbo a Independencia y de allí ya sabe cómo moverse.   Pero algo anda mal.   Los ojos le pesan, se le caen, se quedan pegados al piso de granito desde donde se le aparece Gómez de nuevo, sonriente y confiado, acariciándose el bigote.   «Mi compadre querido —lo invoca como en una oración—, con Ud. se me va un pedazo»

 El deber llama.  No es fácil apartar de un plumazo los fantasmas que en un segundo ya preñan la pieza alquilada, pero lo hace.  Apaga el televisor y mira a los lados, comprobando que todo está en orden.  Baja por las escaleras, de dos en dos y de tres en tres.

 Enciende el Ford Focus que tomó prestado para la ocasión.  Debe estar frente al Tony´s  a las once como máximo y esperar a que el sujeto, que conoce por fotografías, llegue como todos los viernes, a tomar una copa.  Es un trabajo sencillo el de esta vez, puesto que el bar está situado en forma ideal para la huida.  Si todo sale de acuerdo a lo planeado, no habrá inconvenientes.  Lleva el hierro atento y listo a un costado.

 Las once menos veinte.  Se estaciona lo suficientemente cerca del Tony´s luego de dar dos vueltas a la plaza.  Conoce bien la rutina del hombre que viene a buscar: un pobre gordo mezclado por necesidad en el negocio de las putas.  Frota con suavidad el arma entre sus manos, intenta relajarse, inspira, espira, y aunque le provoca, no quiere fumar.

 La calle dormita sucia y apática: un pordiosero escarba en los desperdicios hechos montaña y un par de tórtolos revuelcan sus ganas apoyados en una Pickup.  De tanto en tanto asoma algún que otro transeúnte de paso apretado. Pero ninguno le preocupa demasiado.  Sabe que es viernes y cada quien estará pendiente de sus propios asuntos.  Lo único que le incomoda es un grupo de gente que se aglomera arriba en la esquina, frente a la Funeraria Señorial, porque por allí tendrá que pasar raspando y los muy cabrones están todos afuera, en mitad de la calle.

 Piensa que esta noche, él mismo le llevará un cliente al negocio de las pompas fúnebres.  Sonríe sin ganas, se cambia de mano el revólver que ya está caliente y lo asalta un centelleo que le pone en las pupilas la imagen de Próspero Gómez sentado en las tribunas del hipódromo, riendo con una de sus tigresas.  ¡Gómez otra vez! ¿Por qué lo recuerda justo cuando debe estar más concentrado? Mira el reloj.  Faltan seis minutos para las once.  En cualquier momento se presentará su víctima, por lo que presiona suavemente el pedal del acelerador, comprobando que el motor sigue en marcha.

 En ese preciso instante, como si el azar se hubiese puesto de acuerdo con él, aparece su blanco: una mole de más de cien kilos de peso, sudorosa y brillante.  La pistola ya le quema las manos, sólo tiene que esperar a que cruce la calle para asegurar el tiro.  Y así lo hace.  El primer pepazo se lo mete en la frente, luego dispara dos veces más sobre aquel saco de carne que rebota contra el asfalto.  El Ford rasga los charcos de la avenida, atravesando la ola de gritos histéricos que brama en La Señorial.  Su motor 2.3 tan sólo necesita segundos para alcanzar la autopista y dejar atrás la escena del crimen.

 Busca en sus bolsillos y saca un cigarro.  Mientras lo enciende siente el placer de la misión cumplida y apenas puede contener una mueca de emoción. La ciudad brilla a lo lejos como serpiente luminosa.  Debería estar pensando en la bola de reales que va a recibir, debería llamar para reportar positivo el procedimiento.  Pero algo muy grande se le ha metido en el pecho y una lágrima inoportuna surca los ásperos pliegues de su rostro.   Añora los tiempos en que timaba pendejos.  Extraña el hipódromo, su bigote, su saco de lino cada domingo en las carreras…  Pero sobre todo, echa de menos esa sensación, mezcla de poder y juventud, que lo embargaba al saber que los mejores muslos del palco se derretían bajo la falda con sólo escucharle decir: “Próspero, para servirle”.  Hace dos días —cuando llenó el formulario para ese aviso en la sección necrológica—,  no era capaz de intuir siquiera, el dolor que le causaba su propia estocada.  Gómez ya no volverá a actuar jamás.

24 Comentarios a “130- La rueda que gira y gira. Por Lennon”

  1. lennon dice:

    Así es Nairobi, un gran, gran error del que me dí cuenta al poco tiempo de haberlo enviado al certámen… Muchísimas gracias por leer con tanto esmero el relato. ¡Te abrazo y te deseo la mejor de las suertes, mi admirada escritora!

  2. lennon dice:

    Queridísima Fanny ¡cómo agradecer tanta gentileza! Reciba un gran abrazo y mis mejores deseos para su Jazz contagioso.

  3. Nairobi dice:

    Hola, Lennon:
    según he terminado de leer tu relato, he vuelto rápido a la primera línea, donde veo que ya nos dabas la primera pista: «No es coincidencia que un día como hoy se le ocurra ojear el periódico, justo en las necrológicas…». ¡Grande esa prolepsis velada!
    Pero luego he seguido leyendo y me ha saltado a la vista lo que considero un fallo temporal, o quizá es que me he perdido algún matiz. Me refiero a cuando dices: «…no había vuelto a pensar en él. Hasta hoy.» Pero luego, al final del relato, me encuentro con: «Hace dos días —cuando llenó el formulario para ese aviso en la sección necrológica—…», lo que me indica claramente que hace dos días ya sabía lo que iba a hacer y, por tanto, ya había pensado en su álter ego. Es un detalle menor, pero quería comentártelo.

    Por lo demás, buena historia y buen desenlace, porque estaba empezando a pensar que ahí había un amor oculto jajajaja.

    Saludos y ¡suerte en el certamen!
    Nairobi

  4. Fanny Prices dice:

    No podía no votarte, mi querido Lennon, por ese carrusel tan cortaciano. Ahí van las estrellas…

  5. Lennon dice:

    En efecto, Próspero Gómez es un personaje creado por el mismísimo sicario en sus años de juventud y hoy, a través del aviso en las necrológicas, decide hacer pública su muerte.
    Rulfo, Firmin, Jazzmina, Siempreviva, Hóskar… ¡Estoy más que agradecida con cada uno por haberse tomado el tiempo de leer y analizar el relato! ¡Qué gran oportunidad de intercambio ha resultado para mí este certamen! ¡Abrazos y suerte para todos!

  6. Hóskar-wild is back dice:

    Los buenos viejos tiempos que no volverán. Hasta un mafioso, embaucador y asesino los ehca de menos. Nada como el blanco y negro en las tardes del hipódromo; nada como la navaja rasgando tela y carne. Hoy es todo tan previsible, tan monótonamente aburrido que hay que matarse uno mismo para reinventarse. Suerte.

  7. Siempreviva dice:

    He leído tu relato dos veces seguidas de un tirón. Te felicito por lo bien que has sabido enganchar al lector. Te dejo mi voto.

  8. jazzmina dice:

    Un relato interesante con la incertidumbre final sobre quién será el matador. Coincido con los que creen que es el mismo Próspero Gómez el que se autoelimina, con necrológica incluida. Pienso que esto último, contado al principio, ayuda a despistar. Pero, en cualquier caso, un relato que da juego, en esa relación entre al matador y el matado que no se llega a descubrir. Y bien escrito
    Felicidades Lenon

  9. Firmin dice:

    Con todos los deseos de que tengas suerte en el Certamen, ahí llevas mi voto.

  10. Rulfo dice:

    Se me había pasado Lennon y ahora, en una segunda ronda, he entrado. Parece—o tal vez lo es— literatura negra. Bien escrita, muy ingenioso, y mejor guardado el secreto. Ni siquiera al final se revela. Hay que repasar el texto y revisar detalle por detalle…, para llegar a nada; a pensar que, tal vez…, acaso…, pueda ser el propio Próspero Gómez que quiere desaparecer. Coincido con Sacha en ese final. Hay bastantes detalles, entre los que incluyo los que él comenta, para pensar que sea así. Por ejemplo este párrafo: “Los ojos le pesan, se le caen, se quedan pegados al piso de granito desde donde se le aparece Gómez de nuevo, sonriente y confiado, acariciándose el bigote. «Mi compadre querido —lo invoca como en una oración—, con Ud. se me va un pedazo»” Aunque también es verdad que ha podido ser un verdadero compadrazo y por eso se le irá con él un pedazo cuando lo mate.
    En fin, si Lennon no nos lo corrobora…
    De cualquier manera, un buen relato. Enhorabuena Lennon.

  11. Lennon dice:

    Bonsái,
    Intercambiamos estrellas, ya yo te dejé las mías…Gracias y muchísima suerte para tu magnífico relato.

  12. Bonsái dice:

    Lennon:

    He pasado por tu casa para dejarte mi voto y diez hermosas estrellas, tu relato lo merece.

    Un abrazo.

  13. Lennon dice:

    Muy agradecida con Sacha, por tomarse el tiempo de analizar mis letras. Ya le dejé un mensaje en su habitación de hospital, personalmente.

    Y para la mismísima Fanny Prices… es todo un honor su visita y lo es aún más su gentil comentario!

  14. Fanny Prices dice:

    Sí, la vida gira y gira, y nos lleva a lugares insospechados en otros tiempos. Me encantan los relatos que dan que pensar. Y el tuyo lo ha hecho.

    Mil jazz para vos

  15. sacha dice:

    ¿Es él «el deudo, el allegado que publica sus exequias y ruega una oración por el eterno descanso de su alma»?
    Dies nos remite al primer párrafo y: «No es coincidencia que un día como hoy se le ocurra ojear el periódico, justo en las necrológicas, y de allí como a propósito le brinque Próspero Gómez… ¡entrañable personaje de años de joda y juventud!»
    Sí, si no es coincidencia es que conocía que iba a salir la necrológica porque él la encargó (la confirmación la tendremos en el último párrafo).
    Pero en mi opinión se equivoca Lovecraft: no es el asesino de Próspero Gómez, sino el propio Próspero Gómez que por algún motivo finge su muerte.
    Y remito para ello al último párrafo:
    »
    Busca en sus bolsillos y saca un cigarro. Mientras lo enciende siente el placer de la misión cumplida y apenas puede contener una mueca de emoción. La ciudad brilla a lo lejos como serpiente luminosa. Debería estar pensando en la bola de reales que va a recibir, debería llamar para reportar positivo el procedimiento. Pero algo muy grande se le ha metido en el pecho y una lágrima inoportuna surca los ásperos pliegues de su rostro. Añora los tiempos en que timaba pendejos. Extraña el hipódromo, su bigote, su saco de lino cada domingo en las carreras… Pero sobre todo, echa de menos esa sensación, mezcla de poder y juventud, que lo embargaba al saber que los mejores muslos del palco se derretían bajo la falda con sólo escucharle decir: “Próspero, para servirle”. Hace dos días —cuando llenó el formulario para ese aviso en la sección necrológica—, no era capaz de intuir siquiera, el dolor que le causaba su propia estocada. Gómez ya no volverá a actuar jamás.»
    Me gustó mucho el relato y espero no equivocarme en el final que sugiero.
    Mucha suerte, amigo.

  16. Lennon dice:

    Gracias Aljibe y gracias Bonsái, por haberse tomado el tiempo de dejarme un comentario tan amable. ¡Un abrazo!

  17. Aljibe dice:

    Los remordimientos nunca fueron buenos compañeros de aventuras. Un buen relato. Me ha gustado.

    Suerte!

  18. Bonsái dice:

    Muy buen relato. Se lee con facilidad y el final es bueno. Hay una añoranza de su juventud o tal vez una mezcla de añoranza y remordimiento… También a mí me ha quedado rondando la frase que cita Lovecraft: “No era capaz de intuir siquiera, el dolor que le causaba su propia estocada”.
    Felicitaciones.

  19. Lennon dice:

    ¡Muchas gracias a todos! La posibilidad de ver mi relato colgado en la red y de obtener algun que otro comentario, fue el motivo principal que me trajo hasta aquí, por lo que les agradezco muchísimo su lectura y más aún, sus palabras tan gentiles.
    Un abrazo y suerte a todos los que concursan.

  20. Harrison dice:

    Excelente Lennon, me ha encantado, lo disfruté mucho.

    Felicitaciones.

  21. Dies Irae dice:

    Y si se vuelve al principio, vemos que nunca nos ha engañado el autor, lo cual es muy de agradecer.

    Buen relato, Lennon, me ha gustado mucho.

    Salud y suerte.

  22. Lovecraft dice:

    «No era capaz de intuir siquiera, el dolor que le causaba su propia estocada». Yo intuyo, por esta frase, que el protagonista fue quien liquidó a Próspero Gómez (atendiendo a algún encargo, como buen profesional que era). Es posible que me equivoque, pero eso explicaría en parte esa melancolía que invade su espíritu. Sea como sea, es un relato que se lee con interés y no defrauda.

    Te deseo más suerte que la que tuvo el gordo de tu relato

  23. Caos dice:

    Interesante sicario reflexivo y meditabundo, con añoranza de tiempos mejores y la desazón por la pérdida de un amigo. Buen relato. Enhorabuena y suerte

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