Siempre tuve la certeza de que lo nuestro no sería eterno. Ella era bella, elegante y ambiciosa; tan solo había algo que apreciaba casi más que a su propia persona: su colección de trajes de ejecutiva, y los zapatos caros. Aun así,…
Lana tomaba el sol en el borde la piscina de la azotea del hotel «Splendia», uno de los más lujosos y exclusivos de Nueva york. El agua parecía turquesa por el color verde de los azulejos de la piscina, había hamacas y sombrillas rodeándola y se veía todo Manhattan alrededor.
Nadie sabe cómo llegó a la ciudad Martín Nogales, Martinillo. De esto hace ya tiempo. Apareció con el frío y la niebla en la esquina de la antigua estación de autobuses con un suéter mugriento que le cubría todo el cuerpo. Durante meses subsistió entre cubos…
No es verdad. Incluso en aquellos tiempos cálidos, de mangas cortas y colillas desnudas en playas espumosas. Siempre es fría, aunque no quede memoria o de la memoria se prescinda como de la grasa. Siempre pretendí adelgazar la historia y hacerla…
Una mañana de otoño les confirmaron sus sospechas; la enfermedad degenerativa de María avanzaba con rapidez. Tomás, su único hijo, exprimía al máximo los días que restaban para que le despojaran del tibio amor con que ella le envolvía. Cuando María dejó este mundo, el padre…
Si hoy puedo escribir con serenidad acerca de lo ocurrido es porque ya no me desazona, al comprenderlo lo acepté como un suceso inevitable. Mi repentino viaje, la actitud de inconsciencia febril, el sinsentido común, cambiaron mi futuro.
Cuando la encargada de sacarlas de aquella improvisada cárcel se impacientó, añadió en voz alta para que la oyeran las demás: «Salgan, que las piden», Aurora apretó el puño, en un último esfuerzo para mantener viva una esperanza, y vio como la madre y dos hijas que la acompañaban avanzaban…
Madrid, 1618 A la hora menguante de otra calurosa noche de julio la taberna de los Fundadores era un bullicio de risotadas, ruido de huesos de Juan Tarafe rebotando en las paredes y rumor de conversaciones de los gariteros que se arremolinaban en torno a las mesas donde…
Siempre había presumido de tener los pies sobre la tierra, de no tener más sueño que el que se puede tocar. Pájaros pocos, por no decir ninguno. Para nuestro hombre no había nada más real que su bolsillo, y para llenarlo había que pisar fuerte, seguros, sin vacilar: “caiga quién…