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72- La Muñeca Negra. Por Nasha

Quiero contarte  algo que ocurrió hace mucho tiempo. Siéntate aquí, junto a mí, y dedícame unos pocos minutos.

Erase una vez en una ciudad muy lejana una niña de hermosos ojos azules y de larga cabellera  rubia, su nombre era Dagna.

Ella era un tanto especial, le gustaba mucho el color rosa, comer helado y comprar vestidos , pero lo que más le gustaba era jugar con sus muñecas.

Cada mañana su madre le llevaba el desayuno a la cama con servilletas y tazas rosas.

En su habitación tenía toda clase de juguetes y numerosas muñecas.

Cada muñeca tenía su propio vestido; durante el día las llevaba al jardín donde pasaba incontables horas  hablando y jugando con ellas y por las noches las cobijaba para que no tuvieran frio.

Una navidad…”sus padres le  regalaron una muñeca negra”. Esta situación le causó gran inquietud. Se cuestionó muchas cosas -¿Qué voy hacer ahora? …

¿Cómo es posible  tener una hija negra? …

Para poner fin a este problema inventó que sus padres la habían traído en barco desde África.

Con el tiempo se convirtió en la muñeca preferida de Dagna.

Al jugar con sus muñecas ésta ocupaba el papel principal  y la  mejor vestimenta.

Dagna  ignoraba que mientras dormía las  muñecas cobraban vida y conversaban. 

-¿Está de dónde salió?- Dijo despectivamente una de las muñecas.

– ¡Mírala, si es más negra que el  carbón!- Dijo otra.

– ¡Y ella quiere ser la preferida!- Decía en tono burlesco la muñeca rubia.

-¡La niña es nuestra! Exclamó el adalid.

-No permitiremos que “esta negra”, ocupe un lugar entre nosotras- Dijeron enojadas varias de ellas.

 Esa noche ataron  a la muñeca negra para enjuiciarla.

La más antigua de ellas dijo – ¡Esta es una intrusa!

– ¡Si una intrusa! ¡Si una intrusa! –Dijeron todas.

 Una de las muñecas acotó efusivamente – ¡Somos blancas, no pertenece a nuestro linaje!

– ¡No nos gusta su color! -Dijeron varias.

El club de muñecas la desanudó, luego de dictaminar en forma unánime  Ignorarla. Entendiendo  que no tomándola en cuenta sería  como si la muñeca negra no existiera.

Los  días pasaban de prisa pero las noches eran eternas para la muñeca Negra.  En el día era mimada y querida por la niña, y en las noches era ignorada por sus congéneres.

Un día  la niña invitó a su amiga  Arabelle quien  llevó sus muñecas y peluches  en una caja. Ambas niñas juntaron  todas las muñecas y jugaron largas horas. Dagna acariciaba su muñeca negra, la peinaba, la vestía, y la mimaba más que a todas las otras.

Ese día Dagna estaba tan cansada que por primera vez, dejó sus muñecas olvidadas en el jardín. Se despidió de  Arabelle  y le pidió que regresara al día siguiente por su caja  de juguetes.

Al oscurecer como siempre las muñecas cobraron vida y algunas de ellas comenzaron a   pellizcar a la muñeca negra, otras le tiraban el pelo, mientras otras se burlaban. Los ojitos de la muñeca negra se llenaban de lágrimas sin poder comprender porque la trataban así.

Esa noche la más antigua tuvo una idea…

 – ¡ya sé cómo deshacernos de esta muñeca negra! – les dijo.

-El plan es el siguiente: “la pondremos  dentro de la caja de juguetes, y la cerraremos para que no pueda salir”.

Entonces entre varias ataron la muñeca negra,  la introdujeron a la fuerza en la caja y sobre esta algunas de ellas se sentaron.

A la siete de la mañana del día siguiente mientras Dagna dormía, la madre de Arabelle fue a buscar la caja de juguetes de su hija, ya que en ese instante partían  de vacaciones a la granja de la abuela.

 La granja quedaba en las afueras de la ciudad, en ella había muchos animales, vacas, ovejas, gallinas , pavos,  cerdos y un hermoso caballo blanco.

Cuando  Arabelle llegó a la granja, lo primero que hizo fue ir donde la pava que estaba empollando. Su abuelita le había contado que las pavas se quedan  con sus huevos las cuatro semanas que tardan en nacer, y que siempre protegen a sus crías hasta los cinco meses de vida. Después de ver todos los animales de la granja, tomó la caja de juguetes y la instalóencima de una mesa para jugar. Al sacar sus muñecas se percató   que la muñeca negra había viajado junto con sus juguetes ¿Cómo sucedió? … no lo sabía ni le importaba; con desdén  ¡arrojó la muñeca negra lejos!

La muñeca negra  fue a parar  al  fogón donde se encontraba el padre de Arabelle, quien la rescató antes que el fuego la dañara   y la dejó entre las hojas secas de los árboles.

 Arabelle estaba feliz   corriendo por el campo;  jugando en el columpio, saltando con el cordel, siguiendo las gallinas etc.

Al  anochecer  alguien olvidó amarrar el perro Guardián, quien se acercó a la pobre y desvalida muñeca. Estaba a punto ya de morderla cuando ésta se  movió y corrió tan rápido como pudo,  subió a una escalera  apoyada en un árbol, y ahí se quedó muerta de miedo toda la noche.

En la mañana, Arabelle salió nuevamente a jugar,  al ver la muñeca negra  encima del árbol se asombró, pues no se explicaba  como llegaría ahí…

Arabelle jugaba con sus muñecas, haciéndoles intrincadas trenzas, cambiaba sus ropas, les conversaba y acariciaba.

De lejos muy triste miraba la muñeca negra…

Al llegar la noche la muñeca negra recorrió la granja.

Cuando llegó  al establo encontró un hermoso  caballo blanco,  éste  la miraba escudriñándola de pies a cabeza,  hizo lentos movimientos, como permitiendo que la muñeca negra se le acercara. La muñeca le dijo en tono fuerte -¡me subiré sobre ti!

El caballo bajó la cabeza, relajó la cola y comenzó a rumiar…

La muñeca negra dedujo  con esta actitud, que el caballo  estaba expresando – «Muy bien haré lo que digas».

Entonces el caballo pasó de general a soldado permitiendo que la  muñeca le montara, esta tomó las riendas con mucha soltura a pesar que no sabía nada de ellos. En ese preciso instante el caballo comenzó  a correr campo adentro. La muñeca asustada tomó las correas  con las dos manos para  frenarlo, él caballo frenó en seco ¡la muñeca cayó de bruces al suelo! quedando tendida con el pasto en la boca.

El caballo comenzó a relinchar, la muñeca pensó que se reía de ella. No era así,  un guarén mordía  al  caballo  quien huyó despavorido.

La muñeca  negra no sabía qué hacer para no ser embestida por el roedor, por lo tanto se quedó quieta y atenta a los movimientos del guarén. En el momento en que éste  se disponía  a  atacarla, regresó el caballo propinándole una feroz patada al  ratón.

El caballo  blanco regresó con la muñeca al establo,  ella le  acarició  una y otra vez, hasta que ambos se durmieron.

Amaneció con un brillante  sol. Uno de los primos de Arabelle  vio la muñeca negra y dijo-¡He! ¡Miren una muñeca negra!

– ¡que fea! -Dijeron los otros

Arabelle  sonrosada se apresuró a decir – ¡esa muñeca no es mía!

 Uno de los niños tomó la muñeca diciendo – “Pues la verdad es bastante fea” – y empezó a pasarla de una mano a otra, para que no se la quitaran.  Luego la lanzó haciéndola  girar en el aire. La  niña se levantó, y comenzó a seguirle alrededor de la mesa. Cuando por  fin le atrapó, suprimo mantuvo  la muñeca por encima de su cabeza, cambiándola de mano, mientras ella se debatía tratando de alcanzarla. Entonces todos los niños empezaron a tironear a la pobre muñeca negra, prontamente la chutearon como si fuera una pelota, la  maltrataron hasta que oscureció.

Antes de entrar a la casa  la tiraron con fuerza al pasto.

 El caballo blanco se acercó, la muñeca con esfuerzo se subió sobre él.

Este la llevo al establo donde la lengüeteo con esmero para curar sus heridas, y le pidió a la vaca lechera que le diera de beber su blanca leche, permaneció  durante tres días en el establo, cuidada por el caballo blanco.

Mientras tanto en la ciudad  Dagna estaba muy apenada ya no jugaba con  las muñecas, no las cuidaba, tampoco quería levantarse pues le invadía la tristeza.

 Las muñecas murmuraban que  la casa no era lo mismo y también extrañaban a  la muñeca negra.

En la Granja la muñeca negra ya recuperada de sus heridas se acercó a la casa.

Entonces vio un pajarito, tan asustado y triste como ella,   hundido en un aguacero sin poder volar.

Un gato  se refugiaba de las últimas gotas, que escurrían de  los tejados, caminando muy pegado a las paredes de la casa, descubrió al inocente canario atrapado en el charco, y lentamente se fue aproximando cada vez más, imaginando al pajarito entre sus garras, y luego en su boca cual bocadillo.

Cuando estaba  a punto de saltar sobre él, la muñeca cobró valor y tomó, al gato de la cola este aulló de miedo y dolor y corrió tan lejos como pudo.

La muñeca negra tomó el pajarito entre sus manos, lo calmó y lo puso debajo de su ropa. El pajarito se sintió seguro y sin siquiera darse cuenta  se durmió, en cambio la muñeca negra, paso la noche en vela, preparada por si el gato volvía. 

A la mañana siguiente Arabelle se despertó; lo primero que hizo fue ir a dar de comer a su canario amarillo ¡no lo encontró!…   pensó ¡el gato se lo comió! Asustada lo buscó por todas partes sin poder hallarlo.

Al caer la tarde mientras sentía la lluvia caer tras los cristales una profunda tristeza la invadió,  reflexionó entonces sobre sus actos y caviló en  lo mal que se había portado  con la muñeca negra.

 Presurosamente fue en busca de la muñeca. Grande fue su sorpresa al encontrar su canario sano y salvo entre las ropas de  la muñeca negra.

Lo acarició y lo regresó  a su jaula, después tomó a la muñeca negra, la arrulló, la peinó y la vistió  de  princesa.

Al anochecer la muñeca negra se veía hermosa con su nuevo vestuario.

Todos los juguetes comentaban lo que había sucedido la noche anterior ¡Su coraje! ¡Su valor! y su entereza   salvando al canario a costa de su propia integridad

Desde ese día se convirtió en una heroína y una gran amiga para todos los juguetes de Arabelle.

Pasaron las vacaciones  y Arabelle regresó con sus padres y sus juguetes a la ciudad.

Al llegar llevó su caja de juguetes con la muñeca dentro  donde Dagna.

La encontró enojada y apesadumbrada. Arabelle  le ocultó algunas cosas, sin embargo le contó lo sucedido con el canario y lo feliz que estaba;  Dagna entonces  abrazó a su amiga y le agradeció haber cuidado su muñeca.

Todo  el día jugaron, con todas las silenciosas muñecas. Dagna arrullaba  como nunca a su muñeca perdida, mientras le contaba lo triste que se sentía sin ella.

Arabelle dejó  la caja de juguetes, para regresar al día siguiente.

 Cuando anocheció  todos los juguetes  comentaban lo sucedido en la granja y a partir de esa fecha  todas las muñecas querían  saber las aventuras de la muñeca negra.

Una a una fueron solicitando su perdón, arrepentidas  de haberla juzgado por  su color.

3 Comentarios a “72- La Muñeca Negra. Por Nasha”

  1. Sacha dice:

    Estimulante.
    Suerte.

  2. Hóskar-wild is back dice:

    Gracias, Nasha, por compartir con nosotros tu fantasía, tu ingenuidad, que espero no sea fingida, tu imaginación y tus palabras. La frescura forma parte de la literatura. Los críticos, sin embargo, son prescindibles. Suerte.

  3. Lovecraft dice:

    Cuento infantil. Maniqueo. Curso urgente de ortografía.

    Mi querido/a Nasha: hay pocas cosas más estimulantes como el placer de inventar historias (aunque recuerden sospechosamente a algún episodio de Toy Story). Por eso te animo a que perfecciones tu escritura para que todos podamos disfrutar también del placer de tus creaciones. Es cuestión de tiempo y algo de dedicación.

    Suerte

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©Joaquin Zamora. Fotógrafo oficial de Canal Literatura

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